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Manta Ray: La última historia de seducción (Parte 1)
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Manta Ray: La última historia de seducción (Parte 1)

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Lista de Spotify para acompañar la lectura del artículo.

A principios de los años 90 el panorama musical en este país era totalmente desolador. Los grupos de la década anterior agonizaban en una muerte lenta y dolorosa que ellos mismos se provocaron. No parecía haber lugar ni medios para que pasara algo interesante. Madrid y su narcisista movida acabó padeciendo de éxito y los sellos independientes de primeros de los 80 ya pertenecían a las multinacionales. Todas las bandas que arriesgaron en un principio editaban ahora discos descaradamente comerciales, consolidando géneros tan vergonzosos y horteras como el denominado rock torero. Así acabó esta sobrevalorada década, cargándose todo tipo de infraestructura independiente de la cultura dominante.

Con más ganas que conocimiento y con una actitud crítica y rompedora hacia la generación anterior, en el Gijón de principios de los 90, una pequeña ciudad sin apenas tradición rock, empezaba a saltar a los medios una prometedora generación de jóvenes bandas independientes ajenas al discurso establecido marcados con la artificiosa etiqueta de Xixon Sound.

Fueron grupos como Manta Ray, junto a más compañeros contemporáneos, los que pondrían las piedras para construir una escena independiente sólida en este país; además de ser uno de los pocos de aquella historia que acabará desarrollándose plenamente, siendo aplaudidos dentro y fuera de nuestras fronteras.

El kilómetro cero habría que situarlo allá por el año 92 cuando Nacho Álvarez (bajo) y Jose Luis García (guitarras) toman el nombre de una canción de Pixies para bautizar un proyecto emergente que en aquellos días se va fraguando alrededor del bar La Plaza, donde asistían asiduamente los músicos del denominado Xixón Sound. Van tanteando brevemente, probando con gente como Luis Mallo (Screaming pijas) o Jandro (Radio Repulsa) hasta dar con la primera formación, ya en 1994, con un jóven y tímido Nacho Vegas (guitarra) e Isaías Sanz (batería). Serían estos cuatro los que hagan debutar a la banda en formato EP con «Escuezme!» (Subterfuge,1994) producido junto a Paco Loco, un personaje clave para entender esta época e imprescindible para la mayoría de la escena independiente nacional. Y ya en su primera grabación dejan muy claro su pasión por la experimentación y el ruido. Con él, participan al año siguiente en el 7º concurso Villa de Bilbao quedando incomprensiblemente en 2º lugar tras Little Fish (¿alguien se acuerda de estos?)

manta ray disco 1994El primer larga duración del grupo fue de un impacto brutal. Como anticipo al álbum se lanzó en formato single ‘The Last Crumbs Of Love,’ participando ya en las grabaciones Jose Luis Ablanedo (Eliminator Jr) en sustitución de Isaías. Con la salida al mercado de «Manta Ray» (Subterfuge, 1995) tanto su anterior EP como el single de adelanto se quedaban eclipsados ante esta épica cumbre. A día de hoy sigue siendo uno de los mejores discos debut de este país. Puro rock emotivo tocado con el corazón y una solvencia musical fuera de duda. En esto, y por sobre todas las cosas en los directos, es donde se desmarcaban de la mayoría de sus compañeros generacionales. Un concierto de Manta Ray ya por entonces te volaba la cabeza.

Una batería metronómica abre mediante un ritmo fascinante acompañada de guitarras en ebullición, violines y explosiones de fuerza. ‘Adamo’, el primer tema, aún siendo instrumental, tiene todos los ingredientes que va a tener el disco. Tras esta, la teatral ‘Tin Pan Alley’, clásico indiscutible desde el primer momento, se abre paso entre slides y violines rompedores conteniendo la emoción donde es necesario para acabar estallando. Continúa con el ya citado adelanto ‘The Last Crumbs Of Love’, creando una atmósfera sugestiva y misteriosa que solo rompen los guitarrazos desarmantes que van atravesando todo el contenido. En ‘I Sent To You My Blues’ vuelven a arañar el alma al oyente en uno de los paisajes imprescindibles del álbum. Como si fuera una montaña rusa emocional la manera de formular y secuenciar el orden es impecable. Así, después de la calma más total llega la tormenta eléctrica que es ‘Crazy Town’ para dar paso a la belleza acústica de ‘Someone Else’s Life’, donde la voz doliente de Jose Luis «El Rubio» recrea una melodía que raya con lo tétrico. Y para acabar cerrando, ‘Canción De Cumpleaños Para El Señor Miseria’, esa escena desoladora e inquietante que te hace creer que estallará en cualquier momento y que se queda abierta a nuevas y mejores lecturas que en un futuro cuadrarán y superarán.

Posicionado como uno de los mejores discos del año y consolidados como la mejor banda en directo, Rockdelux los definía con la frase: «como ninguno aquí, como muy pocos fuera«. Para quien tenga alguna duda, no hay más que ver vídeos como el de su paso por Benicassim en el 98 y situarse en ese tiempo y en ese lugar, donde llegaron a impresionar a los mas impresionantes Sonic Youth.

No se puede superar lo insuperable y además, el mismo chiste contado dos veces pierde gracia, siendo la nostalgia un arma que generalmente te suele apuntar a la cara. El próximo paso del grupo sería pues imprevisible. Muy inteligente por su parte no mirarse el ombligo cuando cuentas con la admiración y el respeto de la crítica.

En el año 1997 sería en el que eligen crecer como banda hasta el infinito trabajando y colaborando con artistas malditos como Javier Corcobado o con el experimental combo francés Diavolo Gum. Xabel Vegas, por entonces en Eliminator Jr, se incorpora a la batería así como Frank Rudow se encargaría de percusiones y teclados, engrandeciendo aún mas el sonido del grupo.

manta ray disco corcobado diminuto cieloTodas las expectativas puestas en esa cohesión salvaje que sería Manta Ray-Corcobado desembocaron en «Diminuto Cielo» (Astro, 1997). En su momento este álbum recibió unas críticas bastante frías, decepcionando a los plumillas mas escépticos de la prensa musical. A día de hoy me parece necesario rescatarlo y releerlo para situarlo por fin en el lugar que se merece. Ahí esta ‘Radio’, futurista, cacharrera y post rockera, dando señales de por dónde iban a ir después los tiros. También ‘Hoy No Existo’, que contiene lo mejor de los dos lotes conjuntados perfectamente, entonando un canto atemporal con el slide de Nacho Vegas arropando uno de los mejores textos de Corcobado: «…yo vi la luz de las cosas, quizás porque no existo hoy…«. De la tensión agresiva de ‘A Traición’ a la calma minimalista de ‘Luna’ o la belleza de los veranos pasados y todo lo que perdemos con ellos en ‘Cine De Verano’. Cantante y banda caminan al borde del exceso sobre una música soberbia en ‘Vida y Muerte’, ‘Puta’, o ‘Jugador’, reivindicando la dignidad del perdedor. Así hasta llegar al final con la versión de ‘Getsemaní’, que Javier se regala a sí mismo con motivo de su 33 cumpleaños. Puede que esté sobreactuada pero a mi me sigue poniendo los pelos de punta.

Los asistentes a la gira conjunta de «Diminuto Cielo» cuentan que la realidad superó la ficción llegando a sonar todo mucho más épico y visceral que en el disco. Esto empezaría a ser un hándicap para Manta Ray ya desde las primeras grabaciones.

El segundo de los proyectos compartidos se quedaría al final en una colaboración paralela compartiendo un precioso EP con los adelantados Diavolo Gum. De título irresistible, «La Última Melodía De Seducción» (Astro, 1997) contiene los mejores nueve minutos de los 90, los que atraviesan de principio a fin esa belleza en constante crecimiento que es ‘Sol’, primera canción con la que se atreven a hacerlo en castellano. Tras esta, ‘My Hell’ abre camino hacia la nueva dirección más cerebral que el grupo estaba ya emprendiendo. Por último, cierran el círculo incluyendo una relectura de ‘Canción De Cumpleaños Para El Sr Miseria-II’ cantada tambien en castellano, superando el encanto de la original y engrandeciéndola aún más con un precioso piano.

El segundo álbum de los asturianos se hizo esperar bastante. A pesar de que el grupo no había parado de tocar ni de sacar material compartido habían pasado ya 3 años desde el primer disco. Creo que hay mucha gente que necesita ver la misma película una y otra vez para acabar aburriéndose y maldiciendo todos sus defectos, digo esto porque el supuesto mazazo que para algunos supuso «Pequeñas Puertas Que Se Abren, Pequeñas Puertas Que Se Cierran» (Astro, 1998) sólo se justifica aclarando que había una parte del sector que no parecía dispuesta a aceptar nada que no fuera una repetición ni a entender que desde el primer momento a Manta no le interesó en absoluto volver a transitar el camino ya trazado.

1998 es el año en que se consolida definitivamente la música independiente en este país. Si echamos un vistazo a las listas con los mejores discos de ese año encontraremos al menos 10 imprescindibles a día de hoy (citando algunos, «Una Semana En El Motor De Un Autobús», de Los Planetas; «El Escarabajo Más Grande De Europa», de El Niño Gusano; «It’s Beautiful, It’s Love», de Sexy Sadie; etc). Sin embargo, aunque ellos ya habían firmado uno de los discos más grandes de la década mientras las bandas citadas estaban aún aprendiendo a tocar sobre el escenario, este «Pequeñas puertas…» sorprendentemente parece no existir para aquellas listas.

manta ray pequenas puertas que se abrenEs esta su obra psicodélica experimental y post rockera, producida por ellos mismos y en la cual las canciones no desean cerrarse en banda, sino que buscan ser atrapadas aún sangrantes. Cierto es que este repertorio crecería hasta hacerse gigante en las múltiples interpretaciones que tendrán en directo, como cierto es también que da la impresión de que el grupo se llevó la tienda de campaña al estudio y desmontaron el contenido hasta dejarlo incomprensible. Siendo este su disco mas cerebral, cargado de secuencias, teclados y tereming y definitivamente esencial en los detalles, llegan a abrazarnos igualmente con piezas mastodónicas como ‘Wide-o Blues’ como a encajar un ritmo excesivo en ‘O.F. King’, en la que crean un loop enfermo e infinito. El bello reposo sobre el que se construye ‘Smoke’ llega a ser un sedante para el alma y también están aquí sus primeros coqueteos con el jazz, concretamente en ‘X’. Por el contrario, ese diamante en potencia que se intuye en ‘Sad Eyed Evil’ tendrá que esperar al directo para deslumbrar en todo su esplendor.

Entregaron un álbum valiente que nadie esperaba ni podía imaginar siendo, como lo serían hasta el final de sus días, impredecibles e imprescindibles.

manta ray score directoSu siguiente paso fue «Escore» (Astro-Sidenin, 1999), para muchos otra de las cumbres discográficas del grupo. Grabado en directo dentro del marco de la programación del décimo Festival de Gijón, donde habían colaborado en anteriores ediciones, fue este, en aquel entonces, el disco que mejor difusión tuvo. Mediante una original propuesta en colaboración con la revista RockdeLux, en un principio «Escore» solo podía adquirirse junto al número de abril por un módico y justo precio. Más tarde, Astro lo editaría en edición limitada acompañando el DVD.

La idea en la que basan el espectáculo en un principio es tomar bandas sonoras para reconstruirlas y reformularlas encajándolas en su repertorio. Así, ‘Adamo’ parece formar parte del tema central de la película «Crash» (David Cronenberg) y la incendiaria metamorfosis de ‘Wide-o Blues’ lucha a guitarrazos para acabar masacrando a la orquesta de cuerdas que les acompaña. ‘Tin Pan Alley’ y ‘O.F. King’, por su parte, se ralentizan y alargan para la ocasión convirtiéndose aquí en las bandas sonoras para las películas imposibles que siempre fueron. Con ‘Everybody’s Talking’ cierran un experimento sin precedentes en este país, ajustando la interpretación y ciñéndose con respeto a la original. Y como colofón a «Escore», una pista grabada en estudio del tema central de «The Godfather», tan estremecedora y bella como la original pero llevándosela directamente a su terreno.

Pequeñas puertas se cerraban en ese fin de siglo para Manta Ray, que tal como los conocíamos llegaban a su fin con la salida de Nacho Vegas, quien anteriormente ya había dado señales de su marcha con proyectos paralelos como Diariu, junto a Ramón Lluis Bande, y que ahora tenía la necesidad de expresarse en solitario. En su cabeza ya se estaba moviendo la que sería su primera obra, la genial «Actos Inexplicables», donde reinventaría la canción de autor y conseguiría desarrollar una larga e impecable trayectoria.

Pero otras pequeñas puertas se abrirían para unos Manta Ray que, aunque tocados, nunca hundidos, se volverían a reinventar en la siguiente década, siendo como siempre imprevisibles muy por encima de sus posibilidades. Os lo contamos en la segunda parte.

Texto: David Doinel

Fotografía: Dioni Urbina

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