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[Actualidad] Fernando Alfaro – «Saint-Malo» (2015)
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[Actualidad] Fernando Alfaro – «Saint-Malo» (2015)

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reseña critica disco saint malo fernando alfaroLa luz ha vuelto a entrar en el universo de Fernando Alfaro. Los pocos rayos de ella que se filtraban en «La Vida Es Extraña y Rara» y algo más en «Carnevision» se hacen patentes y constantes en este “Saint-Malo», tercer disco de su dilatada e imprescindible carrera en solitario y el numero once contando toda su obra con los viscerales Chucho o los hermosos y malditos Surfin Bichos.

Acostumbrados como estamos últimamente a seguir carreras totalmente predecibles, no deja de ser sorprendente que sea la generación de los 90 la que siga asumiendo todo tipo de riesgos. Pedirle a Alfaro otra obra maestra después de haber firmado durante más de 25 años discos impecables y personalísimos sería pedir demasiado pero contra todo pronóstico el tío va y saca otro pedazo de disco. Y es que en el divino oficio del artesano de canciones el que vale para esto valdrá siempre y el que no, es una puta pose efímera y patética que viene del rollo de no sé qué coño de escena de no sé qué ciudad anglosajona. Nuestro héroe viene de la luz de las entrañas de Albacete y va hacia la luz universal.

“Saint-Malo” es un título que puede llegar a confundir, en contraste con la vitalidad de un repertorio que nos devuelve aquellos tejidos felices que hace poco reivindicábamos en estas páginas. Trajes optimistas para vestir unas canciones de una calidad enorme y con unas ansias de renovación valientes y necesarias.

Lo primero que sorprende es la interpretación y la forma de acentuar en ‘Velero’ que ya desde los primeros acordes de teclado que abren el tema suena a mar abierto, con una melodía chulísima que acompaña ese juego de palabras único en él: «Con la vela llena, llena de agujeros, si es que de agujeros puede uno estar lleno«, o «Escucha este cante lleno de remeros, solo es un remedo, no tengo remedio, medio te lo digo en serio, si me dices medio siempre digo entero«. Después de este torrente de plenitud nos damos de bruces con ‘Saariselkä Stroll’, donde los teclados siguen llevando el timón del tempo y el texto es toda una celebración de su particular visión del amor y otros delirios (simplemente genial la parte del tatuaje difuminado). Tras esta, puestas de sol y pinchazos de nostalgia en ‘Tempos Fugit’, de una calidad musical que te mece y te emociona y donde toda la vida que tenías por delante ahora la tienes por detrás. Le sigue la atronadora ‘Arrancando Las Vías’, que encuentra la belleza en los sitios más impredecibles para perderse en los claroscuros de ‘Me Hiere, No Me Hiere’. Guitarras ralentizadas con ese colchón de teclados tan característico en su obra que parece que abrasa desde las teclas a quien lo toca («No me hiere la verdad, si me hiere es verdad«). ‘El Ascensor De Herodes’, con su título de himno religioso bastardo es otro tema más para enmarcar, conjugando sabiamente las distintas facetas literarias y musicales presentes en su personal imaginario y dándole siempre una vuelta de tuerca a la inagotable fuente de inspiración que para el artista es la Biblia.

Por su parte, el clasicismo de la estructura y la melodía de ‘Bonita Fiesta, ¿verdad?’ le sienta «como a un santo dos pistolas», dándole digamos otra interpretación a ese chascarrillo, que por cierto definiría muy bien el rollo del disco, y es que a este santo le quedaría muy bien una navaja automática sujeta al cordón de la túnica. En ‘Se Aniquila Piso» Alfaro busca nuevas formas de expresión para acabar lanzando un texto explosivo con caseros cabrones y venganzas adolescentes («con muy mala leche nos dijo el casero, me pintáis el piso y os largáis de una vez, y se lo pintamos todo de negro, todas las paredes y el techo también«). ‘La Edad Media’ lo devuelve a esos relatos de muerte y desaparición que, en esta entrega, sorprenden por su escasa duración, que no dureza. Y ‘La Luna Aplastada’ da paso a ‘La Eternidad’, donde le vuelve a cantar al amor, en esta ocasión en primera persona, libre de edulcorados previsibles y desde sus iluminadas entrañas para echar el cierre con intención de hacerlo en ‘Eso Fue Todo’

Registrado el pasado año en Barcelona, su nueva ciudad de adopción desde hace años, y grabado junto a Xavi Molero (batería), Darío Vuelta (bajo), Marcel Caballé (guitarra) y Eduardo Martínez (teclado), “Saint-Malo” demuestra a través de sus trece canciones, vitalistas e inesperadamente luminosas, que Alfaro sigue siendo capaz de dotar a sus composiciones de una narración que va más allá de lo musical. Qué tendrá Fernando que, parafraseando a mi amigo Edu “yo cuando lo escucho me dan ganas, no sé… de follar «. Será ese el secreto que mejor guarda su ciencia, capaz de remover instintos primitivos, con el último añadido y gran acierto ahora de volver a sonar como una banda en toda regla. En fin, que ya tenemos candidato a mejor disco nacional del año.

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