Dean Wareham + Ryder the Eagle @ Independance Club (Madrid) 11-07-2021


Han pasado más de 30 años desde la publicación por parte de Galaxie 500 de su segundo disco, un «On Fire» que, con la posterior separación del grupo, fue adquiriendo poco a poco ese aura de álbum de culto que le rodea hoy. Por eso, y por lo fielmente que seguimos por aquí cada paso de Dean Wareham, que este decidiera rescatar sus canciones para interpretarlas en directo de nuevo nos cayó encima como un auténtico regalo. Malabarismos y retrasos pandémicos mediante, por fin la gira llegaba a nuestro país, y un lunes de resaca festivalera aterrizaba en Madrid, en una Independance que no presentaba mucho más de medio aforo completo.
Tal vez la fecha no era la mejor, tal vez a la gente no le apetecía recordar estas canciones sin 2/3 de la banda que las compuso, o tal vez el culto a los Galaxie ha ido quedando atrás en beneficio de propuestas más actuales de Wareham, como la de unos Luna que son también habituales por estos lares. Sea como sea, lo que está claro es que sus canciones siguen sonando hoy frescas y vigentes y que en su traslación al directo ganaron empaque y contundencia, pero sin dejar de lado ese toque naif que las caracterizaba. Como el propio Dean narraba en su imprescindible autobiografía, «Postales Negras», Galaxie 500 estaban lejos de ser unos virtuosos de sus instrumentos, pero lo que importaban eran las canciones, y en eso eran los mejores.
Se encargó de abrir la noche el francés, Ryder the Eagle, con todo un espectáculo de variedades. Ataviado con un traje digno de Elvis y sin más soporte instrumental que las bases disparadas desde su teléfono móvil, el peculiar cantautor conquistó a la audiencia situándose entre el excentricismo de Orville Peck y la sensualidad de Father John Misty. Y por si no fuera suficiente su profunda voz de crooner se dedicó en toda la parte final de la actuación a corretear por la sala, subirse a barras y escaleras, retozar por el suelo, cantarle de rodillas a la cara a alguna chica del público e ir lanzando parte de su indumentaria al escenario. Todo ello mientras Britta Phillips, bajista de Luna y también de la formación de Dean esta noche, despachaba camisetas y discos en el puesto de merchan.
Tras el curioso espectáculo llegaba el turno del plato fuerte y en formación de cuatro músicos (con Roger Brogan a la batería y Derek See a la guitarra, además de Dean y Britta) la banda arrancaba presentando algunos temas del último disco de Wareham en solitario, un «I Have Nothing to Say to the Mayor of L.A.» que, sin ser una obra maestra, contiene algunas buenas canciones, porque el que tuvo, retuvo. Especialmente disfrutable fue el rollito crepuscular de ‘The Last Word’, las melodías de ‘Cashing In’, un tema que suena a clásico por los cuatro costados, o las guitarras cristalinas de ‘The Corridors of Power’, canción con la que abrieron el show y en la que ya mostraron un sonido impecable.
Todo muy disfrutable, sí, pero se dejaba entrever la frialdad entre un público que había venido a lo que había venido y que comenzó a soltarse en cuanto sonaron los primeros compases de ‘Blue Thunder’. Seguro que no fui al único al que se le erizaron todos los pelos del cuerpo gritando puño en alto eso de “I’ll drive so far away”. A partir de ahí, derroche constante de emociones, con Dean clavando como nunca creíamos que lo haría aquellos lejanos falsetes, con los coros de Britta siempre presentes y con un Roger Brogan sobresaliente en su respaldo instrumental.
El repaso de canciones fue bastante fiel al original; sonó la armónica inicial de ‘Leave the Planet’, Britta tomó la voz cantante en ‘Another Day’ haciendo las veces de Naomi Yang y, salvo algún ligero desmelene instrumental, todo estaba donde tenía que estar. Lo que sí se alteró fue el orden de las canciones respecto a la versión de estudio para acabar, por todo lo alto, con una profundamente coreada ‘Isn’t It a Pity’, para nosotros más suya incluso que de George Harrison, y, cómo no, ‘Strange’, tema que ya habíamos escuchado en voz de Dean en alguna de sus giras con Luna. Si hay una canción que define el sonido y la actitud de Galaxie, lo es esta sin duda. Una canción que, desde la sencillez de su letra te mira a los ojos y no te deja apartar la mirada. Ya solo por ella mereció la pena estar allí aquella noche y lo que ocurrió después, en un bis en el que sonó la muy conveniente ‘King of Spain’, fue casi secundario.