Ricardo Vicente @ Sala El Sol (Madrid) 19-02-2016


El tiempo se está empezando a encargar de poner a Ricardo Vicente en el sitio que le corresponde, tal como evidenciaba el lleno de justicia poética el pasado viernes en la mítica sala El Sol, situada a escasos metros de la plaza Callao, donde se ubicaba el antiguo «Hotel Florida» que da nombre a su mejor colección de canciones hasta la fecha. Canciones sencillas y complejas a la vez, que llegan, profundizan y en directo traspasan y emocionan, tal como reflejaban las expresiones de un público entregado y conquistado que cantaba cada una de las estrofas. Desde el inicial magnetismo de ‘Muriendo de Frío’ hasta el encantador final que supuso ‘Belleza y Tiempo’. Entre ellas unas cuantas sorpresas, las que habían prometido y las que se llevaron ellos mismos. Con una banda fantásticamente cohesionada, tanto Nahúm como Enrique dan lo mejor de sí a un repertorio que ejecutan y engrandecen como si fuera de ellos mismos, y es que se podría decir que de alguna forma así es. Unos entusiasmados coros sellaban mediante redoble ‘Nôtre Dame’ a la inicial ‘Muriendo de Frío’, dejando claro que pasado y presente se irían alternando en la sucesión de un tracklist en el que siempre se echa en falta algo de su dilatada carrera pero al que desde luego nunca sobra nada, ni siquiera sus peculiares bailes.
Tras un comienzo algo speedico, donde hasta los medios tiempos se revolucionaban, ‘Langostas en el Nilo’ puso el punto de calma para coger impulso hasta el momento en que vimos saltar la cuerda de bajo ante la mirada atónita de Ricardo, que no daba crédito. «En quince años de carrera es la primera vez que me pasa«, comenta entre bromas decidiendo que van a continuar así, «con dos cojones«, ya que no había provisto un juego de cuerdas de repuesto. Y lo hicieron con el bajista realizando acrobacias en el mástil y Ricardo resignado pero feliz. Si algo da la experiencia en este tipo de situaciones son recursos, y que mejor recurso que un público entusiasmado e integrado en el concierto, ya sea con las palmas que les marcó Nahúm en ‘Como Que Sale el Sol’ o agregando el cuarto coro. Y es que es imposible no cantar diamantes como ‘Romeo Dallaire’, con esos textos que no dicen nada y lo dicen todo a la vez («Más allá de lo que digo, lo que digo y más allá«).
La interpretación de piezas tan frágiles como ‘Trampa 22’, a solas con la guitarra ante el respetuoso silencio de la sala, que se rompió justo en el momento en que lo hace la canción, con toda la banda entrando en el escenario para rematar el córner acústico que había sacado Vicente, fue otro de los momentazos de una noche que se vivió intensa en un escenario donde la primera aparición sorpresa lo fue para la propia banda. Luis Rodríguez, de León Benavente, abrazó al maño después de haber venido expresamente de casa a la sala para reponer esa cuerda de bajo de la que ya nos habíamos olvidado. Todos más tranquilos para afrontar, ahora sí, el momento que estábamos esperando, ‘Belleza y Miedo’ a medias con una Zahara radiante que nos dejaba uno de los instantes más bellos del concierto y que ya forma parte de la sucesión de minutos mágicos que atesora la memoria de El Sol. Ricardo y sus “maracas del fuego» salían victoriosos ante una audiencia multitudinaria a pesar de tener que sortear algún contratiempo.
Ya solo faltaba crecerse hacia un implacable final que sellarían a fuego a fuerza de grandes canciones. ‘Todos Tus Caballos de Carreras’ cerraba la trilogía de «El Problema de los Tres Cuerpos» y marcaba la diferencia como el más inspirado de esos tres para regresar al último capítulo de un «Hotel Florida» que tapaba sus mirillas con ‘Belleza y Tiempo’, desde Vejez de la Frontera hasta el punto exacto en el que está la guerra. La suya Ricardo la observó, la peleo y la venció triunfalmente. Esto empieza a funcionar y a dejar de ser algo que solo las minorías entienden.
Fotografía: Nahúm García