Zahara – «PUTA» (2021)


Habrán pasado alrededor de quince años desde que vimos por primera vez a Zahara en El Búho Real de Madrid. Fueron infinidad las cantautoras que se subieron a aquel escenario por aquellos años para comenzar a darse a conocer pero pocas transmitían tanto con sus canciones como ella. Aparentemente feliz, jovial y desenfadada, cuesta pensar ahora, tras escuchar “PUTA”, que posiblemente no fueron unos buenos años para Zahara en lo personal. Probablemente sea ese el gran triunfo del patriarcado, obligar a las mujeres a ocultar sus traumas y proyectar una imagen al exterior de aceptación o, incluso, sumisión. También entiendo ahora mucho mejor por qué nunca llegué a conectar con “La Fabulosa Historia de…”, primer disco que publicó, unos años después, bajo el amparo de Universal. A pesar de haberme sobrecogido con esos directos desnudos, aquel disco, producido en parte por Ricky Falkner y en parte por el cuanto menos cuestionable Carlos Jean, no conseguía captar su esencia. Ahora imagino a aquellos “oficinistas” del sello lanzando sermones sobre su gran potencial mientras le decían lo que tenía que hacer con aquellas canciones que eran suyas. Por todo ello “PUTA” no solo es el mejor disco de Zahara sino también una obra necesaria, tanto para entender toda su trayectoria discográfica como para poner de manifiesto toda una serie de actitudes que es el momento de lapidar. Sí, es un disco feminista y de condena a las actitudes machistas con las que muchas mujeres se ven obligadas a crecer. También es un disco de aceptación propia, de expiación del pecado y de una culpa fuertemente marcada por la que, entiendo, fue una educación católica. Y, lo más importante, es una obra que puede ayudar a mucha gente.
No solo en lo lírico y conceptual es un disco enorme y necesario. Musicalmente, y de la mano de Martí Perarnau, líder de Mucho y con quién ya compartió recientemente el proyecto Juno, Zahara expande su sonido llenándolo de electrónica y dejando de lado casi cualquier atisbo de rock y electricidad. No lo necesita. “PUTA” exhuma intensidad, delicadeza y agresividad según la situación lo demande. La libertad es total en temas como ‘Merichane’, tema con el que empezó todo para el oyente, ‘Canción de Muerte y Salvación’, en la que expía culpas sobre un beat que se repite y un fraseado constante sobre teclado, o ‘berlin U5’, todo un baile de liberación con el que reventar pistas de festivales. Hasta el extremo llega en otras como ‘RAMONA’, en la que rapea con rabia sobre una instrumental que es puro Martí mientras nos habla de dejar atrás un hogar que nunca ha sentido como tal. También lo hace en ‘joker’, tema con una estructura puramente rap, de fraseado imparable en las estrofas y un estribillo que se deja ver varias veces como un leitmotiv que se te clava como espinas. Ambos temas conectan incluso en sus letras, aunque en la segunda juega con la más fina ironía encima de la crispación sonora. Como contrapuntos encontramos a lo largo del disco temas como ‘Sansa’, un doloroso fogonazo de sinceridad, etéreo en lo instrumental y punzante en lo lírico, en el que deja claro que no siempre los abusos físicos son los más dolorosos y que eso de que los golpes de la vida te hacen más fuerte sirve como eslogan en una taza de autoayuda y poco más. También en ‘Negronis y Martinis’, otra canción que invita a mostrar sin reparos lo que eres y que es todo bálsamo sonoro, o ‘Médula’, en la que nos encontramos a la Zahara más reconocible.
En definitiva, una obra mayúscula que recordaremos siempre y en la que sumergirse de principio a fin, buscando sentido a cada frase, a cada teclado, a cada sinte y a cada beat electrónico. Todo ello lo tiene.