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The Cure @ Palacio de los Deportes (Madrid) 20-11-2016
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The Cure @ Palacio de los Deportes (Madrid) 20-11-2016

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En medio de un día gris y una lluvia incesante, The Cure llegaban a Madrid con la atmósfera perfecta para dar rienda suelta a todo su imaginario de sueños y pesadillas. Tras la buena actuación de los escoceses The Twilight Sad, encargados de abrir la noche y ponernos a tono, el clásico apagón de luces incrementaba la ansiedad de los asistentes, que como no podía ser de otro modo abarrotaban un Palacio de los Deportes lleno hasta la bandera. Sin hacernos esperar más de la cuenta y a la hora precisa aparecía entre el misticismo de la bruma y los focos blanquecinos el príncipe de las tinieblas. Un Robert Smith que a sus 57 años pronto demostró que conserva a la perfección sus notables habilidades vocales.

El concierto se abría paradójicamente con ‘Open’, un mejunje de sonidos que nos invitaba a adentrarnos en su universo mágico, dejándonos caer como Alicia por la madriguera del conejo. Una vez allí, y tras amortiguar la caída con varios temas indoloros, no tardaron en compartir con nosotros algunos de sus miedos más profundos en ‘In Between Days’, una de esas letras capaces de revolverte las entrañas, más aún cuando Robert Smith te la canta con ese sentimiento desgarrador que solo un genio como él es capaz de imprimirle a una canción así. Acto seguido, y aún recuperándonos, sonaban sin piedad los primeros acordes de ‘Pictures of You’, esas líneas de bajo que retumbaban a cada latido de un corazón que ya se preparaba de nuevo para el padecer de la nostalgia. Ojos cerrados, el cuerpo meciéndose como en una especie de baile onírico, la piel erizada y recuerdos, muchos recuerdos. Y es que la magia y el poder de Robert Smith siempre ha sido precisamente ese: saber transmitir de la forma más cruda y melancólica algunos de los sentimientos más humanos del mundo, y por supuesto del mundo del desamor.

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Después de semejante puñalada tocaba distender los sentimientos con algo de densidad y oscuridad, y también con los ritmos flamencos de ‘The Blood’, tema que el músico de Blackpool introdujo en el inventario hábilmente para su concierto en España. No obstante aquí habíamos venido a emocionarnos de verdad, y buscando de nuevo la universalidad más amarga nos vapuleaban las tripas con ‘Lovesong’, seguida justo después de la ensoñadora ‘Just Like Heaven’, momento en el que todo el estadio se entregaba definitivamente al imaginario de The Cure. Con un repertorio tan inmenso como cambiante, son uno de los pocos grupos de aquella era que sin necesidad de editar nuevos temas sigue haciendo conciertos únicos, en los que el setlist cambia cada noche en función de la ciudad en la que toquen o de su estado de ánimo. Si bien es cierto que en un concierto de casi tres horas de duración es muy difícil mantener la atención siempre al máximo, Smith y los suyos aprovecharon la parte central de la actuación para dar un buen repaso a esa discografía no tan reconocible pero también fruto de la enorme calidad que albergan sus 13 discos de estudio. Un entramado de tela de araña que se topaba en la despedida del primer bis (sí, hubo hasta tres bises) con la sombría ‘A Forest’, donde el bajo de Simon Gallup creaba esas atmósferas llenas de matices para concluir con un final rítmico en el que las pulsaciones guitarreras y las palmas de los asistentes se fusionaron en lo que parecía ser un solo instrumento tribal.

Entrando en el tramo final, y ya de vuelta del tercer bis, en parte del público empezaba a desatarse el nerviosismo, echando cuentas y resignándose a pensar que algunos de sus temas favoritos se quedarían en el tintero aquella noche. Por suerte para todos, los planes de Robert Smith eran bien diferentes y nada más volver al escenario se encargaba de pintar los paisajes sonoros más lúgubres de ‘Lullaby’ para minutos más tarde desatar la mejor de las fiestas de la mano de ‘Friday I’m In Love’, himno a la felicidad que fue coreado en pleno éxtasis por todo el Palacio. Sin querer cortar el ritmo llegaba el momento de reabrir la herida otro poco con su obra maestra ‘Boys Don’t Cry’, tras la cual sonaban otras dos de las imprescindibles: ‘Close To Me’ y ‘Why Can’t I Be You?’. El arcón de los cuentos de The Cure es tan inmenso que seguro que aún así más de uno acabó echando de menos escuchar el suyo. Lo que no cabe duda es que anoche todos los presentes dormimos mejor que nunca, recordando aún en nuestros oídos esos paisajes oníricos en los que lo mejor es simplemente cerrar los ojos y dejarse llevar.

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