Yo La Tengo @ The Music Station (Madrid) 02/05/2023


A estas alturas de la película, con casi cuarenta años de trayectoria a sus espaldas, el talento musical de Yo La Tengo es algo fuera de toda duda. El trío más famoso de Hoboken ha sabido trasladar hasta nuestros días la herencia de las melodías más ruidosas del rock, esa senda que comenzaron a caminar la Velvet Underground para demostrarle al mundo que el noise podía ser también profundamente bello. Y es que bajo ese caparazón de distorsión se albergan tres músicos con un virtuosismo insultante, capaces de cambiar del caos a la calma en cuestión de segundos, intercambiarse todos los instrumentos entre ellos y seguir sonando sin fisuras. Una organización horizontal en la que los tres cantan, los tres componen y los tres conforman una banda de personalidad irrepetible. Por si fuese poco, este año editaban uno de los discos más apabullantes del año y, dicho sea de paso, también de su extensa discografía.
Con la excusa de presentar en directo las canciones de este recién estrenado, «This Stupid World», Yo La Tengo llegaban a Madrid a un recinto inusual; algo así como un teatro construido en plena estación de trenes de Príncipe Pio. Con una puesta en escena plegada al formato teatral, se dividiría el setlist en dos actos perfectamente orquestados: un primer acto de cadencia eminentemente pausada y un segundo acto para desatar la furia de las guitarras. En esta primera mitad, exploraban su vertiente más atmosférica con canciones como ‘Ashes’ o ‘Last Days of Disco’, en las que desde las percusiones y bases rítimcas de Georgia Hubley y James McNew se añadían todo tipo de matices. Las mismas se tornaban negroides y misteriosas en ‘Tonight’s Episode’ y una ‘Sinatra Drive Breakdown’ donde Ira Kaplan empezaba a afilar los cuchillos de la distorsión. No faltaban baladas marca de la casa, como la preciosa ‘Aselestine’, con la voz de Hubley resonando en toda la estación.
Tras un interludio de quince minutos para reponer fuerzas, el frenesí de la gran ciudad y sus permanente ruidos entraban en escena, pero lo harían poco a poco. Abrían la puerta con la espídica ‘Cherry Chapstick’ para recobrar el aliento en ‘For You Too’. Maestros en manejar los tempos del directo, alternaban intensidad y tranquilidad, sonando con calma ‘Big Day Coming’, ‘Autumn Sweater’ y una ‘Mr. Tough’ con la que ponían el contrapunto bailongo con su mezcla de jazz tropical de cabaret. Una delicia para los sentidos. ¡Y a partir de ahí, la tralla!
Es imposible no agitar la cabeza con los ramalazos de ‘Fallout’, una de esas canciones que me recuerda a las vísceras de Sonic Youth. Sin duda, mi corte favorito de su último álbum. La llevaban al directo con Kaplan absolutamente demenciado, estrujando su guitarra como si fuese una exprimidora. En la misma línea, aceleraban con la lisergia noise de ‘Brain Capers’. Más riffs imposibles en ‘Sugarcube’, buscando acoples perfectamente medidos, torturando las guitarras desafinándolas en mitad del fraseo. Sonar bien después de esto es algo solo reservado a un reducidísimo grupo de privilegiados de la talla de Kaplan, un auténtico guitar hero del desastre que, además, tampoco pretende serlo. Se marchaban a camerinos con algo parecido a una jam apocalíptica, desde la paz hasta los infiernos a través de ‘Blue Line Swinger’.
Firmando casi dos horas y media, sin contar el descanso, con todo el pescado vendido desde hacía rato, Yo La Tengo saltaban de nuevo a la palestra. Iban tan sobrados que se la jugaban a pedirle una canción a un asistente de las primeras filas. Por suerte, elegía ‘Decora’, ese cañonazo que abría en 1995 su mítico «Electro-O-Pura». ¡Gracias a ese héroe anónimo! Con el público exhausto, bajaban las pulsaciones con la versión de los Kinks, ‘This Is Where I Belong. Cerraban el círculo donde todo comenzaba, homenajeando a los padres de todo esto con ‘I Found a Reason’, la tonadilla de la Velvet que elevaban a los cielos de Madrid como si de un mantra se tratase. Fue otro de esos conciertos que son vitamina para el alma, sencillamente magistrales.