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Darkside – «Spiral» (2021)
Dark Light

Darkside – «Spiral» (2021)

critica nuevo disco darkside

Vaya por delante en esta reseña el hecho de que no conocía a Darkside hasta hace un par de meses y que de Nicolas Jaar en solitario había escuchado poco más que su nombre. Con estos antecedentes tan precarios y sin posibilidad de agravio comparativo respecto a su primer disco, publicado en 2103, llego a “Spiral” y me rindo ante él a la primera. Todo comenzó para mí con ‘The Limit’, tema de adelanto que me puso las antenas alerta gracias a esa línea de bajo sintetizada desbordante de groove y sentimiento funk. Sobre ella la voz distorsionada de Jaar y los minimalistas punteos de guitarra de Dave Harrington te introducen en un bucle terrenal que no tienen problemas a la hora de partir en cachos con varias roturas de ruido arrítmico a lo largo del tema. Una constante en un disco que te sumerge en un viaje lleno de sobresaltos y giros de guion, que te invita a surfear su espiral sonora y que nunca busca el desenlace facilón, a pesar de ponernos en la boca caramelos como el estribillo de ‘Lawmaker’. Difícil sacarse de la cabeza ese ritmazo, la verdad.

Si bien es cierto que predomina aquí la electrónica más ambiental, ejecutada por Jaar, Dave Harrington sabe mantenerse en un segundo plano a la perfección y poner el detalle con precisión matemática. Sus guitarras, a ratos cálidas, por momentos secas y espaciales, hacen que algunos ambientes sonoros se acerquen sin complejos a los que podrían crear los Pink Floyd más comerciales y sólo en momentos como el final de ‘I’m the Echo’ o ‘Liberty Bell’ acaba desmadrándose y poniéndose al frente de la nave. También juega con las acústicas en temas como ‘Spiral’, dotando al tema de un ambiente un tanto barroco y que de nuevo remite a la parte más ambiental del rock progresivo de los 70. Y absolutamente psicodélico es el viaje que proponen durante los ocho minutos de ‘Inside Is Out There’, tema eminentemente instrumental que parece no terminar de arrancar nunca mientras nos va dejando zumbidos, cacharrería y apuntes marcianos. 

Ocho años le ha costado a esta peculiar dupla juntarse de nuevo para publicar su segundo disco y sorprende que haya sido así viendo que la química entre los dos parece realmente imparable. Rock, electrónica, ambient, funk y psicodelia entrelazan sus brazos en una de las obras más ambiciosas, sin ni siquiera pretenderlo, del año.

 

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