[Actualidad] The New Raemon – «Una Canción de Cuna Entre Tempestades» (2018)


Casi cuatro años han pasado ya desde la publicación de “Oh, Rompehielos”, el hasta ahora último disco que Ramón Rodríguez publicaba bajo su autoría total (después llegaría “Lluvia y Truenos”, compartido con McEnroe). Es por eso que hoy, echando la vista atrás hasta aquel y comparándolo con el reciente “Una Canción de Cuna entre Tempestades” podemos pensar en él como un disco casi reaccionario, un paréntesis en su carrera que llegó por la vía de la crudeza y lo espontáneo y al que ahora da réplica con un álbum tan parecido como distinto. Parecido en el fondo pero distinto en las formas. En “Una Canción de Cuna Entre Tempestades” The New Raemon sale de Bcore, sello con sus muchísimas e incontables virtudes pero también con sus limitaciones, para trascender aún más con una colección de canciones que lo sitúan en otra esfera, esa que alcanzan los músicos de vuelta de todo, con una trayectoria ascendente y una cantidad de años en el “negocio” que les sitúan por encima de etiquetas, escenas o movimientos. No cuesta imaginar a Ramón en los próximos años al lado de figuras como Iván Ferreiro, Santiago Auserón o Quique González, y no es que éste se haya “ido al mainstream”, como clamarán algunos, es que etiquetas como esa, o la tan manida de “indie”, dejaron de tener sentido ya hace tiempo. Aquí solo importan las canciones, y las del nuevo disco de The New Raemon son, una vez más, para levantarse y aplaudir.
Lleno de riqueza instrumental, su banda de raemons suena aquí cada vez más asentada, y tanto la cantidad de arreglos como el tratamiento de las voces marcan un punto y aparte con su anterior disco. No hay más que escuchar el arranque con ‘Cíclope’ y su cuidado toque de cuerdas en el estribillo para notarlo. También nos encontramos aquí con las letras más contemplativas de su repertorio, seguramente, y como él mismo contó en alguna entrevista, reflejo de trabajar junto a Ricardo Lezón de McEnroe, todo un mago en esto de hacernos ver a través de sus ojos mediante las letras. Ramón lo consigue en temas como ‘Wittgenstein’, canción con un poso de optimismo escapista, y en su reverso tenebroso, una ‘Charlestón (Flores y Dolores)’, repleta de oscura belleza y con una hipnótica línea de bajo sobre la que van danzando el resto de instrumentos rumbo al estribillo. En ‘Un Posible Final’ expande su universo con la sorprendente (o tal vez no tanto) colaboración a las voces de Rocío Márquez para recordarnos después al Raemon de “Tinieblas Por Fin” en ‘La Broma del Tiempo’, un delicioso bucle de incertidumbre otra vez atravesado por la riqueza instrumental que aporta esa discreta sección de cuerdas. En ‘Signos de Vida en la Lejanía’, por contra, nos conquistan metiendo la directa a base de contundencia y unos coros de puño en alto. Y ya en la recta final destaca un ‘Melodrama Histórico’ que arranca con unas acústicas cristalinas que conquistan por la sencillez y que va tornando en una imprevisible canción por la que se asoman violines y un crescendo vocal que nos clava en la mente ese “sé que no somos buenos aunque a veces nos portemos bien” tan realista como certero. Y no se me ocurre mejor cierre para el disco que el que da ‘Tengo el As’, minimalista, tan naif como dolorosa y marcando el tiempo hacia el The New Raemon del futuro, uno que trascienda fronteras musicales a base de canciones.