Viagra Boys – «Welfare Jazz» (2021)


Con un mundo tan decadente como éste en el que vivimos sobran motivos para estar cabreados y mientras algunos canalizan esa furia de la manera equivocada otros consiguen liberarla haciendo canciones. Es el caso de unos Viagra Boys que saltaron a la palestra en 2018 con un incendiario debut que rivalizaba desde su Suecia natal con los de bandas como Shame, Idles o Fontaines D.C., todos ellos muy cabreados también. Poco más de dos años después llega su segundo trabajo discográfico, un “Welfare Jazz” con el que damos el pistoletazo de salida a los grandes discos de este 2021 que ha comenzado tan surrealista como esperábamos, con toneladas de nieve paralizando ciudades de media España. Menos mal que nos queda la música.
Entre las muchas virtudes que tiene el álbum se encuentra la de ser un disco que se disfruta de principio a fin, casi como una aventura continua y con la mayoría de los temas enlazados, a veces por un interludio de saxo a capela (‘Cold Play’) otras por unos irónicos textos que parecen leídos por un predicador pasado de vueltas (‘This Old Song’, ‘Best in Show Li’). También que es toda un viaje al interior de Sebastian Murphy, el icónico e hipertatuado cantante del grupo. Un personaje al que no te gustaría cruzarte a altas horas de un sábado noche y que arrastra una voz de desayunar carajillo y un paquete de Chesterfield a diario en los últimos diez años. De sus excesos y adicciones y del fracaso y la constante búsqueda del amor habla a pecho descubierto en estas trece canciones de punk rock ruidoso y desenfrenado, acompañado por un saxo y algunos sintes y teclados que hacen que termine por ser un disco de lo más variadito.
En temas como ‘Toad’ parece que nos encontramos frente a un Nick Cave redneck, con todo unos Bad Seeds trotando tras él. En ‘Into the Sun’ juegan con una casi molesta lentitud sonora y en ‘Creatures’ nos invitan a bailar gracias a un sinte ochentero que rebosa groove por los cuatro costados. También destacan en su vertiente puramente instrumental, con una ‘6 Shooter’ que va tomando pista con un largo desarrollo en el que rozan el kraut mientras estrujan la distorsión. O cuando despachan un fugaz latigazo punk de menos de dos minutos como el de ‘Secret Canine Agent’, toda una desquiciada aventura con agentes secretos perrunos y que es una mezcla perfecta entre esas dos bandas enemigas pero que tanto nos gustan que son Idles y Sleaford Mods. Y mención especial merece la dupla ‘I Feel Alive’ y ‘Girls & Boys’, ya en la recta final del trabajo. Ambas son como sumergirte en la cabeza del señor Murphy y ambas muestran la cara más desquiciada del sonido del grupo. La primera con un ritmo cercano al de un cabaret decadente y la segunda como toda una rave punk con un machachón ritmo de batería de bombo a negras. Por si fuera poco, el remate final lo pone ‘In Spite of Ourselves’, donde se visten el traje de cowboys para oscurecer y ralentizar el tema original de John Prine con la compañía de Amy Taylor, de Amy and the Sniffers, a las voces. ¿Unos suecos cogiendo el country y arrastrándolo hacia el punk? Cualquier cosa puede pasar en este 2021.