The National @ Wizink Center (Madrid) 04-10-2023


The National son uno de esos grupos que, en una primera escucha, no llamaron mi atención. Quizás tampoco en la segunda. Puede que ni siquiera en la tercera intentona. A veces pasa, así es la atracción. También a veces algo cambia, ya sea fuera o dentro de ti, y eso que no encajaba en anteriores ocasiones, sin forzarlo, de repente un día hace ‘click’. Otra veces, todo pasa de manera más progresiva y justo así arrancaría mi proceso de enamoramiento con la banda newyorkina. A través de los continuos piropos de gente cercana cuyos gustos musicales considero afines a los míos y, sobre todo, viendo en directo apenas sus dos últimos temas en el Primavera Sound de hace dos veranos en Barcelona.
A partir de ahí, volví a retomar cierto interés en una banda que en este 2023 ha editado dos álbumes en uno de los momentos más creativos de su carrera. Seguramente dos de esos discos que merecen estar al final de año en todas las listas de «los mejores discos de 2023». No es para menos con unas canciones nacidas de una crudeza y una sensibilidad abrumadoras, que como te pares a escucharlas en profundidad corres un gran riesgo de que algunas piezas se muevan en tus vísceras. Así me acercaba al Wizink Center de Madrid en esta particular cita; con ganas de ser correspondido tras haberles hecho la cobra en tiempos pretéritos.
Qué se puede decir de un concierto que abre con la canción más bonita y a la vez desgarradora que he escuchado este año. ‘Once Upon a Poolside’ tiene la capacidad de tocarme el corazón hasta el fondo, y cada golpe percutido de sus teclas de piano parece clavar sus letras, cada vez a más y más profundidad, en ese caparazón que tanto nos cuesta abrir. Abrumador arranque, con un Matt Berninger con una capacidad tremenda para transmitir emociones.
Con una banda deliciosa, desde la base rítmica a unas guitarras que se enrabietan en directo en pasajes de auténtico noise-rock, The National iban repasando algunos de los temas más clásicos de la banda y otros no tan conocidos, en los que hurgaban en su repertorio más primigenio. Siempre igual de intensos, tanto en sonido como en mensaje. Así, caían temas nuevos y viejos como ‘Day I Die’, ‘Deep End’, ‘Fake Empire’, ‘About Today’ o una ‘The System Only Dreams in Total Darkness’ donde Berninger se dejaba la garganta, dándole una interpretación en vivo muchísimo más bestia a sus palabras.
Su figura de frontman, engalanada en traje y con más clase que en un colegio, posee un magnetismo que es imposible de describir en cualquier otro formato que no sea el directo, cantándote a la cara. En mi caso, y en el de muchas otras personas anoche, de manera textual. Matt Berninger se internaba en la pista y la recorría hasta más de la mitad del estadio, se subía a una barra de bebidas, miraba al cielo y allí se encontraban nuestras miradas. Yo, en la grada, él subido en esa barra desde la que parecía intentar alcanzarnos con las manos mientras nos enviaba una ‘Mr. November’ destinada a quedarse para siempre en nuestro imaginario. Como uno de esos besos inolvidables.
Pero en las dos horazas y media que duraría su concierto, aún habría tiempo para más. Sobre todo para dejarnos ‘Terrible Love’ y otra imagen grabada a fuego en el recuerdo: con la banda en acústico, con Berninger sin micro, haciendo de maestro de orquesta y no sé cuántas mil voces cantando a unísono la letra de ‘Vanderlyle Crybaby Geeks’. Pelos de punta en una demostración más de lo inexplicable y pasional de la música. No puedo decir mucho más, así es el amor. A estos tíos hay que verlos en concierto.