Block Party Arganzuela @ Madrid Río (Madrid) 16/10/2021


Seguramente ninguno de los cientos de asistentes al Block Party del pasado sábado podía imaginar un evento tan memorable cuando compraron sus entradas hace semanas. Con absoluta incertidumbre, echando un nuevo pulso a las autoridades y con el sentido común a favor, la organización planteaba la primera edición de este festival de día en el distrito de Arganzuela, solo a unos pasos de ese epicentro cultural de Madrid llamado Matadero. Sin saber cuáles serían las medidas para ese momento (especialmente punitivas con la música en directo), la audiencia respondía agotando todas las entradas en pocos días, dejando en manos del destino y la política el formato definitivo del festival. Con ilusión vivíamos como se iban sucediendo los primeros conciertos de pie, avanzando paso a paso hasta llegar a esta fecha marcada en el calendario.
En horario matinal, Monteperdido tenían el honor de cortar la cinta de la primera edición del Block Party. Ni el bochorno en el aire ni la hora impidieron que una gran parte del público se agolpara en la explanada para disfrutar del directo de la banda. Por aquí teníamos muchas ganas de ver cómo respiraban en directo las canciones de su debut homónimo en larga duración. Lo suyo recuerda a una mezcla entre el pop indie de formaciones como Las Ligas Menores y el power pop vitaminado de Yawners. En su cara más melancólica, ‘La Distancia’, ‘Tarot’ o ‘Edad de Oro’, con especial mención al comando Salamanca, eran comandas por una Bego de Ordesa (bien tirado el nombre), que pese a no estar al 100% de salud, como ella misma reconocía, daba el callo sobre las tablas. El acento más enérgico llegaba con ‘El Balcón’, una canción de nervio y rabia punk de las que tanto nos gustan.
El punk ganaba aún más enteros, respondiendo a las buenas pintas de la mayoría del respetable, con el relevo de Tiburona. El trío llegaba al Block Party sustituyendo a Amparito y desde el primer guitarrazo salían a morder. Gran puesta en escena desde el vestuario hasta la actitud, defendiendo en directo también su primer disco de estudio recién publicado. Ácidas y cañeras, nos regalaban tonadillas feministas como ‘Sola y Feliz’ o una ‘Qué Viene el Lobo’ en la que invitaban a subir a Álvaro, de Biznaga. Con un buen gusto también por los sonidos más surf, nos hacían bailar con ‘Escuale’ o una ‘Aquí en Mi Nube’ de tintes ramonianos. Un referente aún más acentuado y punkarra que no escondían en ningún momento la Fundación Francisco Frankenstein. Con dos acordes, estribillos en bucle y canciones despachadas en poco más de un minuto, la banda mallorquina divertía y convencía con su directo. ‘No Se Os Puede Dejar Solos’, ‘Negacionista’ o ‘Yo No Hago Surf’ hacen perfecta justicia de lo que puede ser un concierto suyo. Nos hicieron reír y mover los pies y eso ya es bastante que agradecer en estos tiempos.
Y del punk rock de corte neoyorquino pasamos al influenciado por la costa opuesta con el sonido de Yawners. La banda liderada por Elena Nieto, asentada ya en el formato (power) trío, lleva ya unos cuantos años brindándonos alegrías. Ya antes de la publicación de su segundo disco, un «Just Calm Down» rebosante de cosas que nos gustan, disfrutamos en varias ocasiones de su directo y las ganas de escuchar nuevas composiciones de la banda no hacen sino crecer desde entonces. El pasado sábado salieron triunfantes ante una audiencia que empezaba a arremolinarse en las primeras filas con la caída de la tarde y recibía con entusiasmo ese punk rock urgente, juvenil y desenfadado, de tintes noventeros y actitud jovial. Temas como ‘Forgiveness’ o ‘Please, Please, Please’ hacían que intuyéramos algunos rayos de sol entre las nubes y la muy celebrada ‘La Escalera’ dejaba claro que su propuesta funciona a la perfección también en castellano. De hecho, ojalá sean en ese idioma los siguientes pasos de la banda.
Tras la eléctrica descarga de Yawners tocaba hacer una pausa y coger fuerzas, pues el día no nos había dado respiro. Los sacrificados, sintiéndolo mucho, fueron Los Nastys, que presentaban en casa sus más recientes singles. Otra vez será. A quién no pensábamos perdernos por nada del mundo era a Biznaga. 2020, ese año horrible para llevar canciones al directo, fue el de la publicación del sobresaliente «Gran Pantalla», culminación definitiva (hasta hoy) de un sonido que llevaban tiempo trabajando y que, visto lo visto, trasladan al directo como si fueran una apisonadora. Con su show se hizo definitivamente de noche, desaparecieron las distancias y durante una hora sentimos como si estuviéramos de vuelta en 2019. Acompañadas de un pogo constante y salvaje sonaron esas puñaladas musicales que tan bien imparten. Desde su sonido hasta su imagen y manera de moverse en el escenario, e incluso a través de las proclamas lanzadas entre canciones desde las tablas, Biznaga parecen proceder de otra época. Una en la que el punk era algo peligroso para las élites, en la que las canciones transmitían un mensaje y en la que las frustraciones personal podían liberarse a través de la conexión entre el músico y el espectador. El concierto de Biznaga fue una celebración de la vida, una liberación y un desahogo para quienes vivimos la música como algo que nos atraviesa y nos hace seguir en pie cada día. Madrid dejó por un rato de ser ‘Una Ciudad Cualquiera’ para convertirse, al menos durante la hora que duró aquella descarga, en el único lugar en el que estar. Gracias, Biznaga.
Era difícil reponerse de aquello pero para ayudarnos no tardó en comenzar el show de The Mystery Lights. Los de Brooklyn se encargaban de cerrar la noche y lo hicieron dándonos mucho más de lo que esperábamos. Si sus canciones en el estudio suenan crudas y directas, incluso con un sonido lofi con no apto para todos los oídos, en directo lo suyo es otra historia. La banda deja atrás sobre el escenario su parte más garagera para viajar hacia una psicodelia hipercontundente, con los teclados por bandera y los desarrollos instrumentales a la orden del día. Las canciones se iban entrelazando entre una bruma sonora con la que terminamos de cerrar un día que siempre nos llevaremos para el recuerdo. Tras diez horas de música abandonábamos la explanada del Matadero con la enorme satisfacción de pensar que, ahora sí, estamos volviendo a la normalidad.
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Texto: Luis Arteaga e Iván Díaz