Aún a riesgo de que se nos vea un poco el plumero, tenemos que reconocer que por aquí nos cuesta ser objetivos cuando de Rolling Blackouts Coastal Fever se trata. La banda australiana nos conquistó irremediablemente ya desde su segundo EP y tras él llegaron dos discos largos que celebramos con pasión en su momento. De igual manera, toca decir que tras estos dos trabajos, de sonido continuista, la banda se jugaba el todo o nada con su tercera referencia. Se les planteaba aquí la siempre difícil decisión de seguir explotando una fórmula que les ha funcionado a la perfección (giras internacionales desde su Australia natal, fichaje por SubPop, festivales…) o dar un pasito adelante y explorar nuevas sonoridades. Aunque con reservas, han optado por la segunda opción, como hacen las grandes bandas. Y nosotros que lo celebramos.
En este “Endless Rooms” de portada crepuscular, y en la que vemos la casa de campo en la que han dado forma al disco, la inicial ‘Pearl Like You’ ya descoloca como intro, y tras ella ‘Tidal River’ entra a matar, con reverb en las guitarras y una esponjosa línea de bajo con más protagonismo que nunca. Hay algo del pop psicodélico que tanto nos gusta, pero también esa forma de lanzar las frases que nos resulta tan novedosa como familiar. Es lo de siempre, pero mejorado. Y para psicodelia la de ‘Caught Low’, en la que demuestran que sus composiciones no son siempre agitados pildorazos de pop frenético. Aquí echan el freno para transitar entre la belleza instrumental de The War on Drugs y el folk-rock ensoñador de Kurt Vile, dos reflejos en los que mirarse pero a los que añaden unas preciosas armonías vocales a coro y hasta unas palmas. Monumental. También sorprenden en ‘Dive Deep’, otra cápsula de elegantísimo rock crepuscular con base funk que bien podrían firmar los Arctic Monkeys del “AM” (¿o son sus “you’re mine” que me despistan?), o en una ‘Blue Eye Lake’ que tiene cierto sabor ochentero y un tono casi bailable y discotequero a base de batería y guitarras.
También en ‘Endless Room’ muestra su cara más british, sin ocultar la influencia que el pop rock de aquellas otras islas ha influido en el sonido de los australianos. Y aunque este podría ser perfectamente el cierre del disco al que da título, se reservan para el final otra tonada de luminosidad guitarrera y melodías glaseadas que lleva por título ‘Bounce off the Bottom’ para despedirse en todo lo alto, con la mejor psicodelia sesentera por bandera. Antes, y para que no se pongan nerviosos los nostálgicos, tampoco faltaron algunos latigazos marca de la casa. Temas con guitarras ágiles y aceleradas, juegos instrumentales, duelos de guitarra y estribillos pegadizos, como los de ‘The Way It Shatters o ‘My Echo’. Hay aquí Rolling Blackouts para todos los gustos y a todos ellos da gusto escucharlos.