Le Guess Who? 2019 @ Utrecht (Países Bajos)


La unión de arte y música es un híbrido natural que muchas veces se da por sentado. Sin embargo, en Le Guess Who?, la maduración de un concepto en el que el festival de música es un ente que se alimenta de la energía del artista, de la reacción del público, y de las expectativas del acto propio de crear, lo convierten en un hecho único en su tipo. La premisa del festival es descubrir los secretos de la música. Aunque delata una visión algo paternalista, más bien debe entenderse como la posibilidad y el deseo de brindar una plataforma a la diversidad. A actos que a veces no son capaces de escapar de sus fauces o de los límites que su nicho determina, bien sea geográfico o de género.
Cada año, los curadores invitados comparten una lista de deseos y generan una relación simbiótica con el festival. El objetivo final es el mismo: armar un cuerpo musical que se complemente, pero al mismo tiempo rete el statu quo de cómo debe sonar un festival de música para ser rentable y aceptable. Se habla de una edición progresista y “en exceso” experimental. ¿Es experimental porque no sigue ciertos estándares o porque no cumple con las expectativas del espacio musical como negocio?
En esta edición, se sumaron más locaciones, más eventos en paralelo, más espacios para discutir, compartir y oír lo que artistas –a los que los medios no brindan espacio– tienen que decir. Le Guess Who? reunió, una vez más, una lista de actuaciones que parecen imposibles de conciliar, así que hagamos de esta crónica una tabla de disección, y comentemos jornada por jornada.
Jueves 07: ¿A qué suena la carne de dios?
Más de una veintena de actos estaban listos para dar la bienvenida a la edición 2019 de Le Guess Who? Aproveché la cercanía del TivoliVrendenburg (centro neurálgico del festival), para empezar a degustar lo que este año ofrecían los siete curadores: Moon Duo, The Bug, Jenny Hval, Patrick Higgins, Fatoumata Diawara e Iris Van Herper & Salvador Breed. Sorpresivamente, el inicio fue contundente, una masa de sonido difícil de dirigir pero, al mismo tiempo, excepcional.
Kali Malone es una compositora norteamericana, que sintetiza lo análogo y lo electrónico. Lo de Kali este jueves fue un acto subversivo y preciosista al dejar de lado lo electrónico y ofrecer un recital con el órgano tubular Van Vulpe, que está diseñado para la interpretación de repertorios de corte barroco y romántico. Seguidamente, tocaría el turno de AEAEA, una colaboración entre Patrick Higgins y Nicolas Jaar. Una guitarra, procesadores de sonido y efectos, fueron los elementos necesarios para desarrollar en directo paisajes sonoros de corte electro-acústico, inmersivos e impredecibles.
En paralelo, la pianista canadiense Vicky Chow demostró la influencia del minimalismo en su hacer creativo. Nos topamos con una intérprete que más que usar el piano como extensión, hurgó en sus entrañas para deconstruirlo como símbolo de lo clásico y brindarnos una interpretación impía. Del otro lado del espectro, la ostentación era la protagonista: guitarras desafiantes, bajos profundos y baterías que sonaban al ritmo de himnos marciales.
El proyecto Caspar Brötzmann Massaker, invitado por The Bug, se pasea entre el free-jazz y el noise y lo combina con un performance caótico. El guitarrista, junto a su trío, desobedece lo preestablecido y brinda un directo vulgar y físico. Asimismo, como bestia austera, Godflesh no defrauda. La brutalidad industrial del proyecto de Justin Broadrick fue como una tormenta desafiante de noise-rock que hizo temblar a la sala Pandora, enmarcada en unas visuales misteriosas y un trémolo ensordecedor.
Posteriormente, el monolito minimalista de Earth, el proyecto de Dylan Carlson y Adrienne Davies, sería la calma después de la tormenta. Con su último álbum Full Upon Her Burning Lips el dúo alcanza la contundencia suprema y cada nota, sonido y movimiento, cargan consigo el peso de la tierra. Ya para finalizar, el techno animal de Zonal, proyecto de The Bug y Justin Broadrick, fue el epítome de esta experiencia carnal liderada por la poesía mística del jamaicano Nazamba y el poderoso discurso contestatario y afro-futurista de Moor Mother.
Viernes 08: Las máquinas del tiempo
En 1998, Coil lanzó su mítico álbum Time Machines. En ese entonces, la agrupación desarrolló drones, los bautizó con nombres de químicos alucinógenos, y los probó en el estudio hasta alcanzar su potencia narcotizadora. Veintiún años más tarde, Drew McDowall, junto a la artista Florence, celebran esta experiencia alucinógena recreandola en versión de realidad aumentada. La combinación de drones y visuales –que juegan con los límites reales de la pantalla–, consigue un efecto aún más potente que su predecesor, ofreciendo una sesión hipnotizadora, un verdadero viaje.
Si usamos esta misma máquina del tiempo y vamos un poco más atrás, nos encontraremos a Ana da Silva y Gina Birch debutando en la escena post-punk con su álbum homónimo «The Raincoats». Cuatro décadas más tarde, las incomparables The Raincoats se estrenaron en Le Guess Who? para celebrar el 40 aniversario su mítico álbum debut e interpretarlo en su totalidad. Aunque no fue un directo perfecto, la agrupación que siempre “está buscando algo que haga mover los corazones”, demostró una calidez y desapego en escena que hicieron de su concierto uno de los momentos más cálidos de la noche.
De regreso al presente, el rock fue el gran protagonista gracias a Deerhunter. Los de Atlanta brindaron un directo grandioso, de esos que llenan estadios y hacen desmayar a fanáticos. El lánguido Bradford Cox es la quintaesencia del frontman y lideró la cacería de ciervos en una sala Pandora a máxima capacidad. Seguidamente, Girl Band ofreció uno de los mejores shows del festival. Los temas de su tan esperado segundo álbum The Talkies sirvieron de excusa para un performance de sangre, sudor y lágrimas en el que Dara Kiely se dejó el alma, junto una masa delirante que cantaba y se movía al unísono.
Sábado 09: Dúo lunático
Aunque las expectativas del sábado estaban puestas sobre Moon Duo, las sorpresas incluidas en el camino a su directo, también son dignas de recordar. Los espacios de Jacobikerk, una iglesia de estilo gótico del siglo XIII en el centro de Utrecht, es uno de esos lugares mágicos incluidos en el festival. Esta tarde de sábado, dos momentos inolvidables tuvieron lugar allí: Christopher C. King e Isokratisses. El punto en común de ambos es Epiro, una región montañosa que conecta a Grecia con Albania. Mientras que el autor y musicólogo presentó una selección personal de vinilos de la región de Epiro, de 1920 y 1930, como iniciación a la historia de la música folclórica griega; el ensamble vocal femenino Isokratisses, que busca perpetuar la tradición de los sonidos polifónicos de esa región, ofreció un sublime recital a capela de cantos típicos de Epiro, donde el nacimiento y la muerte se celebran como parte natural del ciclo de la vida.
De vuelta al Tivoli, la psicodelia de Moon Duo se respiraba en el ambiente. El dúo presentó no sólo nuevo álbum, «Stars Are The Light», sino también nueva puesta en escena. El proyecto apareció envuelto entre pantallas, que funcionaron para reproducir sus visuales sorprendentes y como la cápsula de un viaje que alteró los sentidos, intoxicó la mente e hizo mover las caderas. Menos intenso y más pop que sus producciones anteriores, este nuevo álbum se alimenta de la onda nueva, la música de librería y del ocultismo para ofrecernos uno de sus discursos más claros y optimistas.
Mención especial para Olga Pashchenko, una de las grandes virtuosas del piano, quien ofreció un curioso acercamiento al clásico «Der Golem» de 1915, al interpretar su banda sonora en directo, incluyendo los efectos de sonido del film. DJINN, proyecto experimental y de improvisación, producto del cruce de dos miembros de GOAT y Hills, así como el secreto mejor guardado de Rusia, Shortparis, quienes ofrecieron un directo punzante e incendiario que combina teatralidad, música industrial y punk rock.
Domingo 10: Los finales siempre son agridulces
Mucho más acompasado, el día final del festival nos dejaba un sabor agridulce en el alma. Esta tarde, la responsabilidad de cerrar esta edición recayó en los sonidos de Nivhek, el nuevo proyecto de Liz Harris (Grouper). La artista usa la nostalgia como musa para sumergirnos en el interior de su psique y desencadenar emociones profundas. Con un directo, a veces opaco y roto, en otros momentos brillante y esperanzador, Liz se expuso de manera austera y vulnerable ante un auditorio silencioso hasta la lealtad.
Mientras tanto, el Pandora abría sus brazos al psych-pop de Cate Le Bon. La cantante, original de Gales, bañada de una luz roja intensa ofreció un show meloso y a ratos predecible. La conexión y energía fueron elusivas con Cate esa noche, aunque el público no dejó de enaltecer su presencia ni un solo instante. Una de las curadoras de esta edición, Fatoumata Diawara, encendió el auditorio Grote Zaal. Sin esfuerzo alguno, Fatoumata y su visión del folk panafricano derrocharon gracia, brillo y un encanto que hipnotizó y movió hasta los cimientos de Utrecht.
El cierre tuvo lugar en la sala Hertz, donde la metódica Felicia Atkinson presentó los delicados temas de su álbum «The Flower And The Vessel», que más que música parecen hechizos, susurros armónicos que buscan conectar con las fuerzas más ancestrales de la naturaleza. Este preámbulo perfecto coincidió con el debut de un dúo espectral formado por la vocalista japonesa Hatis Noit & Kevin Richard Martin (The Bug). La nipona desarrolla exploraciones vocales que tocan desde cantos gregorianos hasta el avant-garde, mientras que el productor londinense nos embarcó en una síntesis sonora sacra y muy emocionante.
Una vez más, comparto mi experiencia –que habla sin ser objetiva– porque Le Guess Who? representa lo que espero, como público, de un festival de música. Es casi imposible desligar la emoción y la energía que se genera en Utrecht durante estos cuatro días, así como es innegable la facilidad que tiene este festival de despertar sensaciones que otros eventos no son capaces de alcanzar.
Le Guess Who? como plataforma, su repercusión, su dedicación y su alma, se siguen fortaleciendo con cada edición. Las expectativas quedan servidas y el reto es cada vez mayor. ¿Qué nos depara la próxima edición? Grandes curadurías, momentos inolvidables y nueva música, sin lugar a duda. Mientras tanto, seguimos recordando y celebrando lo vivido. Gracias por tanto y hasta el próximo año, Le Guess Who?
Fotografías: Jelmer de Hass (Deerhunter) / Cherry Adam (Godflesh) / Erik Luyten (Girl Band, Moon Duo y Cate Le Bon).