Festival Brillante (Chapinería) 25-09-2021


El Festival Brillante nacía con una arriesgada apuesta bajo el brazo; tratar de sacar un festival de música fuera del núcleo urbano de Madrid. En un intento por hacer suyo un formato a medio camino entre el Vida Festival, el Sonorama Ribera o las Sesiones Vermú celebradas estos años en los distintos pueblos de la periferia, el festival asentaba su campamento base en Chapinería. Una propuesta que romantizaba el entorno rural planteando un fin de semana de utopía campestre en tres jornadas de música en directo. Una especie de Arcadia que se complicaba a las primeras de cambio teniendo que sobreponerse a las inclemencias meteorológicas en su primera jornada. Además, por supuesto, de tener que lidiar con las dificultades legislativas actuales, que arrinconan cada vez más a un sector herido de gravedad. Contra viento y marea, el evento seguía adelante con la programación del viernes y finalmente debutaba su primera edición, a la cual nos acercábamos en el segundo día.
Reubicados algunos conciertos que tuvieron que aplazarse por la lluvia del viernes, por fin el sol brillaba en Chapinería y la suerte sonreía al Brillante. Alternando entre varios escenarios ubicados en distintas zonas del pueblo con actuaciones en formatos más íntimos, todo canalizaba finalmente en el escenario principal. Allí acudíamos para encontrarnos de nuevo con uno de eso grupos que aseguran una puesta en escena sin fisuras. Siempre es una maravilla disfrutar en las distancias cortas de Él Último Vecino y empaparse de su buen rollo y su carisma. Gerard Alegre sigue tan visceral como siempre, bailando como un poseso por las tablas, sudando la camiseta o hasta abofeteándose a sí mismo en el estribillo de ‘Dónde Estás Ahora’. Con sus melodías de synth pop, la formación no tardaba en poner a tono a todo el patio de sillas, desde donde bailábamos tímidamente en nuestros asientos temas tan redondos como su reciente ‘Mi Camino Perfecto’. Qué decir a estas alturas de hits rompepistas como ‘Mi Amiga Salvaje’ o ‘Tu Casa Nueva’. Pese a darlo todo en el tiempo que tuvieron, este se antojó extremadamente corto para poder entrar más en profundidad en los nutritivos repertorios de El Último Vecino o Soleá Morente, quienes tan solo tuvieron poco más de 30 minutos de actuación. Los tiempos en festivales se asumen siempre reducidos por el propio montaje y desmontaje de backline, pero en esta ocasión resultaron difícilmente justificables estos horarios.
Por su parte, Soleá Morente desplegaba todo su arte en tiempo record, consiguiendo conquistarnos por completo a base de salero, voz y unas canciones que llevan el flamenco a su lado más verbenero. Poniendo a todo el público de su parte, palmas al aire para festejar ‘Ducati’ o esa ‘Baila Conmigo’ con la que, al más puro estilo Camela, nos metía el ritmo en la sangre. Más pausada pero igualmente alegre nos regalaba esa ‘Cosas Buenas’ que terminaba por dibujarnos una ancha sonrisa como la suya. La mediana de las Morente es una de esas artistas que disfruta sobre las tablas y consigue contagiar ese mismo entusiasmo a su audiencia. El suyo sería uno de los momentos de mayor júbilo de toda la jornada. Una verdadera lástima que resultase tan breve. Con algo más de tiempo, también desde el sur y con otro vozarrón, Dandy Piranha comandaba a sus Derby Motoreta’s Burrito Kachimba en otro recital de pura kinkidelia. Lo de la banda sevillana es energía en estado bruto y es una de esas propuestas que en directo adquiere su máxima expresión. Más aún si tenemos en cuenta que, con su fantástico «Hilo Negro» por bandera, los Motoreta’s han sido una de las bandas que más carretera han cogido este año. Todo ello se traduce en un maquinaria perfectamente engrasada capaz de pasarle por encima hasta al más escéptico. Es imposible no sumarse a sus filas escuchando cortes tan hipnóticos como ‘El Valle’ o ‘Turbocamello’. Toda la banda es un pelotón ultracompacto que no se amilana ante nada ni nadie, atreviéndose incluso con la reinterpretación de la eterna ‘Nana Del Caballo Grande’ del maestro Camarón. Lo que hacen es algo muy especial y debemos de estar orgullosos de tener por aquí bandas tan personales y carismáticas como los Motoreta’s.
Con más cartel pero menos acierto, Los Planetas cerraban la velada del sábado con su descafeinado ‘Concierto Esencial’. Un formato en su origen nada desdeñable, compuesto en tridente por un gran piano de cola, las guitarras siempre ruidosas y melódicas de Florent y la característica voz de Jota, que sin embargo no terminaba por conectar con su audiencia más allá del fan incondicional. Dejaban pinceladas de gran belleza, adaptando para la causa temazos como ‘Islamabad’ o las rabiosas catedrales que levantaron en su día con ‘Segundo Premio’ y una ‘Toxicosmos’ repleta de noise guitarrero. Nos dejaban también ‘David y Claudia’ y ‘Alegrías del Incendio’, dos letras tremendas que sin embargo no encontraban en este formato la visceralidad precisa para traspasar la piel. Tampoco ayudaban en absoluto unos sospechosos aplausos y vítores que a más de uno nos parecieron salir enlatados desde los altavoces, y que no se correspondían con la realidad visual de lo que se estaba viviendo en el patio de sillas, donde más allá del éxtasis de unos pocos fieles, el tono generalizado era de cierto tedio o, como mucho, de calma. Sin ahondar en más debates, reservados para los oídos de cada cual, con Los Planetas nos despedíamos de un festival que cerraría un día más tarde su puesta de largo. Solo el tiempo y el público terminarán por determinar si tendremos un nuevo evento asentado para los años venideros dentro del siempre hipercompetitivo circuito de los festivales de música. De momento, se da por sentado que habrá Brillante el próximo año.
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