[Actualidad] Thrice – «To Be Everywhere is To Be Nowhere» (2016)


Tres años han tardado Thrice en volver al ruedo tras anunciar ese hiato temporal que llevó a Dustin Kensrue a explotar su carrera en solitario, al resto del grupo a embarcarse en algunos proyectos musicales un tanto intrascendentes y, sobre todo, a oxigenar una carrera que a pesar de no mostrar síntomas de agotamiento había sido tan intensa como llena de vaivenes. Para descubrirla, nada mejor que repasar el artículo que dedicamos a su discografía unos días antes de la publicación de “To Be Everywhere is To Be Nowhere”, disco con el que vuelven y con el que cumplen todas las expectativas puestas en ellos. Imposible que su nueva colección de canciones no contente a los fans de la última etapa del grupo y difícil no caer rendido ante su música si es esta la primera vez que te acercas a ella.
Teniendo en cuenta que éste es la continuación de “Major / Minor” y “Beggars” podemos tacharlo de un trabajo, efectivamente, continuista. Lejos ya de la experimentación que supuso su “The Alchemy Index” y de los sonidos más contundentes de sus primeros trabajos, en este nuevo álbum vuelven a dar con la tecla del hit. Tras abrir el disco con ‘Hurricane’, tema ideal para ir introduciéndonos en él y con el que demuestran una vez más la facilidad con la que controlan las intensidades sonoras, llega ‘Blood on the Sand’, que ya funcionó como adelanto y que sobresale ahora en el total del disco gracias a un estribillo para corear desde las entrañas, las voces militantes en las estrofas y el desgarrado grito de Kensrue que pone fin al tema. En la misma línea se encuentran ‘Black Honey’, con toda esa rabia contenida, o una ‘Wake Up’ que está entre mis favoritas, desde ese arranque tan ambiental en el que línea de bajo y arreglos de guitarra oscilan tras la susurrante voz de Dustin hasta la explosión del estribillo, uno de los más descaradamente pop de la carrera del grupo.
Y a pesar de algún momento no tan brillante, como el que supone la convencional ‘Stay With Me’, la recta final del disco lo deja en todo lo alto con dos temas como ‘Death From Above’ y ‘Whistleblower’, que muestran el lado más oscuro y rabioso del grupo, y la despedida con ‘Salt and Shadow’, única concesión a los teclados y a la parte más atmosférica y acuosa de su sonido.