[Actualidad] Pablo und Destruktion – «Predación» (2017)


«Predación», el último álbum del asturiano Pablo und Destruktion nos cayó en primavera como agua de mayo y como ella nos caló hasta los huesos. Si no lo hemos reseñado hasta el momento es porque ni siquiera después del más largo verano lo hemos podido asimilar al completo. Seguramente no sea el disco del que todos los medios hablen pero a buen seguro los que lo hacen lo cogen con pinzas para diseccionarlo, como la obra de arte que es. Así afecta Pablo und Destruktion. A punto estuvo de abandonar un proyecto que antes de ser musicado fue escrito y pensado como libro, para más tarde ser representado como un musical en el teatro y milagrosamente acabar siendo su última y puede que ya definitiva referencia discográfica, al menos de esta forma. En este cuarto disco el asturiano pone punto y final a su primera etapa y da por concluido el estudio-aprendizaje de su peculiar epifanía místico-sentimental.
Comienza «Predación» maravillosamente bien con los primeros versículos de la epístola a los corintios: «Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y todas las lenguas de los ángeles, si no tengo amor soy una campana que resuena entre un zumbido constante«. El amor como eje central en todas sus vertientes. Y no es casualidad que sea precisamente ‘Amor’ el punto intermedio del álbum, como algo puro donde volver si te pierdes. Todo un baladón, el puto premio de los temerarios.
La producción de Paco Loco le ayuda bastante a establecer los contornos definitivos de su sonido y personalidad. Para muestra el arrepentimiento de ‘Puro y Ligero’ al ritmo de un bajo que saca musculo obsesivamente. También la España de «farlopa, puticlubs y jubilados» que sobrevive a costa de «subsidios y trapicheos» queda retratada en su cara más feista en piezas como ésta o ‘El Mejor Traje de Seda’, donde el músico invoca a sus ancestros para caer en la cuenta de que poco o nada cambiará si no reventamos un sistema, el nuestro, manejado en esencia por analfabetos funcionales. Se atreve de nuevo a dignificar la canción popular, como ya hiciera en su día con ‘El Pozo de María Luisa’, recuperando para la ocasión ‘A la Mar Fui por Naranjas’, a la que quieta toda la caspa que le impregnaran en su día Víctor y Ana. Continúa repartiéndolas sin guantes en la funesta ‘Un Salario Social’ o en el incendio sonoro de ‘El Enemigo Está Dentro’, más cercanas éstas al espíritu combativo con el que nos conquistara en “Sangrín”. Y vuelve a colocar el foco sobre el amor para brindarnos un final glorioso, que no feliz aunque tampoco afectado, y dando la impresión de que Pablo sale ileso de su propia montaña rusa. La hermosa esperanza de ‘Conquistarías Europa’ así lo confirma, tanto como el aire polvoriento que parece venir del lejano oeste en ‘Herejes’, con la que pone punto y final a una obra que es toda una inversión artística, de esas que no pararan de crecer con los años.