[Actualidad] Morente & Lagartija Nick – «Omega (Edición 20 Anivesario)» (2016)


En algún lugar de Viena deben descansar diez muchachas y un hombro donde solloza la muerte. Si Lorca lo escribió es que esto es siempre así. De igual manera, en algún lugar del cosmos parecían descansar las piezas que complementan y envuelven ya definitivamente para la eternidad este diamante ensangrentado que es “Omega”, así que si este año ha ocurrido o llega a ocurrir algún acontecimiento importante seguro no sobrepasará la relevancia de que este documento vea por fin la luz.
Se cuenta que el disco nació con la vocación y la valentía de tirar hacia delante, sortear todas las adversidades (que no fueron pocas) y entrar por derecho propio en la historia, y desde luego no se le puede negar cierto misterio que te hace redescubrir nuevos matices a cada escucha, como si nunca terminaras de aprendértelo o de apreciarlo en su plenitud. La voz de Morente dentro del álbum suena sangrante como nunca, inspirada en sus personalizaciones de Cohen o arrebatada y poseída en el rompedor réquiem donde el cántaro se mete en las venas de Lorca. «No solloces silencio, que no nos sientan, que no nos sientan«. Sangre en la garganta que contempla la premonición de la decadencia, esa que llega con la caída de las estatuas al abrirse la gran puerta derrumbada por los muros psicodélicos de Lagartija Nick.
Lo primero que desconcertaría en su día hasta el punto de resultar inquietante en este “Omega” es que la fusión ni se daba ni se buscaba. El jondo va por un lado y la electricidad de Lagartija por otro, dándose por momentos esa interesante fisión que siempre defiende Antonio Arias (líder romántico de Lagartija y 50% de la parte arrebatada y obsesionada de la obra, junto al maestro Morente). El segundo aspecto a subrayar sigue siendo la forma en la que el cantaor supo ver como nadie y, sobre todo, transmitir el lenguaje de Lorca, como si hubiera conseguido ir más allá de la propia palabra del poeta y refundar todas esas claves que ya se adelantaban en su tiempo a todo lo que vendría después. Que alguien que venía de un mundo tan cerrado como el flamenco se metiera en estos berenjenales y saliera ileso no deja de ser emocionante. Aquí Lagartija representa Nueva York y Morente es la voz de Lorca y hasta cuando reinventa a Cohen sigue siendo granadino. Y hablando de las canciones, si hay un corte incuestionable y entre comillas radiable ese es precisamente ‘Manhattan’, que va infinitamente más allá de la versión o revisión, como el mismísimo canadiense errante lo afirmó. Esa guitarra flamenca circular que se te mete en vena, la voz de una entonces adolescente Estrella Morente que sentencia «Hoy es el día del padre y estamos heridos«…
Lo cierto es que a estas alturas, después de 20 años en los que dicha obra se ha ido abriendo paso prácticamente por sí misma, seguimos encontrando en “Omega” la frescura de una obra transgresora y por supuesto tan incomprendida antes como ahora. Y es que ni la muerte ha conseguido comercializar al maestro. Quizás precisamente por eso esta historia se ha contado ya varias veces, ya sea en el maravilloso volumen de Bruno Galindo para la colección Cara B o en el reciente documental que celebra el vigésimo aniversario y que en estos días podemos disfrutar como antesala de una navidad sangrante y lorquiana. Asumiendo que poco más se puede contar sobre esta maravilla que habla por sí misma y que ha sido remasterizada para la posterioridad solo cabría añadir algo acerca de lo que se quedó fuera y que ahora está por fin dentro.
Se hace un poco raro que el disco que antaño terminara haciéndonos levitar con ‘Ciudad sin Sueño’ lo haga ahora con ‘Oriente y Occidente’, el experimento en directo que medio improvisara el cantaor con unos Sonic Youth que parecen querer ser de Granada y llamarse Lagartija Nick. Curioso por parte de los neoyorkinos y arrebatador por parte del maestro. La toma de ensayo del ‘Pequeño Vals Vienés’ se aleja por completo de la épica versión del disco, mostrándonos los primeros esbozos de la vampirización coheniana. También la nueva mezcla de ‘Omega’, con variaciones en los cantes de Enrique, suena más humana, aunque en este caso nos seguimos quedando con la divinidad de la definitiva. Pero lo más interesante de los añadidos se encuentra sin duda alguna en ‘Un Cantaor debe Morir’ y ‘Oye, Esta No Es Manera de Decir Adiós’, las dos versiones de Cohen que se quedaron fuera, entiendo que ajustando el disco a una duración estandar, ya que los dos cortes suenan maravillosos y en ceremonia con el resto de la obra. Sabíamos de su existencia y hasta Soleá había grabado con Antonio Arias la segunda para su primer álbum, así que después de imaginarnos como serían interpretadas por el maestro volvemos a quedar descolocados y sorprendidos. Y así hasta el infinito de una obra que ya nunca morirá.
Tal como declarara hace poco Arias con motivo de esta reedición, «Al final “Omega” será como Saturno y acabara devorándonos a todos«. A él desde luego su fe ciega en este proyecto y en Morente en particular le hizo abandonarlo todo para entregarse durante años a su mayor arrebato artístico con valentía. El propio Arias cuenta que cuando volvió de Madrid después de terminar la obra había pasado más de dos años, su grupo se había disuelto y su novia ya vivía con otro, así que puestos a perder, empezaron con el miedo y acabaron haciendo historia.