Biznaga – «Gran Pantalla» (2020)


Inspirado por la sociedad de las pantallas, el último disco de Biznaga llegaba en el momento preciso. Poco después de su estreno, paradójicamente, las tecnologías virtuales se convertirían en el único nexo de unión para multitud de personas durante los largos meses de confinamiento, haciendo aún más actual si cabe este «Gran Pantalla». Literalmente, como anticipan en ‘2K20’; «Dios, la pantalla es Dios, y yo su apóstol». Pero esto viene de muy lejos y aquí están Biznaga para contarlo, siempre a su manera.
Desde sus inicios, la banda formada en Madrid se ha caracterizado por vomitar sus preocupaciones en canciones, poniendo el enfoque crítico y contestatario que debería tener siempre el punk. Y en esta ocasión, vuelven a agitar conciencias con un disco temático que gira en torno a la nueva forma de esclavitud del siglo XXI: la de los humanos al mundo virtual. Matrix, el Black Mirror más distópico que ya no es tan ficción como parecía. En muchos casos ya no es futuro, es el triste pan nuestro de cada día. Subyugados a ser marionetas de las redes y de nuestro propio alter ego virtual. Deudores de las palabras de un «yo» anterior y de las imágenes que proyectamos de nosotros mismos para generar otra identidad virtual. Un producto nuevo, definido a partir de hábitos de consumo, tal y como cantan en ‘2K20’: «Yo, soy lo que busco, soy lo que produzco». Una realidad que afecta transversalmente a todo lo que conocemos, llegando incluso a redefinir los espacios. En ‘No-Lugar’ le cantan a esos no-lugares vaciados de su anterior significado que, de alguna manera son ahora empaquetados y comercializados.
Igual ocurre con la memoria. El balazo directo que supone ‘Error 404’ realza todas esas vivencias, recuerdos e información que hemos, voluntariamente, entregado a Internet y que de un día para otro desaparecen. Metáfora que va mucho más allá de la lectura superficial. Esto tiene mucha miga. Una vez que hemos entregado nuestra memoria a las redes, dependemos de ellas para recordar. Ahí están los recuerdos de Facebook, los cumpleaños de los que ya no nos acordamos, las fotos de hace cuatro veranos y, en definitiva, toda nuestra memoria. Ahí, a merced de los antojos de una empresa. Cada vez más alejada de nosotros mismos. Lo que nos lleva a la gran pregunta; ¿realmente, es esto ser libres?
En este sentido ‘Libertad Obligada’ suena aún más valiosa con todo esto del teletrabajo, con el que muchos de nosotros nos vimos instaurando lo laboral también en nuestro ámbito privado. Los grilletes directamente anclados a la cama, dejando incluso anticuada esa frase que aludía a todo un estilo de vida; del trabajo a casa y de casa al trabajo. A veces ya no existe ni siquiera ese momento de transición. Del trabajo, ¡al trabajo! O perfilando otras aristas del cubo ‘Producción de Sentido 24/7’ y ‘Motores de Búsqueda Avanzada’, donde Biznaga muestran sin tapujos los condicionantes del big data en nuestra vida diaria actual. Y es que estamos en un punto en el que incluso es una app de citas la que, relacionando variables aritméticas y datos informáticos nos dictamina cuáles serán nuestras «parejas ideales» ocultándonos al resto. Nuevamente vuelven a desafiar toda esta basura con consignas muy claras: «La libertad se conquista, no se instala».
Más matices tenemos en ‘Adorno’, en la que palmas y guitarras con tintes mudéjares amplían el abanico. O en los temas más directos, de puro latigazo punk, como ‘Atentado’ o la brutal ‘El Último Episodio’, en la que sobre una base rítmica imparable cargan contra el imperio del filtro. Mención destacada para esos dos cortes intermedios que anuncian turbulencias, la distópica voz robotizada de ‘La Pantalla: Usos’ y su catastrófica continuación, ‘La Pantalla: Abusos’. Y ahí está seguramente la clave. No abusar ni dejar que abusen de nosotros este ejército de pantallas y todo lo que se articula por detrás.
Precisamente sobre las libertades y su relación con los medios, se preocuparon hace algunas décadas estudiosos de los mass media como Marshall McLuhan y pedagogos como René La Borderie, que defendieron a ultranza la necesidad de educar también en esto. La alfabetización audiovisual suma ahora también la necesidad de la alfabetización tecnológica, que no solo implica saber usar la tecnología sino aprender a relacionarse de manera sana y verdaderamente libre con ella. Unas materias que evidencian graves carencias en la actualidad y que resultan vitales para construcción de una ciudadanía crítica. Valores que, no obstante, interesan muy poquito en el sistema, que por el contrario lo que premia es seguir ampliando el rebaño. Por todo esto, discos como este son ahora la mejor forma de pedagogía para toda una generación de nativos digitales que han nacido ya con esto puesto. ¡Chapó!