Dark Light

Entrevista con Enric Montefusco: «Los anteriores discos tenía una vocación más social, más de nosotros, mientras que este es radicalmente íntimo»

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Tres años después de «Diagonal», Enric Montefusco está de vuelta con «Viaje al Centro de un Idiota: Infierno / Purgatorio», una obra doble, compleja, con novedades en lo instrumental pero en la que no es difícil reconocer al Montefusco de siempre. Su viaje al margen de Standstill continúa y su exploración del mundo le lleva ahora a centrarse en el «Yo» más que en el «Nosotros». Precedido por la representación teatral del mismo nombre, su nuevo disco le aleja de ese sonido más folk y de canción popular al que estaba acercándose, siempre a su manera personal, rodeándose ahora de ambientes electrónicos para transitar por el Infierno y arreglos de cuerda para pasear por el Purgatorio. Un auténtico viaje sonoro y sensorial que demanda una escucha (o unas cuantas) pausada y atenta. Aunque, ¿no es así cómo deberíamos consumir la música en general?

Para presentarlo y proyectar el cortometraje que lo acompaña (y que podéis ver al final del texto) llegaba el pasado viernes al Café La Palma de Madrid, donde compartía impresiones en vivo y en directo con algunos de los siempre fieles fans del músico catalán. Hubo tiempo también para escuchar algunas canciones en directo, con un breve set acústico en el que comprobamos que también funcionan en su versión desnuda temas como ‘Bendito’, ‘El Astro Rey’ o ‘Como en los Cuentos’. Tampoco faltaron visitas a trabajos anteriores, de los que sonaron la coreada ‘Todo para Todos’, ese estupendo fresco en vivo que es ‘Obra Maestra’, la jovial ‘Meridiana’, el casi obligado recuerdo a Standstill con ‘Adelante, Bonaparte’ o una ‘Flauta Man’ que cerraba un set con el que volvió a erizarnos la piel.

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Un rato antes tuvimos la ocasión de charlar con él y, una vez más, se mostró serio, agradable, reflexivo y con unas ideas y un discurso cristalino. Aquí os dejamos el resultado:

Cuando se publicó el disco pedías en redes «un momento de calma para escucharlo entero». Qué momento tan complicado este, en el que hay que pedir a la gente que se siente a escuchar un disco con atención.

Es muy bestia y muy frustrante para un artista sacar un disco y saber que tienes cinco segundos para ganarte la atención de la gente. Es un carrera muy loca que nos lleva a un muy mal sitio. Yo no voy a entrar ahí, porque tampoco sé hacerlo, y puestos a no entrar he hecho todo lo opuesto.

No puedes controlar cómo la gente va a llegar a tu música e, indudablemente, este es un disco que exige la atención del oyente pero, ¿a ti te ha exigido también más su creación?

No, no me ha pedido más que otros. Creo que el hecho de haberlo compuesto en paralelo con el espectáculo teatral me ha dado el tiempo y el espacio para poder desarrollar las ideas a la velocidad adecuada y de la forma que se requería, obviando por qué medios tenía que circular después. Ha sido un trabajo muy autónomo y muy independiente en la creación. Muchas veces, sin querer, uno acaba siendo condicionado. Incluso yo, a veces, busco la profundidad pero que tenga lo mínimo para que a la gente le pueda llegar. Creo que en este disco he cedido menos a eso y estoy más orgulloso que nunca. Al final, si te dejas llevar acabas llegando a lugares más profundos, complejos e interesantes.

En cualquier caso, tampoco creo que el disco demande hacer un esfuerzo pero sí tener cierta predisposición. No creo que sea un disco duro de oír, o a mí no me lo parece. Bueno, qué voy a decir yo (risas). Está pensado para que te vaya llevando, o arrastrando. Lo único que se requiere es una predisposición o un tiempo para poder dejarte llevar. 

Casi cada disco que has sacado, o al menos los que hiciste con Standstill, han ido ligados a una representación escénica o teatral muy concreta pero esta siempre ha llegado a posteriori. En este caso el proceso es inverso y el disco se publica después de la obra que lleva el mismo título.

Sí. Primero tuve la mayoría de canciones y luego pensé en la parte escénica y ya las terminé con ella en mente. 

Pero, ¿era un disco desde el principio concebido para representarse de esa manera?

Sí. Yo entendí que haría ese tipo de espectáculo cuando las canciones estaban en ese punto en el que ya están compuestas pero con el último paso por decidir. Enseguida vi que no le pegaba una banda, que necesitaba algo más contundente y minimalista.

Y, de cara a futuro, ahora que el disco ha sido publicado ¿va a seguir ligado totalmente a esa representación escénica?

Bueno, hoy tocaré algunas canciones en acústico, pienso mover también otro formato acompañado por un cuarteto de cuerda y, evidentemente, el formato escénico. Las canciones salen de ese lugar que soy yo y una guitarra y al final es muy fácil volver a ese punto inicial y dejarlo ahí o ponerle otro vestido.

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Siguiendo tu trayectoria en solitario, en los dos primeros discos te alejabas un poco de lo conceptual. Aunque estaban atravesados por una misma temática se podría decir que las canciones funcionaban mejor como entes independientes. Aquí regresas a ese concepto de disco redondo, de principio a fin, que tenían obras como «Dentro de la Luz» o «Adelante Bonaparte», que publicaste con Standstill.

Sí, sobre todo “Diagonal”, y también “Meridiana”, eran discos de canciones. En ese momento me interesaba buscar la canción popular, que es capaz de hablar de cosas que le agiten a todo el mundo y hacerlo con un lenguaje común. Estaba en eso. Ahora me sigue interesando hablar de cosas que pueda entender todo el mundo pero ya no bajo esa estética, sino bajo esta, que me ha parecido más coherente.

Al final los temas que tratas son similares pero me da la impresión de que en “Meridiana”, por ejemplo, lo hacías desde un prisma más amplio, contando todo eso que había marcado tu vida pero en lo que tú no tenías ningún control. En este caso creo que te expones más, contando cómo te comportabas tú respecto a todo eso que te rodeaba y cómo interactuabas con tu entorno. 

Este disco llega más lejos, sí. Los anteriores discos tenía una vocación más social, más de nosotros, mientras que este es radicalmente íntimo. Lo que pasa es que yo quiero pensar que, a veces, cuanto más particular es algo, más universal acaba siendo. Al final todos pasamos por las mismas problemáticas y, a veces, cuando intentas encontrar un “nosotros” y lo buscas te quedas en nada, en el cliché, en los lugares comunes. Yo no sé inventarme personajes así que voy a la verdad. En este caso, a la cruda verdad.

Imagino que, precisamente por eso, surge la culpa, que es una cuestión que está muy presente en el disco. Creo que nos pasa a todos, que cuando echamos la vista atrás es casi inevitable que aparezca la culpa por algún sitio.

No lo sé, pero en mi caso es muy claro, por motivos educacionales, biográficos y culturales. Por cómo nos dejaron de enseñar emocionalmente. Ahí es dónde vuelvo, y esta culpa tan íntima, como tú dices, no es solo mía, es algo que tiene que ver con cómo se nos ha educado a todos. Ahí entramos, de nuevo y aunque no quiera, en lo social y en lo político.

Imagino que el disco estará también influenciado por tu paternidad. Cuando eres padre no quieres transmitir a tus hijos esos errores pasados que se han cometido contigo. 

Es la lucha contra eso, contra la maldición de olvidar los errores del pasado. Tenemos la obligación de luchar contra eso para no perpetuar el dolor y el mal. Creo que esa es la única labor que tenemos como seres humanos, no hay otra. Tú puedes pasar por la vida como un animal, con lo bueno y lo malo que conlleva, haciendo a tus hijos lo mismo que han hecho contigo, o puedes intentar hacer un camino. Y ese camino suele ser doloroso, porque te genera desapegos, te genera desencuentros y te genera dolor. Pero yo creo que es lo que nos llevamos a la tumba: el camino que hayamos hecho. 

Por su título y por toda esta temática de la que estamos hablando es un disco que podría ser muy oscuro pero creo que no lo es tanto. Incluso la parte del Purgatorio a mí casi me suena a un cielo, sobre todo con ese comienzo con ‘Como en los Cuentos’.

Bueno, te confieso que en un principio yo quería hacer el Infierno y el Cielo y la primera canción que hice para la segunda parte fue ‘Como en los Cuentos’, que habla de los momentos en los que yo más cerca del cielo me he encontrado, paseando por el bosque con mi hijo y estando con él. Coincidió con la pandemia y salíamos cada mañana al bosque, sin nada más que hacer. Era como un lugar fuera del tiempo y de toda la locura en la que vivimos. Solo había una persona pura, un lugar limpio y amor. A partir de ahí quise contraponerlo a toda la mierda del Infierno, lo que pasa es que no tenía mucho más material para hacer el cielo (risas). En cambio sí que tenía mucho material de alguien que se ha ido al campo a intentar rehacer su vida con otros parámetros, pero que se da cuenta de que no es tan fácil, y que está en ello. Eso se parece mucho más al purgatorio que al cielo.

Tal vez algún día llegamos a un disco tuyo que pueda representar el cielo.

Ojalá (risas). Pero bueno, todos mis discos suelen tocar temas dolorosos pero mostrando un lugar de luz al que ir, y en este disco creo que es bastante claro.

Incluso literalmente, con esa frase final de “eres grande, no lo olvides”.

Sí. Cuando empecé a escribir los textos para explicar el espectáculo utilizaba una frase que era “¿qué te queda cuando no te queda nada?”. Cuando has perdido tu identidad, tu moral, la razón… cuando ya no te puedes agarrar a eso a lo que toda persona se aferra, ¿qué te queda?. Puede parecer que nada, pero quizás ese nada es todo, es como un renacer. 

¿Te has sentido así? ¿Has llegado a ese punto?

(Asiente) Bueno… para volver a sentir que naces primero hay que destruir. 

Hablabas antes de la pandemia. ¿Sientes que ha influido en el disco? ¿Se compuso durante aquellos momentos?

No pude componer porque estuve con mi hijo en casa, pero sí me hizo vivir cosas como esta que te contaba. Contraponer el mundo nocturno, de las pesadillas, de los atrapes y de las angustias, con el mundo del día, de salir al bosque y estar con mi hijo. Eso me inspiró para la forma que podía tomar este disco.

Yendo a lo más musical, todos estos elementos electrónicos que ponen sonido a la primera parte hacen que te sigas alejando de la electricidad. Ya lo hiciste en “Meridiana”, prescindiendo de bajos y guitarras eléctricas, y ahora lo haces apoyándote en la electrónica, diría que por primera vez, a pesar de que en “Dentro de la Luz” ya había algunos elementos parecidos.

En aquel disco sustituimos bajos eléctricos por sintetizadores. Ahora he trabajado con Nico Roig, que ya participó en “Meridiana” con algunas guitarras, y ha sido como un ejercicio de trasladar esas ideas bastante abstractas al lenguaje de los sintetizadores. Fue un trabajo de especular con los ruidos, con los sonidos, con las transiciones y bueno, ir probando para buscar cómo hacer ese viaje. Para mí siempre hay una fase de trabajo muy especulativa, en la que confío mucho en la intuición, y para eso tengo que ir probando varias cosas hasta que llego a lo que quiero. Creo que hemos hecho muy buen equipo Nico y yo.

Me vuelve a venir a la cabeza Nick Cave, de quién ya hemos hablado en otras ocasiones. Toda esta ambientación electrónica y hasta esa manera de hablar o recitar en las canciones me remite a lo que viene haciendo en sus últimos discos. También en el sentido literario, exorcizando el dolor a través de canciones como nadie. 

Siempre me ha gustado y me ha interesado y, aunque no tengo conciencia de que me haya influenciado en este disco de una manera directa, sin duda lo tengo como referente de alguien interesante y que ha generado un mundo propio. Es un artista de tomo y lomo. 

Por qué elegiste esa manera de recitar, o de hablar casi en susurros. Cuando lo haces parece que nos estás interpelando directamente y casi señalando. Es muy impresionante.

Es como un diálogo conmigo mismo. En la obra se ve claramente. Pero sí, es inevitable que apele a todo el mundo. Es lo que decía al principio, que gracias a haber creado la música con el espectáculo en mente me he permitido tirar del hilo en cosas como esta, sin pensar que igual para un disco era raro. Si lo hubiera hecho solo pensando en canciones creo que me habría costado más. 

Yo no he podido ver la representación pero creo que el disco funciona bien de manera independiente. ¿Dirías que es necesario ver la obra teatral para entenderlo? 

No creo que sea necesario. Es un viaje absolutamente válido el que haces escuchando solo el disco. Esa era la intención y el reto desde el principio. Pero bueno, también es verdad que con el espectáculo se amplifica. Yo recomiendo a la gente que venga a verlo pero quién no lo haga que no piense tampoco que le falta algo. 

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