Entrevista con The Secret Society: «Cuando escribo una canción, pierdo vida. La pierdo de verdad, por eso no escribo tantas»


«No vemos a nuestros seguidores como meros consumidores y no vemos a The Secret Society como una marca que haya que vender» (Pepo Márquez, The Secret Society)
The Secret Society es uno de esos grupos especiales, que se cuentan con los dedos de las manos y con los que, una vez que conectas, te une una relación tan estrecha en lo emocional como satisfactoria en lo musical. Su cuarto disco de estudio, «Hacemos Ruidos Raros al Rompernos», llegó cuando casi ya no lo esperábamos y no hizo más que engrandecer esos lazos que nos acercan al grupo. Para hablar sobre todo ello, y con su próxima gira de cinco fechas prevista para este inminente mes de junio como excusa, cruzamos unos mensajes con Pepo Márquez, fundador y voz de un proyecto que abraza ahora más que nunca la colectividad, una de la que, como oyentes, nos sentimos partícipes.
Echando la vista atrás, vuestro anterior disco, “Peores Cosas Pasan en el Mar”, se publica en 2011. ¿Qué ocurre entre su lanzamiento y 2015, momento en el que volvéis a escena, anunciando nuevo disco con formación renovada y un concierto en Barcelona? Tras el fin de la anterior etapa, ¿en algún momento pensaste que The Secret Society como tal se había acabado?
Empiezo por el final: cuando el 5 de abril de 2013 di en El Torgal de Ourense lo que pensé que iba a ser el último concierto en la historia de la banda, de verdad sentía que se había acabado. Por esa época yo atravesaba un momento de mucho desconcierto: había estado trabajando en Iraq un par de meses, me estaba distanciando de alguna gente, estaba empezando a necesitar cambiar mi discurso artístico y pensé que lo mejor era apuñalar y enterrar a The Secret Society, porque eso me obligaría a encontrar otro lenguaje para poder expresarme. Y entonces empecé M A J E S T A D, que es un proyecto que nunca he sabido cómo continuar, pero que lo haré en algún momento. Pero esa es otra historia.
Sale «Peores Cosas Pasan en el Mar» a finales de 2011, tocamos unos cuantos conciertos en 2012, entre ellos el del Escenario Verde del FIB, y lo que tenía que haber sido una celebración en realidad es la confirmación de que las cosas no estaban bien entre una persona que ya no está en la banda y yo. A finales de 2012 me voy a Iraq y allí puedo reflexionar con la tranquilidad que da la distancia de un montón de cosas. Cuando vuelvo, tenía claro que quería poner fin a The Secret Society, así que organicé un concierto en el Torgal, un rincón mágico en el mundo. Vino gente de todas partes de España, fue muy emocionante. Luego empecé una relación sentimental con una mujer de Murcia y acabé mudándome allí en primavera de 2014, justo al mismo tiempo que le diagnosticaron un cáncer terminal a la mujer de Javier, bajista de The Secret Society y mi mejor amigo. Estuvimos 18 meses cuidando a Noemí, los últimos cinco yo viviendo de forma permanente en su casa. Mi relación sentimental con la mujer de Murcia no aguantó una apuesta tan alta, así que en verano de 2015 yo estaba sin casa y sin pareja, después de haber vivido la muerte de la mujer de mi mejor amigo. En un momento dado, antes de fallecer, Noemí me hizo prometer que iba a volver a reformar The Secret Society porque era muy importante para Javier. Y así lo hice. Volver a la actividad con una formación renovada nos ayudó mucho, a cada uno de una forma diferente. Y fue entonces cuando anunciamos los conciertos aquellos y la grabación de un nuevo disco.
Siguiendo con las fechas, y como te decía, en la web publicamos una noticia en octubre de 2015 informando de que entrabais a grabar en enero del año siguiente. Finalmente el disco se empezó a grabar en mayo de 2016, si no me equivoco, y se publicó en septiembre de 2017. Algunas de las claves y los porqués de un proceso tan largo las dabas recientemente en diez puntos a través de las redes sociales y sobre algunos de ellos quería preguntarte:
El disco iba a ser publicado por Sonido Muchacho pero, tras la grabación, parece ser que se echaron atrás. Desde entonces pasaron dos años hasta que lo publicaste bajo tu propio sello. Suena Fuerte. Habiendo recurrido en anteriores ocasiones a la autoedición, ¿por qué no fue esta vez esa la primera opción y por qué te costó tanto después decidirte a hacerlo?
Más que echarse atrás, Luis de Sonido Muchacho dejó de contestar a los emails y me mandó un último whatsapp con un “en un rato te llamo”. Han pasado tres años. Diría que más que echarse atrás, nos faltó al respeto. Yo puedo entender un cambio de opinión, e incluso de estrategia, pero lo que no tolero es que alguien no me trate con el mismo cuidado que yo le trato.
Este giro del guión me afectó: estaba sin sello y, después de grabar, también sin dinero. Como no creo en el crowdfunding, acepté las cosas como vinieron, así que me conformé con publicar el disco en las plataformas digitales que todos conocemos, porque considero que el disco es un buen disco, que tiene cosas que decir, y quería compartirlo con el mundo. Poco después Vicky se quedó embarazada y cambiaron mis prioridades económicas: todo el dinero iba a ir destinado a Aurora y a los gastos que supone tener una hija. Solo empecé a considerar editar «Hacemos Ruidos Raros al Rompernos» en mi propio sello cuando no comprometía la tranquilidad económica de mi familia, no antes.
¿Ha cambiado la situación de la música para peor en el sentido editorial desde que creaste Gran Derby?
Yo creo que el cambio más positivo entre 2010, que es cuando se fundó Gran Derby Records y hoy, es que ahora puedes hacer tiradas de vinilo más pequeñas. También hay muchos más medios que hablan de música y muchos más sellos. Y lo malo es que ha desaparecido por completo la clase media de la música. Ahora o vendes centenares de entradas cada noche durante más de la mitad de noches del año, o no te puedes ni plantear vivir de la música.
Al hablar del proceso creativo comentas que prácticamente nunca estabais todos juntos en el estudio y que las canciones iban cobrando vida un poco por partes. ¿Es algo que buscasteis de manera premeditada o fue así por una cuestión de horarios?
Fue por una cuestión de horarios. Somos un grupo con una logística de mierda que es imposible mejorar, así que he decidido centrar mis esfuerzos en otros aspectos de la banda. En la grabación solo teníamos como guía unos cincuenta archivos de audio de menos de un minuto de duración, que eran las ideas que yo había ido grabando al vuelo donde me pillara con una guitarra en la mano. Fue en el estudio donde decidimos qué parte iba dónde y qué parte seguía a cuál otra. Como un collage, pero tocando todo seguido. En un par de canciones, como no sabíamos cómo iba a ser la letra, grabamos muchos más compases de estrofas o estribillos de los que al final utilizamos por cómo había terminado la letra, así que mucha parte de la mezcla del disco fue cortar algunas cosas sin que se notaran. Fue muy diferente y, en el fondo, muy inspirador, porque hay muchas formas de grabar un disco.
Otra cosa que me llama la atención es que los textos fueron escritos mientras grabábais. ¿Es esta tu manera habitual de encarar las letras? ¿Utilizas siempre primero la música como inspiración para escribirlas y dirigirlas por uno u otro camino?
Normalmente ocurre así: yo tengo cuadernos escritos (o archivos en Drive) con muchos poemas, muchos textos, muchas ideas. Desde hace años me mando emails a mí mismo con el asunto: “Idea para letra”, de modo que luego puedo filtrar y tener todas mis “ideas para letras” a mi disposición en el teléfono o en cualquier ordenador. Y, por otro lado, tengo la música. Muy pocas veces me sale una canción del tirón, sino que más bien es un proceso de una melodía determinada y un ritmo. Y todo eso lo grabo en mi teléfono o en mi grabadora de bolsillo para que no se me olvide. Y luego llega un día en el que empiezo a juntar esos dos mundos para terminar una canción. ¿Qué es lo que dicta la métrica de mis canciones? La melodía de la voz.
Lo que ocurrió en este disco es que no quería hacer caso a poemas o textos ya escritos y quería crear algo de la nada, en el momento, utilizando quizás algún verso antiguo, pero poniendo toda mi concentración en crear algo nuevo, con un lenguaje y unas imágenes diferentes en mi propio discurso. ¿Y por qué quise hacer esto? Porque las únicas y los únicos artistas que me interesan son aquellas y aquellos que están constantemente renovando su lenguaje, poniéndose en aprietos, yendo más lejos. Yo tenía que intentarlo y en el próximo disco seguiré intentándolo de otra manera.
Mi compañero David contaba en su reseña sobre el disco que su primer acercamiento a The Secret Society fue a través de las letras de “Peores Cosas Pasan en el Mar”, leídas directamente del libreto antes incluso de escuchar las canciones. Coincido con él en que estas funcionan también así, de manera independiente, y no es algo que ocurra de manera muy habitual (sin pensarlo demasiado me vienen a la cabeza aquí los textos de Ferrán Pontón, de Egon Soda, y no muchos más). ¿Tienes un interés especial en que esto sea así? Por otra parte, ¿te ha ocurrido a ti como oyente con algún otro artista?
Antes de contestar, gracias por la comparación. A pesar de que solo conozco a Ferrán de un hola y adiós, le admiro mucho y sé que en algún momento nos tendremos que sentar a hablar de nuestras letras, porque sí creo que hay algo que las relaciona.
Obviamente, mis letras son como yo quiero que sean. No hay nada que me genere más rechazo que las letras del rock, donde normalmente se repiten los versos que menos valor tienen y donde parece que impera la ley del mínimo esfuerzo. Yo cuando escribo una canción, pierdo vida. La pierdo de verdad, por eso no escribo tantas.
Y sí, como oyente me ocurre con canciones de Ani Difranco, de Leonard Cohen, de Yoni Wolf, letrista y cantante de Why?, de Geoff Farina, letrista y cantante de Karate y, especialmente, con Kate Tempest, que creo que viene de una galaxia paralela.
En otro de los puntos cuentas que el disco iba a ser mezclado por Jay Robbins, de Jawbox, pero que por una cuestión económica no pudo ser. Desconozco las cuestiones técnicas de la grabación de un disco y no sé si es relacionado con la mezcla pero reconozco que, de primeras, me costó entrar en el sonido del álbum. Me acabó gustando mucho pero tal vez tiene un toque de crudeza al que hoy en día, con tanto producto hiperproducido y retocado, no estamos del todo acostumbrados. ¿Crees que el sonido habría cambiado mucho de haber pasado por las manos de Robbins? ¿Viéndolo con la perspectiva que otorga el tiempo, cambiarías algo de cómo se desarrolló todo el proceso “técnico” que rodeó al disco?
Lamentablemente, The Secret Society no tenemos la culpa de cómo suenen los discos de los demás. Apenas podemos controlar cómo suenan los nuestros, aunque yo siempre he tenido claro cómo no quiero sonar. Sin ánimo de ofender a nadie, yo no estoy en la música para sonar como otro grupo. Si a la gente le va bien sonando exactamente igual que todos los grupos de su espectro con los que, además, comparte cartel de festivales durante muchos veranos, les felicito. Nuestro sonido es 25% limitaciones técnicas + 25% limitaciones económicas + 25% talento + 25% de lo que yo negocie con Javi Ortiz de Estudio Brazil en el proceso de mezcla.
Por supuesto que si hubiera entrado Jay a mezclar «Hacemos Ruidos Raros al Rompernos» el disco sonaría diferente, sonaría a Jay Robbins, lo que no asegura que a ti te pueda gustar o que el disco sea un éxito.
Y por supuesto que cambiaría cosas de este disco, pero no es una afirmación que encierre arrepentimiento, sino de la autocrítica, igual que cambié en los siguientes discos las cosas que no me gustaban de los anteriores. Yo no creo que haya ningún artista lo suficientemente autocomplaciente como para no cambiar nada de un proceso que tiene tantas capas.
Por último, en otro de los puntos comentas que, a pesar de ser el primer disco con esta formación, nunca el grupo fue tan sólido. Esto confirma la sensación que tenía en los últimos meses de que, aunque The Secret Society es el proyecto de Pepo Márquez, ahora mismo parece más un colectivo que nunca, y nos está aportando muchas más cosas además de lo musical. Solo hay que pasarse por vuestras redes sociales para verlo. ¿Es vuestra intención? ¿Más allá de la música, hacia dónde te gustaría que se dirigiera todo esto?
Te felicito porque lo has entendido. Me aburren y me parecen innecesarios los grupos y los artistas que están obsesionados con ellos y que no promocionan nada más que a ellos cada vez que tienen oportunidad. Así no se avanza. A mí la promoción me parece necesaria solo en un 20%. El otro 80% prefiero dedicarlo a compartir cosas que nos gustan, que nos interesan, que nos preocupan, que no entendemos, que nos conmueven. No nos vemos diferentes a nuestro público: no estamos a un lado y el público al otro. Estamos juntos en esto y, por tanto, tratamos a la gente que nos sigue como lo que pensamos que son: gente con intereses afines, gente curiosa, gente con otras necesidades. No vemos a nuestros seguidores como meros consumidores y no vemos a The Secret Society como una marca que haya que vender. En esta manera de comunicarnos con el exterior estamos comprometidos todos, pero especialmente Ricky y yo.
Yendo ahora a las canciones del disco, éste se abre con ‘Cualquier Lujo Tiene un Crimen Detrás’, en la que cantas sobre una base electrónica como ya ocurría en ‘Suanzes: Volver a Empezar’, tema de apertura del anterior disco. ¿Hay una intención siempre con estos inicios de descolocar un poco al oyente y ponerlo alerta ya desde el principio?
Sí, claro que la hay. Igual que los bebés son más receptivos por las mañanas, creo que es importante colocar lo más raro al principio del disco porque quizás desentone demasiado en cualquier otro lugar. Además, no me gusta acabar los discos con la canción rara, como si no supieras dónde meterla y la pones casi como de tema extra.
También en la letra encuentro alguna conexión con tu anterior disco, como si esta sirviera definitivamente para cerrar una etapa, dejar atrás aquello y proclamar que se viene una nueva. ¿Es así o le he dado un sentido demasiado personal?
Es una introducción, como un primer capítulo que marca un poco el tono de los discos. Es una manera de decir: “Hola, soy Pepo Márquez y ahora mismo estoy en este punto”. El resto del trabajo lo haces tú como oyente, relacionando cosas que pueden o no estar relacionadas.
Me apasionan los discos que tienen, o a los que consigo darles, un sentido completo en este mundo lleno de singles, adelantos y escuchas rápidas. La secuencia de canciones en “Hacemos Ruidos Raros al Rompernos” me parece muy acertada. Veo un primer bloque de temas que conectan con los Secret Society que podíamos esperar y a partir de ‘Schrödersweb 4 (Hamburgo)’ un bloque más experimental que ha terminado por convertirse en mi preferido. El toque reggae o dub de ‘Podemos Ser Todas las Personas a la Vez’, la electrónica de ‘La Primera Gran Pérdida’ o esa “balada” tan personal que es ‘La Otra Gloria’, con esos preciosos vientos al final. Después llega ‘Pelayo, 46 (Madrid)’ y volvemos a los Secret Society del inicio, con el siempre necesario arrebato punk final. ¿Cual es tu visión sobre la secuencia de canciones o tu intención a la hora de ordenarlas?
Te agradezco mucho esta pregunta, porque normalmente no se suele apreciar el trabajo que hay detrás de secuenciar un disco. Yo no sé cómo lo hace el resto, pero a mí me lleva mucho tiempo y cuando estoy grabando, ya estoy pensando en cómo secuenciar esas canciones.
Para un grupo como el nuestro, que no depende de tener singles o hits o como quieras llamarlo, el orden de las canciones tiene que contar algo. Y para mí, más que seguir con un hilo argumental en las letras, todo se basa en el ritmo, no solo mantener la atención y la tensión de la persona que escucha a lo largo de tres cuartos de hora. Me gusta pensar que nadie sabe qué tipo de canción va a venir después, porque hemos llegado a un punto en el que podemos hacer lo que queramos: meter cajas de ritmo, sintes, vientos, hacer una balada o un rap, y nadie se llevaría las manos a la cabeza. Enriquecer nuestro discurso con la propia música es algo que me tomo muy en serio y la secuenciación juega un papel fundamental en ese discurso.
Creo que nunca antes habíais utilizado sonido de vientos en vuestra música y tengo que decir que os sientan como un guante. ¿Por qué has decidido utilizarlos? Conocemos tu gusto por el rock, el hardcore, la electrónica o el rap pero, ¿escuchas habitualmente también a grupos que recurran a estos sonidos?
De las cosas que más me gustan en el mundo es el jazz. Diría que me gusta el jazz por encima de todas las cosas. El jazz y la música jamaicana (el dub, el ska, el reggae, el mento, etc.). Tengo el sonido de los metales muy interiorizado y no sé cómo llegamos a la conclusión de que necesitábamos vientos en esa canción, pero fue una decisión. Me da pena que no haya sido hasta el cuarto disco que no hayamos incluído vientos, pero ahí están. Eso y el solo de ‘La Otra Gloria’ suponen, al menos, la mitad de lo que la gente está pagando por el disco.
También quería mencionar el tema ‘Ya Solo Quedan Marcas’, otra canción con la que me habéis traspasado gracias al texto pero también a sus coros, otra faceta que creo que antes no habíais explotado del todo.
Muy buena observación. Creo que simplemente salió así. Estaba en estudio y estaba pensando cómo remarcar esa parte y se me ocurrió eso, probablemente influenciado por una canción de Why? donde hay dos voces que cantan cosas completamente diferentes. Creo que hay una de The National que también pasa. Me gusta eso de hacer un poco de lío con las palabras, porque creo que queda interesante. Yo nunca escucho mis discos, pero cuando la tocamos en directo me divierte mucho que Javier me esté haciendo los coros y yo esté cantando otra cosa. Siempre acabo riéndome al final de esa parte.
En definitiva, se podría decir que este es sin duda el disco más variado del grupo. No sé si estáis preparando nuevos temas y si es así en qué dirección van estos.
Se va aproximando más a lo que me gustaría que fuera The Secret Society, un grupo que bebe de muchos estilos pero que solo suene a nosotros. Muchas veces, cuando alguien me pregunta qué estilo hacemos (me ocurre a menudo, especialmente en contextos no musicales) siempre opto por decir que hacemos “rock así, un poco oscuro”, para que se entienda. Muchas veces ni eso se entiende. “¿Pero como quién, como Héroes del Silencio?”, me han llegado a contestar. Es una pena el nivel musical de la gente que no está involucrada en la música en España. Agradezcámoslo a los diferentes Gobiernos que llevan décadas ninguneando a la asignatura de Educación Musical.
Hasta el momento, todas las ideas que he ido grabando de canciones van en una línea mucho más dura que de costumbre. Algo entre Hot Snakes y Planes Mistaken For Stars. No tengo ni idea de hacia dónde lleva esto. Tampoco tengo prisa.
Me gustaría viajar un poco atrás en el tiempo, porque “Peores Cosas Pasan en el Mar” es uno de esos discos que marcó mi vida. Decía Enric Montefusco en una de sus letras que “el duende nace del dolor” y me viene también a la cabeza “A Propósito de Garfunkel”, de The New Raemon, por girar en torno a una ruptura sentimental y ser un disco tan redondo y tan fácil de hacer nuestro. No sé si estás de acuerdo con que las mejores obras artísticas surgen del dolor. También me gustaría preguntarte cómo afrontas a día de hoy el interpretar esas canciones que, imagino, te harán viajar a un momento de tu vida entiendo que muy importante.
Esta es otra buena pregunta. No creo que la mejor música nazca únicamente del dolor, pero sí creo que las mejores reflexiones sobre uno mismo son consecuencia de los momentos cruciales de la vida (puede ser una ruptura, una muerte, un cambio de ciudad, el nacimiento de un hijo o una revelación divina, qué sé yo). William Burroughs decía que “los artistas soñamos para el resto de gente” y me gusta mucho esa afirmación. Los artistas tenemos la capacidad de ponerles palabras a sentimientos que todo el mundo conoce pero que no siempre sabe expresar. Es justo en ese punto donde conectamos unos y otros. Es decir: el dolor no tiene el monopolio de la creación ni de los resultados más profundos. Me molesta un poco esa idea de romantizar el dolor y con este disco me negué a ir a pescar letras en ese caladero, porque ya lo hice una vez y no quiero repetirme. Lo hice una vez, sé que lo hice bien y para mí ya está cerrado ese frente, de momento. En este disco hay letras que hablan de la muerte (‘La Primera Gran Pérdida’), de la frustración política y social (‘Aquellos que lo Quieren Todo no Merecen Nada’), de la dicotomía Oriente/Occidente (‘Podemos Ser Todas las Personas a la Vez’, ‘Cualquier Lujo Tiene un Crimen Detrás’ y ‘Una Canción Sin Nombre y el Primero de The Streets’) o de esa sensación casi inalcanzable de los primeros momentos de un amor (‘La Otra Gloria’). También hay canciones-venganza como ‘Ya Solo Quedan las Marcas’. Es otra forma de escribir, donde sigo poniendo todo lo que tengo y sé al servicio de las letras.
Como decíamos antes, aquel disco fue publicado por tu propio sello, Gran Derby, y este ha terminado saliendo bajo Suena Fuerte, una nueva aventura que tuvo bastante actividad durante un tiempo pero que no sé en qué estado se encuentra ahora. Tras apoyar con fuerza la carrera de RRUCCULLA decidisteis separar vuestros caminos y desde entonces no hemos tenido más noticias sobre ello. ¿Te veremos en un futuro cercano trabajando con otros artistas?
Suena Fuerte siempre está activo. Ahora estamos empezando a trabajar con Atención Tsunami, un grupo con un talento descomunal para hacer canciones y letras y que está formado por gente brillante, educada, amable y sabia. Siempre tengo cosas por ahí, porque siempre hay artistas de mi escena, próximos, que me vuelven loco. Es verdad que por motivos laborales de “mi otro trabajo” no he estado tan activo ni tan visible, pero no pasa nada: la intención y el apetito están intactos.
Alejándonos un poco de lo puramente musical y para ir terminando, de cara a vuestros próximos conciertos pedías en redes sociales que entre el público de estos hubiera el mismo número de mujeres que de hombres. ¿Cuál crees que es la mejor manera de fomentar que esto ocurra, si es que hay alguna? Y, por otra parte, no te voy a preguntar si crees que el mundo de la música es machista, porque tristemente no sé si hay algún ámbito de nuestra sociedad que no lo sea, pero ¿crees que poco a poco se están haciendo mejor las cosas? A nosotros nos anima cada día ver la cantidad de mujeres en promotoras, discográficas, sellos, agencias de publi y demás con las que trabajamos.
No me gustaría que esa declaración de que no me gustaría escribir solo para personas de mi género se malinterpretase. Simplemente traté de plasmar un sentimiento y es que, por un lado, mis letras no son de hombre a hombre, sino de Pepo al mundo; y segundo, que hay algo sentimental en The Secret Society que nos conecta muy fácil con personas sensibles, tanto mujeres como hombres, pero que no me gustaría que la imagen de ver a cinco maromos encima del escenario se tradujese automáticamente por “ok, otro grupo de cinco maromos en el escenario”. Sí, somos cinco hombres tocando música ruidosa, pero no me gustaría que fuera eso lo que echara para atrás a algunas mujeres o a algunos hombres.
¿Se están haciendo mejor las cosas? Sí, soy optimista. Pero queda muchísimo por hacer. Y recuerdo a quien le pueda interesar, que todavía no ha habido un #MeToo dentro de la música española. Y que el día que lo haya, nosotros sabremos de qué lado estar.
Siendo hoy miércoles post-electoral y viendo los desastrosos resultados en la Comunidad de Madrid, donde ambos residimos, no me resisto a preguntarte cómo ves el panorama de cara a los próximos cuatro años. Una vez más se señala a la abstención y la división de la izquierda como culpables de la debacle pero siendo realistas casi fue un milagro que Carmena pudiera gobernar hace cuatro años. ¿Cómo has vivido este gobierno en lo relacionado con el ámbito cultural? ¿Crees que se han tomado medidas en lo local que apoyen a la música?
Es evidente que los cuatro años de Ahora Madrid en el Ayuntamiento han supuesto avances en muchos sentidos, también en lo cultural (al menos en lo que se ve), aunque también han tenido sus sombras. Yo no voté a Carmena hace cuatro años porque no estaba empadronado en Madrid y tampoco la voté ahora. Pero fui a votar, que ya es más de lo que hizo un montón de gente que podrían haber votado a la izquierda pero decidieron practicar el abstencionismo a su manera, que es quedándose en casa poniendo cualquier excusa. Me da vergüenza pensar en ello.
Siempre queda muchísimo por hacer en el terreno local y creo que algo importante es fomentar las escuelas musicales, facilitar el acceso a la música a personas de todas las edades, no solo conciertos y ciclos interesantes. Creo que lo que le hace falta a Madrid y a España es un tejido de escuelas de música potente, donde se enseñe música con alegría y brillantez, como hace la gente de El Molino, por ejemplo. Y que esa red sea pública.
Fotografía: Jordi Antón