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Egon Soda – «Bellaurora» (2022)
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Egon Soda – «Bellaurora» (2022)

critica nuevo disco Egon Soda Bellaurora

Enfrentarse a un nuevo disco de Egon Soda siempre es un bonito acontecimiento. Aunque desde 2013 hemos recibido nuevas entregas de su música cada dos o tres años, prevalece en el aire esa sensación de que no hay manera de saber cuando llegará la siguiente, o si directamente no llegará. Algunos de sus miembros forman parte de mil y una bandas que ya estamos aburridos de enumerar aquí y su actividad al margen de los Egon es tan fructífera que a veces parece difícil que reúnan el tiempo necesario para dar forma a una nueva colección de canciones. Pero siempre acaba ocurriendo. 

“Bellaurora” es muchas cosas, y la mayoría las enumeran en la nota de prensa que acompaña al lanzamiento, pero poco importan todas ellas si nos centramos en la inherente belleza de un término que no puede encajar mejor en el sonido de la banda. Uno que se ha ido fraguando a cada nuevo paso y que ya en su anterior trabajo abordaba el rock más clásico desde una visión desprejuiciada y que absorbía influencias del funk, el soul y la música negra para incorporarlas a su discurso. Aquí siguen jugando con todos estos elementos a lo largo de un álbum que se acerca a la hora de duración y que en su formato físico adquiere forma de edición limitada a 333 copias en vinilo, empaquetado en impoluta madera blanca.

El disco arranca con la épica instrumental y narrativa de ‘La Canción de Todas las Canciones’, una búsqueda tan intensa como improbable y que se parte en dos con esa ruptura instrumental a mitad del tema que da paso al mantra que le pone título. Preciosa y precisa apertura para dar paso después a ‘Todo lo que Sangra’, primer adelanto que lanzaron y que remite a aquel debut homónimo oscuro e intimista publicado en 2008. Bien podría pertenecer ésta a él de no ser por las ya omnipresentes percusiones de Ricky Lavado y unos teclados sobre los que reposa la melodía. Una sensación que se repite con ‘El Lecho de Procusto’, uno de los temas más bonitos y ácidos del disco, en el que nos encontramos a un Ricky Falkner que canta tan bien como siempre pero que interpreta mejor que nunca. Con voz rugosa y asomándose al falsete nos acaricia en ‘Milongas’, y en ‘Como Si los Pianos se Afinaran Solos’ lanza estrofas sobre cadencia funk y unas líneas de bajo imparables que desembocan en un final monumental. Siete minutos que valen un disco por si solos.

Pocas duplas cantante-letrista se me ocurren mejores que las que forman Falkner y Ferrán Pontón, que vuelve a erigirse como uno de los mejores escritores de canciones de nuestra época a base de retórica cotidiana y deliciosos juegos de palabra. ‘Ortigas en tu Nombre’ es, en ese sentido, una obra maestra con nombre y apellido, y el final del disco, con el tema que le da título, una de las mejores elegías hecha canción y una despedida tan épica como su arranque. Antes de ello, ‘Aves de Presa’ y ‘Sendero Luminoso’ nos ponen a bailar con un ritmo que es puro disco funk latino bañado de coros en falsete, mientres que en temas como ‘El Sol en la Botella’ o ‘Autorretrato con Fracaso al Fondo’ se ponen académicos para ofrecernos varios latigazos de rock de manual. 

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