Touché Amoré – «Lament» (2020)


Aún recuerdo la primera vez que me enfrenté a «Stage Four», anterior disco de estudio de Touché Amoré que Jeremy Bolm dedicaba a su difunta madre tras su batalla contra el cáncer. Brutal e incontestable. Una auténtica catedral sonora al luto, levantada sobre la aplastante pegada hardcore que caracteriza a la banda desde sus inicios. La sublimación del espíritu emo elevado a su máximo componente emotivo, capaz de hacernos sentir cosas inimaginables con una sensibilidad estremecedora. Sin duda uno de los mayores exorcismos musicales que se me vienen a la cabeza.
Cuatro años más tarde, llega su nuevo y esperado álbum. Este «Lament» que se nos descubre nuevamente plagado del universo poético de Bolm. Unas letras que describen, cómo no, a pecho descubierto, los sentimientos que dan continuidad a esa tragedia personal que marcaría la vida del cantante. Una colección que deja pasar algo de luz y esperanza mientras se recomponen los pedazos. Con la fuerza redentora del amor, «Come Heorin» abre por todo lo alto el disco. Un temazo en el Bolm se desgañita como una bestia apaleada, agradeciendo a esos ángeles que le salvaron de las sombras. Algo parecido sucede en ‘Savoring’, donde bajo la protección afectiva deja patentes las inseguridades y la dificultad de hacer real el tópico de que «la vida sigue». Un camino lleno de altibajos y baches que se refleja en cortes como ‘Lament’, ‘Exit Row’ o ese ‘I’ll Be Your Host’, lleno de lírica que deja frases lapidarias: «Soy un caparazón de mi antiguo yo». Un corazón con callo, lleno de vulnerabilidad e inseguridades. Ahí están ‘Deflector’ o el ritmo más punk y acelerado de ‘Feign’. Y con un carácter algo más positivo, el sonido más tabernario y melódico de la fantástica ‘Reminders’, en la que colabora en los coros Julien Baker. Uno de esos momentos que trasladados al directo aseguran pogos y un estribillo cantado puño en alto.
Y echando el ancla a los potentes ritmos de batería y guitarras hardcore, Touché Amoré bajan las infartantes pulsaciones con varias piezas más pausadas. Entre ellas, brilla con luz propia la melancólica ‘Limelight’, donde las guitarras se vuelven etéreas y Bolm hace su particular proceso de cicatrizado. En esta ocasión acompañado del gran Andy Hull de Manchester Orchestra. Algo de calma sonora que ofrece consuelo emocional en ‘A Broadcast’, oasis en mitad del desierto en el pararse a reponer fuerzas. Y aún más relajado resulta el comienzo de ‘A Forecast’, registrada en crudo, bajo una base de piano justo antes de envenenarse. Catarsis definitiva de Jeremy Bolm en la que hace balance de todo lo vivido en estos años, disparando a la cara sentimientos sin ningún filtro para bordar un final épico: «Todavía estoy bajo la lluvia».
Una vez más, me vuelven a poner los pelos de punta. Personalmente, me parece que estamos ante el mejor grupo actual de post-hardcore, screamo, emo o la etiqueta que se le quiera poner a todo esto. Antológicos.