METZ @ Sala Lemon (Madrid) 19-09-2015


METZ aparecieron en 2012 con un abrasador debut que supuso un soplo de aire fresco dentro de una escena tan saturada y en ocasiones dada al inmovilismo como es la del hardcore o el punk más contundente. Sin inventar nada nuevo, estos tres canadienses sonaban con la rabia de los primeros Nirvana y la aplastante contundencia de unos Every Time I Die acelerados y sus directos se contaban como atronadores derroches de energía. Tras su paso en 2013 por algunas salas de nuestro país así como por la programación del todopoderoso Primavera Sound este año volvían para presentar su segunda e incendiaria obra, titulada simplemente “II” y de la que ya os hablamos por aquí.
Tanto de ella como de su homónimo debut intercalaron temas en el breve pero intenso set que interpretaron en la sala Lemon de Madrid ayer. Con un escenario difuso entre el humo aparecieron sobre las tablas y, tras saludar tímidamente, Hayden y su enorme bombo arrancaron a la batería con los primeros compases de la afiladísima ‘Headache’. Tras ésta, ‘Spit You Out’ nos dejó claro que venían con la intención de dejarse sobre el escenario hasta la última gota de sudor y partir nuestros cuellos a base de sucio y distorsionado groove. A pesar de un sonido algo estridente por momentos, la voz de Alex Edkins siempre se elevó nítidamente entre el caos, al igual que los puntuales coros de un hiperactivo Chris Slorach cuyo bajo asume tanta importancia como la guitarra de Edkins, aportando incluso más matices y variedad de sonidos que ésta.
Así fueron cayendo temas como ‘The Swimmer’, con la que incitaron al personal a bailar de la manera en que es posible hacerlo con semejante bestialidad saliendo de los altavoces, una muy celebrada ‘Rats’, y ya en los compases finales la sinuosa ‘Wet Blanket’ y esa infalible dupla que es ‘Acetate’ y ‘Wasted’, con las que cerraron la noche rozando la hora de concierto. A pesar de que las luces no se encendían y el público se quedó unos minutos esperando un posible regreso, fue tal el derroche de energía que ofrecieron sobre el escenario que se antojaba improbable una arremetida final.
Ahora nos queda del todo claro por qué se han convertido en una de las grandes sensaciones de estos últimos años en lo que a sonidos más contundentes se refiere. Sus discos son buenos, sí, pero es en directo donde demuestran que son una banda sincera y genuina, de las que da en vivo todo lo que tiene dentro y un poquito más. Bravo por ellos.