Shame es una banda más de la escena del nuevo punk (o post, si lo preferís) británica. ¿Tienen algo especial que les diferencie o haga mejor que el resto? Pues seguramente no, pero tampoco es que sea esto del todo necesario. Los londinenses debutaron en 2018 con “Songs of Praise”, un primer disco con la urgencia y el frenesí propio de los primeros discos, afianzaron su sonido con “Drunk Tank Pink”, un segundo álbum en el que bajaron revoluciones y apostaron por la contundencia, y publicaban hace unas semanas este “Food for Worms”, con el que terminan de sobreponerse a modas pasajeras para dar forma a un discurso propio.
En él oscilan entre lo que fueron y hacia dónde parecen dirigirse. Lo hacen con temas como ‘Six Pack’, en la que un bajo machacón compite por el protagonismo con unas guitarras que consiguen que el wah wah pueda sonar punk. O una ‘Adderall’ en la que lucen amables coros brit-pop que desembocan en una parte final explosiva. Con el habitual punk deslenguado de temas como ‘The Fall of Paul’, una versión algo descafeinada, y no por ello peor, de Idles. O con la final ‘All the People’, de nuevo brit y de nuevo pop, un tema de absoluta hermandad vocal y épica contenida. Y, sobre todo, se muestran bastante comodones entre guitarras acústicas en canciones como ‘Orchid’, seguramente el tema que mejor define el estado vital del grupo.
Todo ello respaldado por la producción de toda una eminencia como es Flood (por sus manos han pasado desde New Order hasta PJ Harvey, por citar un par de nombres) con el que explotan un sonido crudo y sin artificios que les sienta como un guante. No son los mejores, pero tampoco los peores. El triunfo de la clase media.