[Actualidad] Egon Soda – «El Rojo y el Negro» (2018)


Este año cumple una década el debut discográfico de Egon Soda. De título homónimo, aquel se me antoja ahora como uno de los secretos mejor guardados del underground de este país. Poco trascendente en cuanto a popularidad pero mucho en lo sentimental para quienes seguimos rescatándolo a menudo en busca de esos oscuros ambientes, de esa delicadeza sonora que pocos han sabido igualar y de las ya por entonces magistrales letras de Ferrán Pontón a las que daba voz el ahora omnipresente Ricky Falkner. Cinco años tuvieron que pasar para que la banda volviera a escena y, en parte se reinventara, para convertirse en un monstruo de seis cabezas (con miembros de bandas como Standstill, The New Raemon o The Secret Society) y publicará aquel “difícil segundo disco”. Si difícil fue su concepción muy fácil se nos hizo adentrarnos en sus nuevas canciones. Ni más ni menos que veinte en un álbum doble en el que abrazaban el rock más americano para seguir demostrando que la clase se tiene o no se tiene. Y tan buena parece que fue la conexión entre ellos que a partir de entonces se convirtieron en una banda “al uso”, sea esto lo que sea, para ofrecernos periódicamente nuevas canciones. “Dadnos Precipicios” llegó dos años después para conquistarnos a la primera, e incluso para llevarlos un escalón más arriba en cuanto a popularidad, y ahora es el turno de “El Rojo y el Negro”, el, imagino que sencillo, cuarto disco de Egon Soda.
De nuevo recluidos en La Casa Murada, centro de operaciones donde han perpetuado su sonido en los últimos años, han dado forma esta vez a diez canciones, algo más de media hora de música con cierto espíritu continuista pero al que han bañado de nuevas influencias tan puras como delicadamente ocultas. Tras el pausado arranque de manual con ‘Lucha de Clases’ y ese ‘Espíritu de la Transición’ tan optimista como derrotista llega una ‘Glasnost’ que ya nos sorprendía como primer adelanto, con ese ritmo y sabor negroide que tan bien han sabido acercar a su sonido. Mucho groove y las percusiones de Ricky Lavado moviendo las caderas hacia una parte final coreada con júbilo. En ‘Mi Famoso Gancho de Izquierda’ son en cambio los teclados quienes llevan el peso de un tema en constante crecimiento y que da paso a una de las joyas del disco. ‘Te Pierdo’ homenajea el rock más clásico en una pieza con una letra para enmarcar. Resignación romántica en estado puro y cierre perfecto de la que sería la cara A del álbum.
Tan perfecto como la apertura de la segunda parte del disco con ‘Matanza’, balazo de aires latinos y un sabroso tropicalismo atravesado por un punteo lleno de calor. “Matanza del hombre, vergüenza de medios. Ninguno a la altura de los acontecimientos” reza una letra que, una vez más, lo dice todo con poco tirando a dar. Tras ella ‘Nuevos Horizontes’ transita frenéticamente por el rock americano con un sutil interludio instrumental que nos impulsa hacia ‘Corre, Hijo de Puta, Corre’, otro rara avis en su discografía con la frase de título como mantra políticamente incorrecto y el recitado de Ricky Falkner vertebrando la canción. Y cierran el álbum con la elegancia innata de ‘El Corazón de un Mundo Sin Corazón’, canción de belleza soul y estribillo en falsete para conquistarnos a todos, y la final ‘El Testigo’, de cálido bajo funk y un tono oscuro con otra letra que atraviesa y que se nos queda muy adentro.