Nunca olvidaré la primera y única vez que vi en directo a Daughter. Fue en el Primavera Sound de 2016, dónde, ante una explanada inmensa, consiguieron crear el íntimo ambiente de una sala a través de sus delicadas composiciones y una conexión con el público de esas difíciles de explicar con palabras. Después de aquello, su segundo disco, “Not to Disappear”, el que presentaban en aquel concierto, me acompañó en momentos importantes y complicados de mi vida, aumentando aún más mi conexión con la banda. Por desgracia, poco después el grupo se sumó en una especie de letargo, su vocalista, Elena Tonra, publicaba su debut en solitario, y nada nos llevaba ya a pensar que en algún momento fueran a reunirse.
Finalmente ha sido así y Tonra, Igor Haefeli y Remi Aguilella han dejado de lado sus diferencias para volver a hacer canciones juntos. El resultado, un “Stereo Mind Game” que mantiene vivo lo mejor del sonido del grupo. Una nueva colección de canciones íntimas, delicadas y envolventes, tan especiales como aquellas que me hicieron conectar con ellos por primera vez.
Es así ya desde la inicial ‘Be On Your Way’, un tema por el que parecen no haber pasado los siete años de diferencia con su anterior trabajo. Tras este llega una ‘Party’ en la que manda la base rítmica, la misma que se va a mostrar impecable y muy protagonista a lo largo de todo el disco. Sobre ella, Elena se desnuda hablando del momento en el que decidió dejar de beber, contrastando el luminoso sonido de la canción con una mirada optimista al futuro. Mismo poderío de las percusiones en una ‘Swim Back’ vaporosa y cercana al sonido de bandas como Slowdive y en la que les acompañan unos ambientales arreglos de cuerda por parte de Josephine Stephenson y sus 12 Ensemble, que aparecerán en otros momentos del disco aportando siempre discretos ramalazos de épica.
También por ese shoegaze más cercano al pop de guitarras limpias se mueven en ‘To Rage’, mientras que en temas como ‘Junkmail’ o la final ‘Wish I Could Cross the Sea’ abrazan la experimentación más triphopera. En ‘Dandelion’, por su parte, es la guitarra acústica la que acompaña a otro certero ritmo de batería que desemboca en una caótica parte final instrumental mientras que en ‘Neptune’ nos desbordan con una emotividad desgarradora a la que se suma Haefeli en el coro de voces.
Pero si hay un tema que combina todo esto a la perfección ese es ‘Future Lover’. Una auténtica delicia sonora en la que escuchamos guitarras acústicas, programaciones, las danzarinas frases de Elena y un Haefeli que le da la réplica vocal desde el más allá en el estribillo. Todas las virtudes de Daughter se encuentran concentradas a la perfección en estos poco más de cuatro minutos que valen por sí mismos este regreso discográfico.