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La Paloma – «Todavía No» (2023)

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Antes de empezar a escribir este texto releo la entrevista que publicamos con La Paloma con motivo de la publicación de “Una Idea, Pero es Triste”, su primer EP, y me siento satisfecho al ver que los pronósticos ahí vertidos se han ido cumpliendo. El grupo no ha hecho más que crecer en estos meses y las canciones de su primer larga duración no solo han cumplido las expectativas sino que diría que las han superado. Al menos las mías. 

Ya estaban altas y no paraban de crecer a medida que íbamos descubriendo adelantos de este “Todavía No”. Hasta cinco temas habíamos escuchado ya de él antes de su lanzamiento. Canciones como ‘No Es una Broma’, hit de punk rock directo con altas dosis de emotividad celebratoria, ‘Tiré una Piedra al Aire’, la mejor translación del brit pop noventero al aquí y ahora, o un ‘El Adversario’ que firmo desde ya como hit del año, y que no hemos dejado de corear de manera enfermiza desde que lo escuchamos, sentaron las bases de lo que se nos venía encima. También los temas más pausados, como una ‘Algo ha Cambiado’ cuya manera de arrastrar las frases tiene cierto sabor a Él Mató a un Policía Motorizado, otros auténticos maestros de la melodía, o ‘Todo Esto’, con esos riffs que suben y bajan pero que no dejan de ser una constante. 

Por suerte, lo que les quedaba por mostrar no tenía mucho que envidiar a estos primeros latigazos y en el resto de canciones nos encontramos con hits en potencia, como la inicial ‘Sigo Aquí’, o una ‘Quejas Célebres’ que nos regala otro estribillo jodidamente memorable y un desarrollo instrumental final que es una auténtica delicia melódica, con las guitarras arañando fuerte. También ‘Polvo’, el tema con más recovecos y jugueteo rítmico y que es toda una oda a la distorsión inteligente. En esta línea más oscura se encuentra también una ‘Cosquilleo’ que respira rabia y un amargor que se transmite desde la letra hasta el propio sonido, desembocando en un final desgarrador. En ‘Cosas Sencillas’, en cambio, abrazan el pop más ligero con un tema del que son fácilmente coreables hasta los riffs de guitarra. Y en la final ‘Caracola Pálida’ hasta se permiten rozar la épica con el mejor himno celebratorio de despedida. 

Y sin darme cuenta no ha quedado ni una canción sin mencionar del disco, precisamente porque no tiene ninguna que no sea reseñable, destacable o, incluso diría, memorable. Con la vista puesta en los 90 y la distorsión, La Paloma se despojan de todo complejo para ofrecernos un trabajo de puro pop rock melódico. Divertido, emotivo y cotidiano como pocos. Estamos en febrero pero ya tenemos uno de los discos del año.

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