[Actualidad] The New Raemon – “Oh, Rompehielos” (2015)


Ramón Rodríguez se ha tomado su tiempo para recomponer su proyecto más personal, The New Raemon, y darle un reinicio lógico sin perder su esencia. «Oh, Rompehielos» supone un nuevo capítulo que viene a romper con la oscuridad de sus dos anteriores álbumes, en los que empezaba a correr el riesgo de acercarse demasiado al sonido de su banda paralela, Madee. Tampoco parece haber rastro aquí de la exposición personal, casi pornográfica, de sus dos primeras entregas. Un nuevo trabajo que supone también su regreso a BCore, su sello discográfico de siempre y en el que lleva publicadas más de diez referencias contando sus diversos proyectos.
Autoproducido (nadie mejor que uno mismo para saber que botón hay que tocar) e interpretado por algunos de sus músicos habituales, como Marc Prats (teclados), Pablo Garrido (guitarra) y el multiinstrumentista Marc Clos, ha incorporado al equipo en esta ocasión a Salvador D’Horta a la bateria y al gran Javi Vega al bajo, lo que supone todo un acierto de cara a la base rítmica. Con ellos ha construido ese rompehielos que, en sus propias palabras, «se abre camino reventando a su paso todo aquello que le impide llegar a su destino». De sonido minimalista y con una intención lo-fi, consigue marcar la diferencia estructurando las canciones de forma impredecible, en ocasiones incluso susurrando las bases y las voces. Así, los diez temas que conforman el álbum van cogiendo vuelo a medida que avanzan, consiguiendo un discreto crescendo con cierto desencanto y dureza pero con un mensaje en el fondo reconfortante. Se podría decir que, hasta la fecha, es su trabajo más optimista.
‘Una Historia Real’ y ‘Oh, Rompehielos’ abren y ajustan dolorosas cuentas al pasado con la seguridad que da la perspectiva del presente, y lo hacen sobre unos preciosos paisajes sonoros que marcan el fin de las tinieblas («oh rompehielos ven a buscarme, rómpelo todo, limpia mi sangre, llévame a puerto, échame un cable»). Tras estas, Ramón acelera el ritmo y desprende alegría en su particular himno a la adoración, ‘Reina Del Amazonas’, en la que transita un romanticismo que nunca cae en lo decorativo. ‘El Yeti’ recurre después a una melodía sencilla mediante la sutil riqueza de unas acústicas expresivas marca de la casa para relatar, vía metáfora, una ruptura en la que gana la distancia como elección y conclusión («es mejor no volver a vernos»). Se intuye cierto despecho al exterior en ‘Quimera’, ‘Desencuentros’ o ‘Al Margen. «Recobro el aliento al mal tiempo, sobrevino el fin de ciclo», sentencia el autor situándose al margen de las relaciones y sus consecuencias.
En la recta final predominan medios tiempos que acarician con la suavidad de una lija. Melodías ásperas que se intensifican sobre una instrumentación que nunca termina de estallar y que desembocan en el regreso de los rayos de luz para alumbrar un final feliz por primera vez en su discografía. ‘Moneypenny’ cierra un álbum redondo cuya corta duración invita a incrementar las escuchas y apunta a ganar posiciones con el tiempo.
Y no podemos terminar sin hacer especial mención al precioso diseño de Arnau Pi, que tan bien envuelve este trabajo mimado desde su gestación y posterior reposo. Eso sí, para los cansinos de turno, y en palabras del propio autor, el que busque diez ‘cafeteras’ que se vaya al Starbucks.
Texto: David Doinel