Cass McCombs @ Teatro Lara (Madrid) 05-11-2019


A pesar de estar programado dentro de la pasada edición del Festival Tomavistas, en aquella ocasión los siempre dolorosos solapes nos impedían disfrutar de Cass McCombs. Su propuesta en estudio, que se ampliaba este mismo año con «Tip of the Sphere», requiere de un tiempo de escucha pausado y no apto para todos los públicos. Aunque en este volumen se descolgaba con una colección de canciones espléndidas, McCombs es uno de esos músicos que llevan al directo una crudeza y unos matices imposibles de explicar en ningún otro formato que no sea el vivo. Siempre al margen de las tendencias y abonado al riesgo, en esta ocasión el músico norteamericano llegaba a Madrid escoltado por una banda de auténtico lujo que engrandecería hasta la excelencia su recital. Una velada que empezaba a contracorriente debido a un fallo de organización en el Teatro Lara, que retrasaba la apertura de sus puertas durante una hora. Una vez dentro, ahora sí, una cuidada puesta en escena nos daba la bienvenida a un recinto perfecto para el tipo de recital que estábamos a punto de contemplar.
Con la delicadeza de un trovador, el concierto se abría al compás de ‘I Followed The River South To What’ y la melancólica ‘Bum, Bum, Bum’, en las que iría mejorando el sonido a partir de los primeros minutos. Un ajuste perfecto que acompañaría el resto del concierto aprovechando al máximo la acústica del recinto. Y de las atmósferas suaves a la distorsión más magnética de ‘Big Wheel’. Cass McCombs en directo convierte el folk y la música americana en algo muchísimo más amplio y rico (que ya es decir). Su propuesta en estas lindes lleva las guitarras hasta la distorsión con un punch y un sentido rítmico a la altura de los más grandes. Buena parte de culpa la tienen sin duda la líneas graves de la bajista, la precisión milimétrica de la batería y los teclados que rara vez sonaban orgánicos y siempre buscaban la ensoñación en sus notas o se convertían en vientos en ‘Medicine’. Mención aparte para ese bofetón de funky que gobernaba con cadencia sensual ‘In a Chinese Alley’ y la sobrecogedora ‘Rounder’, donde el jazz desplegaba todos sus encantos en un desarrollo instrumental que conquistaba todos los rincones del teatro.
Uno tras otro los temas se iban sucediendo sin entregar ni el más mínimo resquicio para el tedio. Es asombroso y encomiable que en un concierto de más de hora y media no exista ni un solo altibajo. McCombs y los suyos lo conseguían alternando el rock and roll más directo de temas como ‘The Great Pixley Train Robbery’ con la emotividad descarnada de una ‘County Line’ que calaba hasta los huesos erizándonos la piel. Una de esas canciones que en las distancias cortas consigue atravesarte por dentro y quedarse a vivir allí. Una faceta que se acerca al estilo del gran maestro Kevin Morby en ‘Confidence Man’ o esa ‘Sleeping Volcanoes’ con la que se despedían a los bises. Mientras los primeros asistentes empezaban a abandonar el patio de butacas en busca de un transporte público que les permitiese llegar a dormir a sus casas después del retraso inicial, el californiano recompensaba a los más fieles con la sobrecogedora ‘Tying Up Loose Ends’. En ella la música americana encuentra otra de esas baladas que renuevan el género y que nos abrazaba con su estribillo susurrado. Con tiempo para un último disparo, ‘Rancid Girl’ emulaba lo que sería el sonido de los Dire Straits metidos en una picadora de carne. Con un goorve más cercano al universo oscuro de The Dream Syndicate, McCombs añadía densidad y guitarras a la ecuación para poner el broche de oro a un auténtico bolazo que pasará al recuerdo como una de esas experiencias que engrandecen la música en vivo.