Entrevista con Pablo Und Destruktion: «Llegará un momento en el que todo se convertirá en dinero y cuando todo es dinero nada lo es»


«Uno sale de la caverna pero tiene que volver para decirle a sus congéneres que lo que están viendo son sombras y que sus congéneres le tiren piedras» (Pablo Und Destruktion).
Como quien vuelve arrastrado por la marea tras el naufragio, Pablo García recompone el proyecto de Pablo Und Destruktion desde otro lugar diferente, con el bagaje que da el haber surcado los turbulentos mares y haber conseguido nadar hasta la orilla. Tragando mucha agua con sal y con algunas cicatrices, pero vivo. Al fin de cuentas, ¿quién no se ha ahogado alguna vez?
Desde la tierra firme de la isla en la que le ha tocado ir a parar, el trovador astur ha vivido una serie de cambios vitales. En esta nueva etapa, editaba este mismo mes el emocionante «Futuros Valores», un disco que servía de excusa para hablar con él en una conocida cafetería del centro. En Madrid ha «cortejado» y se desempeña como profesor, alternando sus tareas artísticas con la docencia a la espera de una ansiada gira iniciática. Sin más dilación, os dejamos con nuestra entrevista:
Cuando acabaste de grabar “Predación” comentabas en varias ocasiones que algo se rompió dentro de ti, y que a partir de entonces cambiarías de rumbo. Diste incluso un último concierto como Pablo Und Destruktion. ¿Qué pasó entonces y que crees que ha cambiado en esta nueva etapa?
Bueno, estaba un poco a verlas venir, a ver qué pasaba, porque yo sí notaba que ahí había un cambio fuerte y no sabía si iba a costarle la continuidad al propio proyecto y ya me iba a callar la boca definitivamente (risas). Y estaba tanteando. Hice el libro, que fue una forma de purgar, de sacar por otro lado y dar una vuelta a esas preocupaciones que me rondaban. Y luego llegó un día que, mientras estaba yo en mis procesos de espeleología mental, se me hincharon las narices y dije: «¡Lo dejo, a tomar por culo!» . E hice eso, grabé el disco entero así y luego una vez que estaba acabado pensé; joder es que esto sigue siendo Und Destruktion. Y el problema no lo tenía Und Destruktion, era otra cosa. Y fue eso lo que se me pasó por la cabeza, que desde fuera puede parecer algo atravesado, pero bueno, fue el hilo de argumentos.
La parte buena que tiene para mí es que este último disco lo hice sin identidad artística, por así decir. Entonces eso me permitió hacerlo de una forma más pura e igualmente cuando acabé me di cuenta de que sí que seguía teniendo continuidad pero en otra jerarquía. En otro lugar. Seguía estando lo mismo pero en distintas posiciones de la pirámide (risas).
Entre estos «Futuros Valores», el último disco de Pablo Und Destruktion se abre con ‘El Cortejo’, donde dejas claro que hay tradiciones que no cambiaran jamás. Podría ser el cortejo medieval o el perreo, ¿no?
Hay cosas que están por encima de la voluntad y por encima de lo humano, que era un poco lo que quería comentar en la canción. En la parte de la canción que yo controlo. Porque a veces me preguntan, ¿qué querías trasmitir con este disco? Bueno, pues yo quería transmitir una parte, pero luego el disco transmite lo que quiere. Y esta canción por un lado parte de algo personal, como siempre, y por otra lado la ideología de la canción, por así decirlo, es hacer notable y valiosa toda esa parte que escapa a nuestro control y a nuestra voluntad. En una época ahora que es de tanta obsesión con el control, a mí lo que me mola son las cosas que no puedo controlar en realidad. Las que creo que tienen más poder además.
Sí, comentabas de estas cosas primitivas e instintivas que nunca cambian pero en el disco hay también muchos cambios. Toda la tradición de los pueblos que ha sido arrasada por el consumismo y por el reino de lo virtual. No sé qué te parece a ti, si crees que eso va a dar marcha atrás o va a petar en algún momento.
A ver, hay mucho problema en esto que planteas. Porque es muy fácil que ante la globalización y el turbocapitalismo apátrida, con esta ideas que tú dices de las identidades de los pueblos y demás, haya un efecto rebote en forma de ultranacionalismo, por ejemplo. Entonces a mí lo que me interesan no son tanto las identidades de los pueblos, sino las verdaderas virtudes humanas. Transformadas, que en el fondo son iguales y universales, y que en su bajada a tierra cada pueblo las transforma con unas sutiles diferencias pero que en el fondo son iguales. Y yo creo que son eternas también y que cambian en la escala jerárquica pero que no desaparecen. Entonces ahora estamos en una época de explosión brutal del dinero. Donde hay dinero no manda marinero. El dinero es una forma de congelar la energía, lo decía Joseph Campbell y me parece que está muy guay. Por eso es un poco perverso Wallapop, por ejemplo, porque las típicas cosas que tú tirarías o se las darías a alguien, incluso eso lo vendes.
Tú más o menos, ¿qué tendrás? ¿30 años, veintipico? Yo algo más, pero a lo largo de nuestra vida es muy notable en esta época cómo ciertas parcelas de la realidad, que antes eran aeconómicas, antieconómicas, que no nos planteábamos que de ahí se pudiera sacar dinero, pues ya forman parte del sistema también. Entonces va arrasando todo: ideologías que se creían que eran contrahegemónicas se convierten en dinero, vida privadas se convierten en dinero, familiares se convierten en dinero… Entonces llegará un momento en el que todo se convertirá en dinero y cuando todo es dinero nada lo es. Y ahí es cuando puede que estas virtudes reviertan por necesidad. Cuando tu abuela te pone un plato de lentejas y no te cobra, el vínculo que se genera ahí es otro, y es el contrario al que se genera con el dinero.
Comparto contigo este punto. Tal vez estemos llegando ya a un limite de sofisticación que de aquí a unos años igual lo más underground es irse a un pueblo con vacas y cantarle a los abuelitos.
Eso ya lleva tiempo, y yo estuve viviendo en pueblos, pero al final es difícil. Se acaba convirtiendo también un poco en una moda y hay que volver a la caverna, y para mí la caverna es Madrid. Uno sale de la caverna pero tiene que volver para decirle a sus congéneres que lo que están viendo son sombras y que sus congéneres le tiren piedras.
Entonces, bueno, el mundo se sigue concentrado en las metrópolis. Las ciudades cada vez son menos ciudades y son más centros comerciales. Hubo un paso en el que las ciudades se convirtieron en museos de sí mismas, que fue el paso previo a convertirse ya en centros comerciales. La vida está siendo muy dura, cada vez más desalmada. Solo manda el dinero y cada vez está expulsando a más gente. De los centros de las ciudades se van a las periferias y puede que por esa expulsión de gente se acabe llegando a los pueblos. Y a mí eso no me disgustaría. Prefiero eso a que en los pueblos se refugien los burgueses. Que es un poco lo que está pasando ahora. Se refugia el que puede, el que tiene una profesión liberal… pero no es tan importante que la gente viva en los pueblos como que también en esos pueblos haya, sobre todo, trabajo. Que el trabajo sea digno y que esté repartido, ya sea en pueblos o en ciudades, que es que eso va a transformar tanto los pueblos como las ciudades. Porque un pueblo chungo es terrible también, eh. Un pueblo no es bueno en sí mismo, ¡puede ser horroroso!
Es un poco la idea esta que comentabas de las grandes ciudades pero que yo creo que pasa ya también en muchos pueblos de moda, que cuando llega por ejemplo el turismo de masas, llega «a hacer la foto» y lo transforma todo.
Es que en esta expansión hacia territorios que eran antieconómicos, a mí lo que más me gusta de los pueblos, el tiempo que viví allí, es que vas ahí y estas relaciones que son antieconómicas son continuas: «Toma unas fabes aquí, toma estos huevos» y tú das a otra: «Hombre, no me des, no me des, que yo no ando haciendo trueques». Este tipo de generosidad, que también se puede dar en la ciudades y de hecho a veces se da, es más típico en pueblos porque el trabajo tradicional, y eso es lo más importante de los pueblos, era autogestionado. En muchos casos, cada casa se autoabastecía, entonces lo que le sobraba de ese autoabastecimiento hacía lo que quería con ello. Lo podía vender y sacar dinero para comprar otro material o si no lo regalas o si no lo cambias, pero tienes esa capacidad de autoabastecimiento, que ahora es completamente imposible.
Bueno, preocupado por esta transmisión de valores, hablas también de ello en ‘Ser Profesor’. Una canción en la que me he sentido bastante identificado porque yo soy profesor y veo todo eso (risas). ¿Crees que también desde la educación a veces se va un poco a ponerse la medalla, alejándose de las verdaderas necesidades educativas? ¿Se persigue a veces más el postureo de lo políticamente correcto?
Sí, es un tema muy de actualidad. El para qué está la educación y la instrucción pública. Pero hemos erradicado la institución que nos hacía conectar con lo eterno, que era la Iglesia, mejor o peor, pero… Pasa como… la caga el Gobierno y queremos destruir el Estado. A lo mejor lo que hay que hacer es cambiar el Gobierno, pero no destruir el Estado. Con la Iglesia pasa algo parecido y nos quedamos sin ritos, sin mitos colectivos y sin templos realmente poderosos que nos permitan conectar con eso eterno que coloca al ser humano en su justo lugar. Entonces como eso nos lo hemos cargado, vemos como eso se rompe en forma de sacralizar el capitalismo y el consumo que se hace, sacralizar las identidades, sacralizar los pueblos y los territorios… Y ahora este tipo de ideología, que es consecuencia del ateísmo en realidad, a veces se transforma en nacionalismos, otras veces en cualquier tipo de movimiento más o menos identitario, se acaba convirtiendo en totalitaria en cierta manera. Entonces ahora la escuela trata de encargarse de parcelas de la realidad que yo creo que no le corresponden. Por eso en esa canción hablo de no mentir y no creer en mentiras, de levantar sus imberbes barbillas y demás.
Tiene coña, porque era un trabajo para clase esa canción, de cuando me hice el máster de profe (risas). Pero sí que habla un poco de plantear la educación como un lugar de la enseñanza del cocimiento puro, del objetivo de la herramienta de emancipación de esa persona que se mete ahí, y no del aparcamiento que es ahora en muchos casos.
¿Te has metido a profe entonces?
Sí, sí, por la mañana estuve dando clase (risas).
¿Y qué? ¿Te metes mucho en política en las clases? ¿Te van a poner el pin parental? (Risas)
No, no, en el recreo a veces. Doy clase de FP de Sonido. Entonces, bueno, es muy técnico y tal, igualmente sí que tengo muy presente ahí el árbol de la vida y el árbol de la ciencia. Tú puedes entender el sonido desde su punto de vista físico y técnico o desde su punto de vista sentimental, lo que provoca. ¿Qué provoca un sonido? Pues unas transformaciones en el medio pero también genera unos sentimientos, entonces sí que les trato de recordar eso bastante. Entre otras cosas porque una de las asignaturas que doy es de Dj y me ponen reggaetón de 9 a 13. Estoy luchando ahí, que tengo una batalla encarnizada con mis alumnos (risas).
(Risas) ¿Tus alumnos saben que cantas?
Se enteraron de que canto pero no saben cual es mi nombre artístico, entonces ando en modo Clark Kent. Los profesores sí, había alguno que me conocía pero alumnos no, son de Grado Medio y Superior, bastante jóvenes. En la uni doy clase una vez al año y ahí sí que me conoce más gente, pero en FP no (risas).
¿Y cómo llevas esto de tener que lidiar un poco entre las dos personalidades: la personalidad del liderazgo del profesor y la exposición pública de cosas íntimas?
Bien, bueno al final el trabajo tanto de profesor como de trovador tiene que ver con la labor pastoral. Entonces, bueno, yo me dedico al pastoreo en general y fuera (risas).
(Risas) Muy bien. Oye y ¿cómo llevas eso de vivir lejos de la tierruca? Porque en este disco hay temas como ‘Gijón’ o el ‘Credo Paisano’ donde hay mucha melancolía a la niñez pero también bastante a la tierra.
Pues lo llevo mal, la verdad. Voy todo lo que puedo pero sí, es mi principal factor limitante. Llevo año y pico pasando más tiempo en Madrid que en Asturias, aunque voy veranos, vacaciones, fines de semana, siempre que puedo y tal. Pero bueno, vine a Madrid también para airear un poco, porque en Asturias también es complicado. Está muy envejecido, marchó mucha gente, las opciones de curro no son muchas y al final aquí acabé cortejando, que por encima de todo está el cortejo y luego ya se verá (risas).
Volviendo a la tradición del folclore, en este volumen hay canciones como ‘Gracias’ o ‘Problemas’ que me recuerdan mucho en lo lírico y en lo musical a referencias de todo tipo. Rafael Berrio o incluso Serrat se me vinieron a la cabeza. ¿Tú crees que este tipo de música tiene una continuidad en las generaciones que nunca han vivido el pueblo, ni nada de eso?
Sí, yo creo que sí porque también es algo arquetípico, es eterno. Hace mil años había gente haciendo música muy parecida a una canción como podría ser ‘Problemas’, por ejemplo, y dentro de otros mil la habrá. Aunque sea con un arpegiador electrónico o lo que sea, pero da lo mismo la herramienta que se utilice. Al final el tipo de mitología y de arquetipos que se tratan, esos son eternos y vuelven a florecer. En el caso del folk, más o menos cada veinte años hay un revival folk.
Sí, ya lo decían los griegos, ¿no? Que todas las historias fueron ya contadas y al final siempre caemos en los mismos mitos, la Arcadia, el no se qué…
Y la Biblia que no hay nada nuevo bajo el Sol. Entonces, bueno, cambian las cubiertas pero en el fondo es parecido y volverá.
¿Ha tenido algo que ver en las canciones del disco el hecho de estar viviendo aquí, alejado de tu tierra?
Hombre, como voy mucho y tal, tampoco tengo la sensación de abandono, pero algo es probable que sí. Porque cuando estaba en mi tierra mi entorno era más tranquilo, entonces yo para compensar como que metía más chica, y ahora que mi entorno es tan ruidoso, yo para compensar lo hago más tranquilo. Yo creo que ayudó a afianzar la forma del disco.
Te quería preguntar, porque tengo entendido que en el anterior disco incluso tiraste copias, las volviste a hacer… Espero que en este no hiciese falta.
(Risas) ¡Pobre Luis! No, no. No, pero tiré canciones. En este, como ya me conozco, yo grabé todo y luego empecé a tirar pero esta vez quemé archivos digitales, nada más. También fui con más calma, el disco anterior fue en estudio. El sello, que se portó muy bien Luis, de Sonido Muchacho, pero sí que me urgía un poco por fechas, y al final acabé entregando algo que yo consideraba que no estaba acabado. Porque el disco acaba cuando el disco quiere y ya está. Ni te enteras. Y no estaba acabado, entonces tuve que quemar y ajustar yo tres o cuatro cosas. Y ya tomé la decisión de que de ahora en adelante siempre me voy a mezclar yo y en la medida de lo posible me voy a grabar yo.
Estás produciendo también cosas, ¿no?
Sí, y quiero producir también a más gente y tal. Cosas que me molen y que vayan en la línea que a mí me tira, con todo lo que implica también políticamente y artísticamente. Pero sí que hay gente que hace cosas conmovedoras y en la medida en que se pueda ayudar a grabarlo y a sacarlo adelante pues se hará.
Bueno, ya terminando, con tu nuevo cargo docente, ¿habrá gira de «Futuros Valores» o serán findes y festivos?
No, no, porque… a ver lo que duro de profe (risas). Pero igualmente haré gira ahora algún fin de semana y tal y el curso que viene, último trimestre, tal y cual, me tengo que hacer una gira de pulgueros importante de estar un par de meses de viaje iniciático. Que es lo bueno que tienen las giras, cuando entras ya en viaje iniciático. Y eso haciéndolo en fines de semana no se puede. Entonces, bueno, para mí lo de profesor era sobre todo para no depender del mercado, que nunca había dependido mucho. Pero cada vez estaban teniendo más importancia los políticos en las programaciones de cultura y yo no me llevo muy bien con ellos. Entonces, era: si no hago música comercial y si además tampoco me llevo muy bien con los concejales de cultura, en general, pues algo tendré que hacer, porque desafortunadamente no soy rico. Entonces era una forma de hacer también caja de resistencia. Cuando la caja de resistencia esté llena, pues ya se verá y a ver cómo van cambiando los acontecimientos.
Para mí lo ideal es seguir dando clases, pero menos. Descargarme un poquitín para no perder el contacto con los alumnos que me mola, porque todavía están por cepillar. No se han tragado muchas gilipolleces que los que tenemos treintaytantos ya nos las hemos tragado, entonces hay una pureza en el adolescente muy guay. Son muy burros, son muy brutos y se tratan como se tienen que tratar, en el fondo. Me está sirviendo además para reconciliarme incluso con la infancia y preadolescencia, aunque estos los más jóvenes son de 16 y tal, pero me acuerdo de los compañeros que yo tenía, de mí mismo en aquella época, que lo tenía algo cruzado y me mola, me mola. Así que bueno, no quiero prescindir de la docencia del todo pero de lo que sí que no voy a prescindir es de la gira como viaje iniciático. Así que ya me las apañaré para hacerlo.
Pablo Und Destruktion abrirá la gira de «Futuros Valores» con tres conciertos que ya han sido anunciados y que detallamos a continuación:
05 de marzo – Fabra i Coats (Barcelona)
14 de marzo – Cátedra Leonard Cohen (Oviedo)
07 de mayo – Sala Clamores (Madrid)
Fotografías de Samuel Fonseca.