Ride @ Sala But (Madrid) 08-02-2020


Hace cinco años Ride volvían a actuar en nuestro país y lo hacían enarbolando la bandera de esa palabra que supone ya un reclamo de por sí, la de ‘reunión’. Lo hacían tras haber puesto fin a su carrera a mitad de los 90 y mostrando poderío en uno de los escenarios principales del Primavera Sound, con su nombre en luces de neón en el cartel del mismo. A aquel apabullante show han seguido dos discos de estudio y un EP, un nuevo paso por nuestro país haciendo parada en el Tomavistas madrileño y, ahora, una esperada gira por salas, y no precisamente de grandes aforos, como si la burbuja shoegaze se hubiera ido diluyendo tanto como lo ha hecho la distorsión y la rabia en sus nuevas canciones. “This Is Not a Safe Place” no es el mejor disco que han publicado los británicos pero éste por fin nos ha dado la oportunidad de disfrutarlos en las distancias cortas, y ya solo por eso hay que estarle agradecido.
Abrían la noche del pasado sábado en la sala But los también ingleses Crushed Beaks, jovencísimo trío que nos hizo pasar un buen rato con ese rock alternativo, a ratos cercano a la distorsión de unos Galaxie 500 faltos de magia y otras al pop más desenfadado y juvenil. Sin mucha parafernalia y con kilómetros de pedaleras a sus pies saltaban tras ellos al escenario Ride para arrancar reivindicando su último trabajo discográfico con canciones como ‘Jump Jet’ y ‘Future Love’. A pesar de que a lo largo de la noche dejaron claro no pretender vivir de las rentas y disfrutar tocando sus nuevas canciones, irremediablemente las más celebradas fueron las que recordaron su etapa pretérita. ‘Leave Them All Behind’ arrancó los primeros vítores sonando como un directo a la mandíbula rebosante de distorsión y el tramo final del concierto, con el triple recuerdo a “Nowhere” que supuso ‘In a Different Place’, ‘Polar Bear’ y la siempre preciosa ‘Vapour Trail’ llenaron de dulzor ese sabor, a ratos amargo, que dejaron algunas de sus más intrascendentes composiciones en el tramo medio del show. Nada que reprochar en cuanto a actitud y ejecución a Mark Gardener y Andy Bell, siempre precisos a la hora de entrelazar voces y combinar la guitarra rítmica del primero con la más libre y sangrante del segundo. Tampoco a la importante base formada por Steve Queralt al bajo y Loz Colbert a la batería, sobrios y serios como si les fuera la vida en ello. Por todo ello y por finales de concierto como el que protagonizaron de la mano de ‘Seagull’, santo y seña de los Ride más desatados y salvajes, acabamos yéndonos a casa habiendo visto un buen concierto. Desgraciadamente, también con la sensación de que habría podido ser mucho mejor.
Texto: Iván Díaz
Fotografías: Luis Arteaga
Buena crónica felicidades, a mí me gustó bastante el concierto y creo que si hubieran buscado un aforo mas grande también habrían vendido mas entradas.
Un saludo.
¡Gracias por leernos Antonio!