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Manta Ray: El porqué de evadirse a otros mundos (Parte 2)
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Manta Ray: El porqué de evadirse a otros mundos (Parte 2)

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Puedes leer «Manta Ray: La última historia de seducción (Parte 1)» aquí.

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El cambio de siglo, a diferencia del cambio de década anterior, se caracterizaría, sobre todo en los primeros años, no tanto por ser una continuidad de los 90 sino más bien porque, ya con los deberes hechos, se entregaron la mayoria de obras de confirmación, además de algunos clásicos que repuntaron. Empezaron a caerse también etiquetas como el «brit pop» o el «indie rock», con el arte y la música avanzando hacia un camino universal. El abuso de la industria discográfica (algo de lo que entonces no eramos tan conscientes) empezaba a tener los días contados y mientras que algunos miraban al futuro con esperanza otros se estancaban en el pasado. La nueva era nos hizo soñar por un instante con odiseas espaciales pero muy pronto los atentados terroristas del 11S y sus consecuencias nos hicieron estrellarnos rápidamente contra el suelo.

Volviendo de marte y antes del fugaz apocalipsis nos situamos ya en el norte de España, donde Manta Ray pasaban los últimos meses del siglo, reconvertidos ahora ya en cuarteto tras la marcha de Nacho Vegas, inmersos en la grabación de su nuevo álbum en los estudios de grabación de Kaki Arkarazo (ex Negu Gorriak) bajo su acertada supervisión. Una banda de nuevo engrasada y totalmente conectada con un productor que entiende perfectamente lo que los asturianos quieren llevar a cabo.

Como contrapunto a su disco anterior, en este nuevo paso encontraremos texturas de todo tipo; matizados arreglos de cuerda, pianos jazzies, paisajes funkys, piezas hardrock, samplers de Robert Johnson y hasta una sección de cuerdas para terminar alcanzando una especie de climax final. Hablamos de «Esperanza» (Astro, 2000).

manta-ray-portada-esperanzaEs, como su tí­tulo, un disco optimista y luminoso (o al menos lo más cerca que han estado de la luz), asumiendo que en el universo de Manta Ray las luces no son de colores sino más bien la radiación de un sol de invierno entrando en el más transparente río. Así es como suena ‘Rita’, como la banda sonora de un amanecer perfecto. Un inicio esperanzador, dando clara señal de que ‘La Vida Continúa’. En el siguiente corte, ‘Soy Quien No Fuí’, toma protagonismo una poderosa figura de bajo, que da réplica a un piano jazzero y un texto en castellano que empieza a dar pistas de lo que vendrá («…tengo un agujero en el corazón con palabras sueltas dentro de él, quizás se guarden en mí­ porque saben que soy feliz…»). Tras ésta, apagan la luz por un instante en la textura musical de ‘Esperanza’, con su peculiar atmósfera hipnótica y opresiva que acompaña a un recitado en clave de oración. ‘The Dirty Blues’, por su parte, es emocionalmente sangrante, con una base matemática sobre la que se desliza el slide de Nacho Vegas, que colabora en el tema aportándole a la banda su última dosis de esperanza. Más tarde vuelven a estallar en la prolongación de ‘No Me Dicen Nada’, con un sutil arreglo de cuerdas y toda una declaración de principios contra la mediocridad («…has hablado demasiado y no has logrado convencerme…«). Y en esta entrega se reservan la cumbre para el final del viaje con ‘Cartografías: A. Mi B.Ultima C. Esperanza’, una inmesa pieza de una soberbia musical fascinante. Tres partes unidas a través de un invisible cordón umbilical, con la voz de Mónica Vacas, de Mus, impregnando inquietud y misterio e introduciendo por primera vez el bable al lenguaje de la banda. Todo un torbellino emocional que desemboca en la más pura luz.

Una vez más sus ansias de conocimiento les llevaron a romper barreras estéticas y geográficas, firmando uno de sus discos más accesibles gracias a una soberbia producción que nunca cae en lo decorativo. Durante la gira de presentación de «Esperanza», que les lleva por varios festivales y a gran parte del circuito de salas estatal, el grupo escucha por casualidad el álbum de Schwarz «Hard Listening», un disco que rápidamente se convierte en habitual en la extensa banda sonora de su furgoneta. Su afán de experimentación no tardará mucho en despertar la inquietud del grupo, que acabarán proponiéndole a Astro, su sello, grabar un single compartido con el grupo murciano.

Así, meses después, tras largas conversaciones para definir el proyecto, Manta Ray y Schwarz se encuentran por vez primera en Gijón, ya en septiembre de 2001. A pesar de la incertidumbre inicial que suponí­a no saber si quiera si vas a empatizar personalmente, no hizo falta mucho tiempo para demostrar que todo este miedo era infudado. Con tan solo quince días de ensayo las dos formaciones encajaban a la perfección en una sola banda y el resultado del experimento se vino arriba reforzado por la potencia y la psicodelia que daban unos como respuesta a los otros. Así­, el single inicial se convertiría en casi una hora de música que fueron creando, asimilando y adaptando durante esos dí­as para acabar grabándolo todo í­ntegramente y sin ningún tipo de corte, repartiendo el material en siete pistas. Por supuesto, en su afán de ir más alla, la grabación se realizaría en directo, con las dos bandas tocando a la vez para aprovechar todo el potencial y la crudeza que supone duplicar baterías, bajos, guitarras y voces más el añadido de toda una orquesta de ruido inteligente. El resultado es simplemente demoledor y el riesgo está plenamente justificado.

manta-ray-scharwz-heptagono«Heptágono» (Astro, 2001) fue grabado en los estudios Kyrios de Madrid, con Javier Almendral pilotando la nave salvo en las versiones que se hacen mutuamente: ‘If You Walk’, de Manta Ray, y ‘I’m Bored With Rock’n’Roll’, de Schwarz. De los cinco temas restantes tres son el resultado de la magia del aquí y ahora. La densidad instrumental de ‘Here Come The Darkness’ te mete de lleno en la textura sonora que continúa viva en ‘Too Lazy’, con la siempre inquietante voz de José Luis, que sin darnos cuenta nos devuelve de nuevo a ese paisaje sereno que acaba por estallar de forma imprevisible. Tras la dupla inicial llega el frenesí­ estelar del álbum con ‘Antenna’, que más que una versión de Kraftwerk se puede considerar una evocación a la original, con un ritmo que sube para coger aire, toma fuerza y acaba explotando. Tras éstas, en las versiones que se dedican mutuamente cada cual se lleva, quizás un poco previsiblemente, la canción a su terreno pero sin desmerecer el resultado final. Les sigue la segunda versión del disco, esta vez una ‘On Some Faraway Beach’ de Brian Eno que vuelven a dejar irreconocible, llevándosela hací­a el mar de la tranquilidad hasta que el primer rayo de sol acaba cegándonos. Y cierra el álbum el tema que le da tí­tulo por ví­a instrumental, con una base rítmica muy marcada y unas guitarras que se dejan llevar por el ritmo para acabar marcando el tiempo. Tanto «Esperanza» como «Heptagono», cada uno en su año respectivamente, acabarán merecidamente encumbrados en todas las listas de lo mejor del momento.

También a finales del prolífico año de la odisea del espacio verá la luz el primer disco de Viva Las Vegas, proyecto paralelo de Jose Luis junto a Frank Rudow. Con esta nueva aventura pretende dar salida, en un principio, a los temas que no tenían un acomodo fácil en el universo de Manta Ray y acaba desarrollando un precioso proyecto construido a base de unos loops poderosos que le sirven de forma de expresión a sus mejores y más libres recreaciones musicales. Ellos mismos lo definirán como «blues narcotizado» y en 2002, aprovechando el merecido descanso que Manta Ray se toman de si mismos, Viva Las Vegas gira en formato dúo acercando su interesante propuesta a pequeñas salas e incluso algunos grandes festivales, como el FIB.

Un año después, a principios de 2003, con el fascista de Aznar apoyando una guerra que todo el paí­s rechaza, con una desfachatez y una serie de mentiras enormes, vergonzosas y sangrientas, como todas de las que siempre han hecho gala los de esta clase política, el grupo edita «Estratexa» (Acuarela, 2003). Hijo de su tiempo y como una reacción visceral hacia la realidad nace su primer disco polí­tico, entre la violencia y la intensidad. Separados amistosamente de su antiguo sello, Astro, editan este nuevo trabajo con Acuarela, quien anteriormente editarí­a el primer álbum de Viva Las Vegas. La hoja promocional que presentaba «Estratexa» decí­a: «Apártense del camino porque aplastan». Yo dirí­a que, mejor que apartarse, habría que subirse de un salto al carro y disfrutarlo.

manta-ray-estratexa-portadaManta Ray ahora son ya una banda de rock europeo, y además una de las mejores. Su proyección traspasa fronteras y, aunque sea un huracán que solo afecta a pequeñas hectáreas, por donde pasa no vuelve a crecer la hierba. Destaca la intensidad alemana y repetitiva en la textura de ‘Take a Look’ con la que abren fuego para ir incrementando la agresividiad con ‘Estratexa’, que les sirve como puente a la demoledora ‘Qué Niño Soy’ y su letra comprometida y crítica tanto en lo social como en lo político («…la fina luz te impedirá observar que sucio estoy…»). Con una sorprendente saturación instrumental y un bajo que roza el hardcore, ejecutan un asalto marciano que expresa una reacción furiosa a algo en concreto. La excasez de textos en el álbum complica determinar contra qué, así que el oyente tendrá de nuevo que aportarle un suplemento que requiere escuchas y más escuchas de este encriptado contraataque sónico. ‘Añada’, ‘Rosa Parks’ y ‘Ausfahrt’, de tendencia más densa, les devuelven a los ambientes más enrarecidos y tensos, rindiendo un pequeño homenaje musical al reivindicar con nombre y apellidos a la primera dama de los derechos civiles, Rosa Parks, figura determinante en Estados Unidos cuando negó ceder su asiento a un blanco y moverse a la parte trasera del autobús reservada para negros. Su valiente acción le condenó a la carcel pero sirvió para prender la mecha.

Una vez más, con «Estratexa», su clarividente intuición les hizo llegar donde otros no lo habí­an hecho. Alabado por la crí­tica y confirmado por un salvaje directo les llevará por primera vez a Moscú, además de girar por España, Portugal, Italia, Francia, Alemania y Bélgica. Después del tour europeo de 2003, el cuarteto marchará a EEUU a presentar este último trabajo, publicado allí por el sello Filmguerrero y distribuido por Southern. Una gira de 16 fechas de costa a costa acompañando a Sword Project en el oeste y a Chris Brokaw por el este y que les llevará recibir encendidos elogios por parte de la prensa independiente norteamericana. Tras dos años de ajetreada actividad deciden tomarse unas merecidas vacaciones antes de planear el siguiente movimiento, tiempo que Viva Las Vegas aprovecha para editar su segundar referencia, «2», y en el que Xabel Vegas empieza a trabajar en su carrera como solista, acompañándose de Las Uvas De La Ira.

A finales de año Acuarela informa que la banda ha finalizado la grabación de su nuevo álbum, previsto para 2006 y con un total de diez canciones que supondrán un concienzudo paso adelante y que de nuevo han sido grabadas con su productor habitual, Kaki Arkarazo.

manta-ray-torres-de-electricidad-portada«Torres De Electricidad» (Acuarela, 2006) es su emocionante salto hacia un rock crudo, orgánico y fí­sico, lleno de influencias que se diluyen gracias a su aplastante personalidad. Siguen en él un tanto la senda que ya abrieron en «Estratexa», sin mucha floritura sónica pero con una solvencia instrumental aplastante y apostando por el castellano como medio de expresión. Calienta motores desde el principio ‘Don’t Push Me’ a modo de mantra oscuro, que les sirve como introducción a ‘No Tropieces’; guitarras afiladas complementadas con arreglos de viento y la voz de José Luis tan desgarrada como antaño. Tras éstas, ‘El Despertar’ juega con una serie de ritmos cambiantes y ‘Mi Dios Mentira’, tan directa y concreta, les despoja de lirismo y de épica. Curiosamente, los temas dedicados al amor, (‘Añada Para Celia’ y ‘Como La Sal’) son los más decadentes del repertorio. En ellos baja la intensidad y se deshacen, no sin antes tomar un poco de aire entre uno y otro con ‘Por Que Evadirse a Otros Mundos Más Pequeños’, donde retoman in crescendo el pulso y entregan un estribillo demoledor («…todo el mundo contra la pared, todo el mundo quieto y sin hablar…«). ‘Todo Puede Cambiar’ es la respuesta de Manta Ray al pasado reciente de nuestro paí­s, su particular manera de desear un borrón y cuenta nueva y, se podría decir a día de hoy, que también una despedida encriptada. Finalmente, como si despertáramos de una pesadilla encontramos ‘Torres De Electricidad’, luminosa y optimista, evocando los peligrosos juegos de la infancia. No obstante, cuando parece llegar al fin, coge fuerza a base de guitarrazos secos para cerrar el que será el último álbum que grabarán juntos.

La gira de presentación del trabajo resultó ser uno de los mejores espectáculos de rock de ese año, descargando ruido y sudor como nunca. También hicieron sudar, basándose en una espontaneidad inaudita en ellos. Lo mismo se movían hacia el hardcore que versioneaban a Ramones o subían a alguien del público a tocar al bajo en una canción como si no hubiera mañana. Y es que algo de ello se intuí­a en comentarios hacia el publico en forma de pregunta como «¿no pensáis que estamos ya un poco viejos para el rock and roll?»

Así­, tras quince años juntos y con la sensación de que todo se les estaba haciendo cuesta arriba, a principios de 2008 Manta Ray hicieron publica su separación a través de un escueto comunicado en su página web. Antes de desvanecerse, y con la honestidad que siempre han llevado como bandera, deciden dejarlo ante el riesgo de verse trabajando sin la pasión necesaria.

Cuatro años más tarde, el 14 de diciembre de 2012, con motivo del 20 aniversario de el bar La Plaza, el lugar donde comenzó toda esta historia, los cuatro Manta Ray se vuelven a subir a un escenario para un único e irrepetible concierto que no tendría continuidad hasta el dí­a de hoy, y lo hacen con un telonero y compañero de viaje de lujo como es Nacho Vegas. Sobre el escenario volvieron a dinamitar las barreras espacio-tiempo a base de intensidad contra la nostalgia. No sonó su clásico repertorio del ayer, sino que lo reinventaron para que sonara totalmente innovador, demostrando que solo ellos tienen el mapa de ese laberinto cuya brújula tiraron al mar después de dos horas más de música salvaje en las que todo se congeló.

Texto: David Doinel

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