Pablo Wilson – «Song From Quarantine» (2020)


De todos los confinamientos que deja esta pandemia, Madrid se llevó y se llevará la parte más dura. Pocas noticias buenas que rascar de semejante crisis que, atendiendo a lo meramente musical, tumbaba giras, festivales y celebraciones de todo tipo. Por sacar algo positivo, todo este montón de basura ha servido de abono para la imaginación de algunos. Testigo directo desde zona cero, el joven Pablo Wilson se encerraba en su casa a escribir en canciones la crónicas de esta pandemia. Así nace como debut musical este «Songs From Quarantine», amparado con orgullo y urgencia por la factoría Limbo Starr.
El resultado no podía ser más fresco y actual. Los devaneos con la locura, el humor mordaz y los personajes más grotescos campan a sus anchas por ese retrato discográfico del horror. Así comienza esta colección, con ‘Distanciamiento Social, Nuevas Formas de Amistad’, donde a ritmo de surf pop, Pablo Wilson nos saca una carcajada ante el patetismo de las relaciones humanas en tiempos del Covid. Certero y cargado de mala hostia, apunta directo a todos esos seres con complejo de sheriff en ‘Doña Ley Antitabaco’. La ley de la mirilla y la policía vecinal son sin duda parte de la nueva mitología social. ¡Se tenía que contar y se contó! También forman parte de este nuevo imaginario la sobreexplotación absurda de directos en Instagram, grupos de WhatsApp saturados y putos audios infinitos. Una espiral incontrolable que se nos fue de las manos y que queda traducida en clave generacional en ‘Jajaja Noseq Lol’.
Aunque hablando de traducciones, qué decir de todas esas aficiones de dudosa utilidad que quien más quien menos reactivamos durante el confinamiento. De ahí surge ‘Mis Progresos con el Portugués en el Duolingo’, chascarrillo lleno de humor elevado a la categoría de temazo gracias a unas guitarras que estrujan el ruido y la melodía siguiendo la pista de Primal Scream o Sonic Youth. Qué duda cabe de que la sombra de David López está detrás de esta producción, donde las seis cuerdas distorsionadas llevan las canciones más allá de las cuatro paredes del bedroom pop. No menos patente resulta el poso permanente de Nacho Vegas, con quien Limbo Starr formó equipo para descubrirnos a uno de los mayores poetas del fracaso que yo haya escuchado jamás. Con idéntica filosofía y cercano al sonido de sus primeras obras, Pablo Wilson emula al maestro con canciones tan maravillosas como crudas. Pruebas de ello son ‘La Nueva Barbaridad’, donde se acerca al Vegas más puro, y ‘No Necesitamos Más Banderas’, resumen perfecto de esta situación con su brutal letra.
Igualmente magnéticos suenan los riffs stonianos de ‘Actitud Daimiel’, mientras que la cultura popular se descuelga de nuevo con ‘La Niña Rarita de Stranger Things’. Un corte donde además de meterse en terrenos más sintetizados, alude indirectamente a todas esas horas enganchados a series, incluso aunque estas sean de calidad cuestionable. Riesgos sonoros que alcanzan su máxima expresión en los delirios country de ‘El Rancho de Magrot’ y su visión propia de Pantomima Full de lo que es la vida rural. Matices que se amplían en ‘El Desierto de Sonora’, describiendo a golpe órgano su propio western. Y como no, no podían faltar esas historias de gente abandonando sus casas postconfinamiento. Reformulando parejas, amistades o vidas enteras. Ahí queda eso en ‘Me Voy’. Mención especial también para esa ‘Kiwi Con Chía’, llena de guasa y verdad que finalmente quedó fuera de este disco de debut.
Esta pandemia nos ha dejado un nuevo imaginario que el bueno de Pablo Wilson ha transformado en canciones. Un disco repleto de ironía que servirá de testimonio de una etapa inolvidable de nuestras vidas.