Los Mejores Discos de 2021 (Internacional)


En un año 2021 marcado nuevamente por la maldita pandemia, en el ámbito musical se distanciaban más que nunca dos realidades complementarias; la escena nacional y la escena internacional, las cuales se vivían a dos ritmos diametralmente opuestos. Mientras en el panorama local volvíamos a la normalidad gracias al éxito de las campañas de vacunación, los problemas para cruzar países con giras internacionales y el riesgo asociado de estas empresas nos dejaba un año sin apenas conciertos de bandas y artistas de fuera de nuestra geografía. Hubo contadas excepciones y desde aquí las celebramos con los brazos abiertos, acudiendo para contarlo desde primera línea a los conciertos de Arlo Parks o It It Anita.
En este periodo nos daba tiempo para repasar la nostalgia celebrando los aniversarios de discos tan icónicos como el debut de Arctic Monkeys o clásicos imperecederos como «Sticky Fingers», «The Qeen Is Dead», «Ten», «Screamadelica» o «Is This It». También nos hacíamos eco en estas páginas de documentales como «Summer of Soul» y «Woodstock 99», además de reseñar la última gran obra literaria sobre Nirvana.
Pero no vivimos del pasado y este 2021 nos dejaba un auténtico aluvión de discos fresquísimos. La creatividad siempre aflora en épocas malas y la prueba de ello es lo dificilísimo que se nos ha hecho este año seleccionar los que, a nuestro humilde juicio, han sido los 25 mejores discos internacionales del año. Muchos se han quedado fuera y sí están representados en nuestra playlist anual que os dejamos justo encima. A continuación, ahora sí, nuestra lista anual, como ya viene siendo habitual sin ranking y en riguroso orden alfabético. ¡Esperamos que os gusten los pinchazos de estos Djs!
Arlo Parks – «Collapsed In Sunbeams»
El debut de Arlo Parks era uno de esos lanzamientos musicales que marcábamos en rojo en nuestra agenda tan solo con escuchar sus primeros adelantos. Y en esta ocasión la intuición no nos fallaba. Con apenas unas semanas en el mercado, «Collapsed In Sunbeams» se colaba en lo alto de las listas internacionales de discos más vendidos. La cantante británica es una de las sensaciones del momento en esa eclíptica etiqueta del neo soul y el R&B. Pero sus influencias y calado van más allá. Desde el spoken word con la que abre ‘Collapsed’ a la odiosa comparación con esa otra diosa del soul moderno como fue Amy Winehouse, patente como una sombra alargada en la salvaje ‘Hope’. Un rayo de esperanza para corazones sensibles, con un piano y una batería que dan testimonio del delicioso trabajo de producción que esconde este disco.
Black Country, New Road – «For the First Time»
La primera vez que escuché a Black Country, New Road tuve esa sensación que te sobreviene muy de vez en cuando de estar descubriendo algo grande. Su forma de conjugar el ruido, añadirle vientos y sonar irremediablemente imprevisibles me hipnotizó a la primera, y hacía tiempo que eso no me ocurría. Además, su sonido emana esa frescura juvenil post millenial (o cualquiera que sea el nombre que hay que darle a su generación) carente de límites. Sus miembros (siete, ni más ni menos) han crecido con internet y el acceso a toneladas de música a golpe de click parece haberles llevado a darse un festín con todas las consecuencias. Con cero complejos, se ven capaces de abrir su primer larga duración con una canción instrumental de cinco minutos en la que dan rienda suelta a su amor por la música klezmer con una progresión post rockera desenfrenada. Y aquí no ha pasado nada.
Cassandra Jenkins – «An Overview on Phenomenal Nature»
Este es sin duda alguna uno de los discos más bellos del año. Precisas y preciosas instrumentaciones y sutiles cadencias se abren paso en este segundo larga duración de Cassandra Jenkins. Con una voz y una sensibilidad para cantar al alcance de pocas personas, Jenkins nos mece suavemente por todos estos paisajes, recorridos siempre entre arreglos que nos hacen redescubrir el mundo con otros ojos. Cierra los ojos y déjate llevar con la inercia de ‘Michelangelo’ y ‘Crosshairs’, o esa ‘Hard Drive’ donde se cuela la poesía y el spoken word. Una maravilla en la que perderse.
Cloud Nothings – «The Shadow I Remember»
Si en estos tiempos que corren necesitas un exorcismo, has llegado al disco adecuado. Abrasador desde la primera escucha, el nuevo álbum de Cloud Nothings sacude la tristeza a golpe de noise, hardcore y emo. Pocas bandas en la actualidad saben hacerlo mejor que ellos y aunque disponen de una discografía sin fisuras, con «The Shadow I Remember» tengo la sensación de que firman la mejor referencia de toda su carrera. De lo bueno, lo mejor. Una colección de canciones que brotan directamente de las vísceras, llenas de la personalidad inconfundible de la banda de Cleveland.
Courtney Barnett – «Things Take Time, Take Time»
En este su tercer larga duración Courtney Barnett se ha alejado de ese sonido puramente rockero independiente y noventero para arrimarse más todavía al de contemporáneos como Kurt Vile, con quién ya compartió composiciones en aquel genial “Lotta Sea Lice”, y por consiguiente al de imprescindibles como la Velvet, o los también actuales The War on Drugs en su vertiente más minimalista. Además, se consolida en esta nueva colección de canciones como la gran letrista que ya sabíamos que era. Tiene el don de reflejar la realidad cotidiana con sobriedad y cercanía, dejando claro que convive y asume el éxito de manera natural y sin delirios de grandeza. No tengo reparos en decir que este “Things Take Time, Take Time” es posiblemente para mí el disco del año. O al menos el que más disfruto escuchando y creo que también el que durante más tiempo me va a acompañar en este mundo de urgencia premeditada.
Darkside – «Spiral»
Todo comenzó para mí con ‘The Limit’, tema de adelanto que me puso las antenas alerta gracias a esa línea de bajo sintetizada desbordante de groove y sentimiento funk. Sobre ella la voz distorsionada de Nicolas Jaar y los minimalistas punteos de guitarra de Dave Harrington te introducen en un bucle terrenal que no tienen problemas a la hora de partir en cachos con varias roturas de ruido arrítmico a lo largo del tema. Una constante en un disco que te sumerge en un viaje lleno de sobresaltos y giros de guion, que te invita a surfear su espiral sonora y que nunca busca el desenlace facilón, a pesar de ponernos en la boca caramelos como el estribillo de ‘Lawmaker’. Difícil sacarse de la cabeza ese ritmazo, la verdad.
Dinosaur Jr. – «Sweep It Into Space»
Siguiendo con la misma filosofía sonora que erigieron hace décadas, combinan nostalgia, noise y guitarrazos imposibles con las melodías más pop. Dinosaur Jr. son esa banda que, desde el nombre, aunque pasen los años por ellos y por nosotros, siempre te hará sentir joven. Con ese espíritu de eterna juventud arrancan la refrescante ‘I Ain’t’. Me fascina la forma que tienen estos tíos de atraparte desde el primer tema en todos sus discos, metiendo toda la energía en un riff y un estribillo con el que devolvernos la magia de la melancolía adolescente. Coros, mucha intensidad, la voz suave de J. Mascis y esos riffs marca de la casa que tanto echábamos de menos. ¡Vivan las bandas que siguen creyendo en las guitarras!
Dry Cleaning – «New Long Leg»
Aunque por procedencia y momento es inevitable incluir a Dry Cleaning esta nueva ola de post punk británico que lleva asaltándonos unos años, lo suyo bebe más bien de los sonidos post modernos neoyorquinos. Como una versión actualizada de los Sonic Youth menos ruidosos se presentan con este «New Long Leg» que llega precedido de un par de EPs ya de por sí interesantes. Base rítmica trotona, capas de guitarras distorsionadas y espaciales y la particularísima voz de Florence Shaw al frente, siempre recitando como en un trance constante, convierten al grupo en una de las bandas más peculiares y interesantes del momento.
Dom La Nena – «Tempo»
De Brasil al mundo entero, Dom La Nena es una artista errante que plasma en su música todo su camino por la música de distintas latitudes. Refrescando los sonidos más clásicos de sus orígenes, con su inseparable violonchelo en mano, Dominique Pinto, el nombre detrás del alias, tiene la habilidad de hablar en lenguaje de lo universal. En cualquier idioma nos estremece con baladas tan líricas como ‘Quién Podrá Saberlo’, cantada a medias con Julieta Venegas, la misteriosa y evocadora ‘Oiseau Sauvage’ o la grave ‘Tempo’, concepto sobre el que gira todo este genial trabajo.
Fiddlehead – «Between the Richness»
No es de extrañar que este año el post hardcore y el emo resalten más que nunca en nuestra lista. Han pasado muchas cosas todo este tipo y nada mejor que vomitarlas en forma de zarpazos de hardcore. Es totalmente sanador celebrar este álbum de Fiddlehead, surcando cortes como ‘The Years’ y ese fraseo de guitarras en medio de la canción cercano a Sonic Youth. Mención especial para cuando combinan pegada indomable con sutileza emo. Ahí están temones como ‘Loverman’ o la colosal ‘Million Times’, canción de espíritu tabernario para volar los aires en un pogo que quien más quien menos, todos nos merecemos y necesitamos.
Hurry – «Fake Ideas»
Los discos de Hurry reúnen la esencia del verano y vuelven para salvarnos con este «Fake Ideas». El proyecto musical encabezado por Matt Scottoline sigue sin gozar de popularidad dentro de nuestras fronteras pero cada nueva entrega es un acontecimiento para nosotros. En este cuarto disco, van al grano desde el comienzo surcando la cresta de la ola con ‘It’s Dangerous’, melodías de puro power pop con el mejor de los gustos. Muy en la onda de grupos como Nada Surf o Weezer, no fallan en su apuesta siguiendo con la urgente y brillante ‘Fake Idea’. Tal vez una de las mejores canciones que ha firmado Scottoline hasta la fecha, con la inmediatez más enérgica del power pop y la nostalgia resbalando por cada surco. ¡Una maravilla!
I Feel Fine – «The Cold In Every Shelter»
Apubullante. Así es el disco de debut de I Feel Fine, banda que descubríamos este mismo año y que saltaban a la palestra con este «The Cold In Every Shelter», colándose merecidísimamente en esta lista. Siguiendo la estela de los gigantescos American Football, guitarras melódicas y unas beterías impecables llenas de matices se combinan con unas voces casi siempre a coro, elevando aún más esa sensación de éxtasis que solo puede lograr el mejor emo. Cambios de ritmo, sonidos atmosféricos, alaridos puntuales y mucha emoción en trallazos tan incontestables como la inicial ‘Something New To Worry About’ o ‘Elemenohpea’. Mejor carta de presentación imposible. ¡No te los pierdas ni de coña!
It It Anita – «Sauvé»
Un par de golpes de batería y empieza el vendaval. Así se abre «Sauvé», la última bomba sonora de It It Anita. Otro artefacto de punk y hardcore marca de la casa en el que introducen algunas pequeñas novedades pero sin dejar de hacer lo que mejor saben hacer, que no es otra cosa que imprimir a cada sonido una intensidad y visceralidad apabullante. Otro discazo para la colección y nada que envidiar a bandas como METZ, Idles o tantas otras que tenemos interiorizadas en nuestro discurso punk rockero. Escuchad ‘Sauvé’, acercaos a verlos en directo y añadid irremediablemente a It It Anita a él.
Kiwi Jr. – «Cooler Returns»
Canciones de acelerón constante, con unas melodías que suenan tan naturales como puliditas, unas guitarras ágiles, algunas acústicas para apoyarlas y doble ración de coros y voces dobladas. Todo eso, con un poquito de aquellos 90 que tan bien representa la banda que lideraba Stephen Malkmus, más alguna visita a nuestras antípodas y el sonido de adalides del indie como The Go-Betweens, terminan de definir unas canciones que entran como la primera caña de una tarde de verano. ¡Joder, qué fácil parece todo con discos así!
Massage – «Still Live»
Escucho atónito este «Still Live» de unos hasta ahora desconocidos Massage. En ellos vislumbró la magia de la distorsión y las melodías oscuras de los seminales Jesus and Mary Chain. También el poso del pop más nostálgico y luminoso de The Smiths y los muchísimo más recientes The Pains of Being Pure at Heart. Y créanme, todo encaja a la perfección en esta extraña combinación que da lugar a uno de los discos más fascinantes del año. Autoeditado por la propia banda, posiblemente este álbum quede enterrado para los grandes medios musicales. Aquí intentamos estar abiertos a todo lo que nos toca la fibra, con independencia de donde venga, y en este caso no podemos más que rendirnos a los pies de temas tan magnéticos como ‘Half a Feeling’, ‘Made of Moods’ o ‘In Gray And Blue’. Pop del bueno para flotar por los aires.
Manchester Orchestra – «The Million Masks of Gods»
“The Million Masks of Gods” viene temáticamente marcado por la muerte del padre de McDowell y la consiguiente búsqueda de una fe no tóxica por parte de quienes se consideran personas religiosas. También por una paternidad que lleva sobrevolando tiempo ya cualquier movimiento de Andy Hull, como vimos en algunas de las canciones de su anterior disco. Todo ello termina por marcar unas canciones en las que la épica se presenta de la manera más cotidiana y natural, alejada de la grandilocuencia de otros grupos que sobreproducen sus discos hasta perder cualquier ápice de personalidad. Como muestra, solo hay que darle al play y disfrutar entrando en el viaje de la mano de ‘Inaudible’, tema de preciosas armonías vocales y coros etéreos.
My Morning Jacket – «My Morning Jacket»
Vaya manera de abrir un disco. ‘Regularly Scheduled Programming’ nos da la bienvenida a lo nuevo de My Morning Jacket con Jim James entonando sobre una ligera cama de sintes y poco a poco el tema va creciendo, entre críticas a esta sociedad extremadamente interconectada, hasta la explosión casi industrial y el alarido final de James. A partir de aquí, otra hora de música sin límites con la que el grupo norteamericano vuelve a la actividad seis años después (con permiso de las canciones rescatadas de las sesiones de «The Waterfall» el año pasado) para volver a dejar claro que son únicos en lo suyo. Y lo suyo es tanto ese inquietante comienzo de disco como el sencillísimo ritmo funk rebosante de groove y sensualidad que es la siguiente ‘Love Love Love’. Pop directo y pegadizo con un punteo de guitarra estratosférico.
Nick Cave & Warren Ellis – «CARNAGE»
El nuevo disco de Nick Cave, nacido de la cancelación de la gira de presentación de “Ghosteen” y su encierro domiciliario, llegó por sorpresa la semana pasada. Lejos de sus Bad Seeds, solo ha podido (o querido) unir fuerzas con Warren Ellis, mano derecha y brazo ejecutor ya desde “Push the Sky Away” y con quién firma ahora, por primera vez (bandas sonoras aparte) un disco al uso. No hay demasiada diferencia entre estas ocho nuevas canciones y los últimos pasos de Cave, lo que nos deja claro el funcionamiento de su banda y hasta dónde llegan sus responsabilidades a la hora de firmar un disco. También de la importancia de Ellis, que aporta aquí todas esas capas sobre las que trabaja la voz y el piano de Cave. Cuatro manos que se funden en una sola para sonar tan certeros cómo siempre.
Squid – «Bright Green Field»
Lo mejor que se puede decir del debut en largo de Squid es que constantemente están pasando cosas en él y prácticamente ninguna se repite. Aunque el kraut está en la base de su sonido los londinenses casi nunca entran en bucle, sino que más bien van dejando fluir influencias e ideas, dotando a todo de una sensación de improvisación controlada y constante riesgo. Desde la batería, Oliver Judge lleva la voz cantante (literalmente) invocando el espíritu de Mark E. Smith a base de unos fraseos y unas subidas y bajadas de tono que nos recuerdan al que fuera líder de The Fall. Proclamas más que cánticos son los que proyecta mientras da forma a una base rítmica que no está carente de groove. Y es que las pinceladas funk y algunos ambientes cercanos al dub (‘G.S.K.’) se dan de hostias con tics propios del post punk, esa etiqueta que suele ser un cajón de sastre pero que es inevitable poner aquí en primera línea.
The War On Drugs – «I Don’t Live Here Anymore»
Poco o nada se le puede reprochar a lo nuevo de The War On Drugs. Siguen actualizando a la perfección el sonido de Bruce Springsteen o Dire Straits, por nombrar solo a dos de sus más claras influencias. Además, en «I Don’t Live Here Anymore» han ampliado un poco la paleta sonora para explorar tímidamente nuevos territorios y alejarse del tan siempre temido estancamiento. Sus canciones son brillantes, sus desarrollos instrumentales épicos, las frases de Granduciel imparables y sus melodías preciosas. Tan solo juega en contra el venir precedido por dos discos que, probablemente, sea dos de los mejores álbumes de rock que se han publicado en la última década. Pero como contra eso no se puede luchar, miremos adelante y sigamos disfrutando.
Turnstile – «GLOW ON»
El disco de Turnstile ha sido una de las mejores sorpresas de la temporada. 15 temazos sin fisuras, que aportan frescura en todos sus registros, saliendo del molde típico de una banda de punk-rock o hardcorde, con esas fórmulas repetidas hasta la saciedad. La sombra de los mejores Rage Against The Machine acecha detrás de cañonazos como ‘HOLIDAY’ o la colosal ‘MYSTERY’, donde todo es perfecto. Desde esa intro sintetizada y sugerente que se rompe en dos a golpe de guitarrazos rabiosos y una letra para dejarte la garganta cantando puño al cielo. ¡Una auténtica salvajada, de lo mejor que he escuchado en este genero en los últimos años!
Viagra Boys – «Welfare Jazz»
Entre las muchas virtudes que tiene este álbum se encuentra la de ser un disco que se disfruta de principio a fin, casi como una aventura continua y con la mayoría de los temas enlazados, a veces por un interludio de saxo a capela (‘Cold Play’) otras por unos irónicos textos que parecen leídos por un predicador pasado de vueltas (‘This Old Song’, ‘Best in Show Li’). También que es toda un viaje al interior de Sebastian Murphy, el icónico e hipertatuado cantante del grupo. Un personaje al que no te gustaría cruzarte a altas horas de un sábado noche y que arrastra una voz de desayunar carajillo y un paquete de Chesterfield a diario en los últimos diez años. De sus excesos y adicciones y del fracaso y la constante búsqueda del amor habla a pecho descubierto en estas trece canciones de punk rock ruidoso y desenfrenado, acompañado por un saxo y algunos sintes y teclados que hacen que termine por ser un disco de lo más variadito.
Weezer – «Ok Human»
En esta nueva media horita de música Weezer parecen homenajear es a las grandes obras de pop orquestal. Ni una guitarra eléctrica suena a lo largo de doce composiciones que se suceden sin pausa y en las que el protagonismo se lo llevan el piano y los arreglos orquestales, presentes de principio a fin. Sorprende ver lo bien que funcionan estos elementos en unas canciones que no pierden la esencia del grupo, aún siendo ésta una formación tan basada en las guitarras. Ni nos damos cuenta de que no están presentes gracias a los arreglos de cuerda en temas como ‘Grapes of Wrath’ o ‘Screens’, mientras que en otras como ‘Here Comes the Rain’ es el propio piano quién sustituye con soltura a los supuestos riffs. Si esto no es puro power pop sin guitarras vosotros me diréis.
Weezer – «Van Weezer»
Pues sí, has leído bien, otro disco de Weezer entre nuestros 25 mejores del año. Urge decir que no podemos ser objetivos con una banda que adoramos en estas páginas. También que, este «Van Weezer» va ganando con cada nueva escucha y que en un año tan extraño como este 2021 hemos necesitado más power pop que nunca. En este disco, Cuomo y los suyos sacaban su ramalazo más metalero ochentero sin perder esa esencia melódica que les hace reconocibles en cualquier registro. Eso y sus habituales letras tontorronas los conectan directamente con la primera y añorada etapa del grupo y eso, después de tantos discos flojos, aquí lo celebramos a lo grande.
Wild Pink – «A Billion Little Lights»
Nunca antes había escuchado hablar de Wild Pink y no ha sido hasta este, su tercer disco, cuando el azar los trajo a mis oídos. Algo bueno tenía que tener esto del algoritmo. Gracias por este descubrimiento en el que, desde la portada, la banda de norteamericana nos invita a galopar la llanura de «A Billion Little Lights». Una épica presente desde el comienzo, con la cadencia in crescendo de ‘The Wind Was Like a Train’. Perfecta canción de carretera con todo el sabor americano y una instrumentación de lo más variada que encadena un tema con otro durante todo el álbum de la forma más orgánica. Una sinfonía a través de la luz y los paisajes más evocadores ¡Vaya salvajada cómo suenan estos Wild Pink!