[Actualidad] Enric Montefusco – «Meridiana» (2016)


Hace ya más de un año desde la última vez que los barceloneses Standstill se subieron al escenario del Apolo para decirnos adiós (y por supuesto «gracias por venir”) dejando tras de sí un hueco que nadie volverá a llenar. No desde luego como ellos. Desde entonces, y aunque todos o casi todos sus miembros ya dieron señales de que hay vida más allá del gigante, lo cierto es que todas las miradas, o más bien los oídos, estaban puestos en el siguiente paso de Enric Montefusco, líder e ideólogo de la irrepetible formación.
Tras aquella fábula circular que fue “Adelante Bonaparte”, probablemente y en mi opinión la obra más bella que realizó el grupo bajo la supervisión de Montefusco, llegaba un siguiente trabajo un tanto irregular que a pesar de contener buenas canciones se diluía un poco en la experimentación. Suponemos que la vuelta de tuerca de su anterior álbum era y fue muy arriesgada y debe ser muy complicado querer superar y reinventar el sonido de un disco que a día de hoy ya forma parte de la memoria de un buen puñado de gente, la misma que además asistió al precioso “Rooom”, un espectáculo al borde del abismo pero que funcionó y terminó de explicar la obra.
Lo cierto es que hasta escuchar los primeros adelantos de “Meridiana” uno se podía esperar cualquier cosa de este álbum. Cualquier cosa menos lo que hemos encontrado finalmente. Una vez más Montefusco nos vuelve a sorprender y esta vez en lugar de escapar hacia delante, como hiciera anteriormente, se reinventa desde el pasado y reivindica lo popular de una forma con la que es imposible no empatizar o conmoverse, al menos si todavía le queda a este mundo sangre en las venas.
Hace poco, en una reciente y cuidada entrevista para estas páginas, el autor señalaba que para él la gracia de este disco es que las cosas de las que habla sean extrapolables a cualquier sitio más allá de su Barcelona natal. Nos ponía así un poquito más cerca de las claves para arrebatarnos con una historia universal, (la de todos, al menos generacionalmente) y conectar emociones primarias a través de pequeñas referencias y de sentimientos universales, dejando claro quién somos y qué tenemos que decir. A conciencia y con conciencia, así son las once nuevas canciones que conforman este mapa sonoro que nos lleva a deshacer el camino y andarlo hacia atrás como si hacia delante fuera.
Los amaneceres del viejo barrio, olores perdidos a café en el pasillo, colores ahora casi imperceptibles, el primer rayo de sol, las casitas de colores… todo un collage emocional que nos atrapa al instante a base de unos juegos de cuerda tan alucinantes como cercanos y con un Montefusco que se sigue dejando el alma en cada palabra de ‘Meridiana’, primera y casi principal microhistoria del álbum familiar. Tras ella unas palmas solemnes abren a fuerza de mejores deseos ‘Todo Para Todos’ clavando un single atípico y poderoso («Os deseo un parto sin llanto, una vocación inscrita en la frente, un aura brillante y un pelo muy suave, una hermana menos mona y un padre superable, un abuelo que haya hecho fortuna en Cuba«), de estribillo épico y que alcanza el éxtasis enredándose con un acordeón que estará ya presente en el resto de pasajes. Ni la vacilada final de ‘Flauta Man’ acelerando el pitch de la voz, consigue cargarse otra composición brillante con cuyos gracias nos genera empatía y en los de nada nos hace sentir toda la rabia que provocan las cosas absurdas. La decadencia de ‘Uno de los Nuestros’, a marcha lenta y repetitiva, con ese «deja de llorar así, ¿qué van a decir los vecinos?” hacia el final vuelve a conectarnos con nosotros mismos (¿quién no ha escuchado esta frase alguna vez?). ‘El Rui de L’oblit’, por su parte, tiene algo de chanson francesa pero su lengua natal lo acerca más a su propio universo, en el cual una ‘Obra Maestra’ sale del dolor. Tras ésta, el arreglo de teclado de ‘Lo Poco que Sé’ traspasa de tal forma que de escucharlo los mismísimos U2 venderían heroína a las monjas por firmar algo así, tal como dijo una vez un crítico provocador de adivinen que revista.
Y aun así lo más valiente de este álbum siguen siendo temas como ‘Adiós’, con flauta incluida, así como la decisión de grabar un disco practicante orgánico, algo de agradecer entre tanto sonido plastificado. De verdad que hacía tiempo que no me emocionaba tanto una colección de canciones como esta, con un discurso totalmente diferente al del amor tal y como nos lo suelen plantear en las canciones.