Músicos en la Naturaleza 2015 @ Hoyos del Espino


En plena Sierra de Gredos y celebrando su décima edición, Músicos en la Naturaleza volvía una vez más a Hoyos del Espino en un evento que rebasó todas las expectativas y desbordó a una organización que se jactaba en medio del caos más absoluto de haber batido un nuevo récord de asistencia. Nada menos que 15.000 personas congregadas en un pueblo que no llega a los 400 habitantes. Un colapso interminable en las carreteras de acceso que llegó a provocar atascos de hasta dos horas y media de duración y que atrajo con más fuerza que nunca las críticas de los ecologistas por los evidentes daños medioambientales ocasionados. Voces discordantes que van en aumento y que desde hace meses han tenido en su punto de mira a un festival que año tras año se enquista un poco más y va perdiendo su esencia en cesión de convertirse en un evento de masas.
Polémicas aparte, y centrándonos en lo meramente musical, Mark Knopfler regresaba a Gredos cinco años después y lo hacía con «Tracker», su último trabajo discográfico. Con una curiosa presentación y desposeído de todo divismo, Mark Knopfler aparecía en escena con pantalones vaqueros, camisa gruesa y camiseta térmica. El escocés sin duda sabía dónde se metía y su atuendo dejaba patente su conocimiento de la climatología de una región que en la noche de ayer llegó a alcanzar temperaturas de 9 ºC.
Un recital que arrancaba con ‘Broken Bones’, uno de los temas de su nuevo álbum y que conectaba con dos canciones de su anterior álbum en solitario. Conocedor de sus limitaciones, Mark Knopfler es uno de esos músicos que sin duda ha sabido adaptarse al paso inexorable de los años. Rodeado de una banda de músicos de un talento avasallador, el escocés ha sabido orientar sus directos a sonoridades celtas que ceden el protagonismo en numerosos momentos a otros intérpretes. Lejos de ser algo criticable, es admirable la honestidad que destiló el que fuese líder de los Dire Straits, quien ha sabido reinventarse para seguir ofreciendo conciertos mágicos como el de ayer, en el cual no dudó en dedicar unas extensas palabras de agradecimiento a toda su banda.
Como no podía ser de otra forma pronto cayeron temas de los Dire Straits tan suaves y oníricos como ‘Romeo and Juliet’, ‘Telegraph Road’ o la prodigiosa ‘Sultans of Swing’, momentos todos ellos en los que Knopfler nos hacía retroceder en el tiempo y dejaba que sus dedos flotaran ágiles por el mástil de su guitarra. Solos interminables que nos hacían soñar y que le certifican como uno de los mejores guitarristas de la historia. Con un público absolutamente entregado, el guitarrista agradecía los cánticos de la audiencia haciendo suya la melodía popular del «oé, oé».
Tras el bis volvía la magia de los Dire Straits con ‘So Far Away’, el mejor tema de la noche y con el que daban paso a ‘Going Home’, canción instrumental con la que los propios Dire Straits acostumbraban a finalizar sus directos, que fue interpretada con una sensibilidad artística solo a la altura de los más grandes. Una altura que alcanzamos subiendo hasta las nubes y volando a través de ellas con una melodía a base de saxofón y guitarra que nos abrió el corazón en dos y que dejó más de un ojo vidrioso entre el respetable.
Absolutamente intachable, Mark Knopfler salía a hombros de un concierto en el que nos hizo soñar despiertos y nos llevó de la mano a dar un buen paseo por el nuboso cielo de Gredos.
Algo antes de la actuación más esperada de la noche, Fito y Fitipaldis completaban un interesante cartel y subían al escenario para dar un amplio repaso por toda su discografía. Un concierto que nos dejó escuchar himnos atemporales como ‘Soldadito Marinero’ o ‘La Casa por el Tejado’, al tiempo que sonaban temas nuevos de su último álbum como ‘Entre la Espada y la Pared’. El músico bilbaíno también se rodeó de una orquesta estelar en la que destacaban el conocido guitarrista Carlos Raya o Javier Alzola al mando de ese saxo que tantos matices ha dado a toda la música de Fito y Fitipaldis desde su gestación.
A mitad de camino entre la denuncia social, más presente en sus últimos temas, y la nostalgia de sus canciones más antiguas, Fito Cabrales tiró de oficio para cerrar un concierto en el que no faltó un homenaje al recientemente fallecido Javier Krahe, para el que interpretó su versión del tema de «La Mandragora»: ‘Nos Ocupamos del Mar’, incluida dentro del último álbum del bilbaíno.
Para cerrar la noche y poco después de acabar la actuación de Mark Knopfler, La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) sudaba su rabia sobre el escenario intentando evitar la huida en estampida del público. Con una humildad digna de reconocer, estos «7 chavales de Burgos», como ellos mismo se definieron, dieron el callo y presentaron su música ante una audiencia bastante considerable, que casi sin quererlo quedó atrapada por la energía y las ganas que derrochaba el grupo sobre las tablas de un escenario secundario montado para la ocasión. Presentando su segundo disco «La Primavera del Invierno», La M.O.D.A. cerraba una noche en la que la música brilló pese al demencial maremágnum que envolvió al festival.
Fotografías: Luis Arteaga