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Nacho Vegas – «Mundos Inmóviles Derrumbándose» (2022)
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Nacho Vegas – «Mundos Inmóviles Derrumbándose» (2022)

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¿Habéis oído eso de que los artistas han aprovechado el parón pandémico para crear un montón de canciones? Pues no en todos los casos es cierto. Para Nacho Vegas, el encierro desembocó en un bloqueo creativo del que solo pudo escapar, meses después, saliendo de su Gijón natal y refugiándose en el pueblo pesquero de Ortiguera. El cambio físico devino en liberación mental y allí fue dónde dio forma a las diez canciones que constituyen este “Mundos Inmóviles Derrumbándose”, empaquetadas en una edición cuidadísima, en formato de libro-cd y con ilustraciones de Miguel Brieva. La continuación de “Violética” supone además el primer trabajo de Vegas con una nueva formación, o parte de ella. Los León Benavente han decidido definitivamente volar libres y completan ahora la banda del asturiano músicos como Hans Laguna, Ferrán Resines o Cristian Pallejà, además de los habituales Joseba Irazoki, que sigue haciendo un trabajo excelso, y Manu Molina. Y, dejando las cosas claras desde el principio, hay que reconocer que el resultado en lo musical no se ha resentido lo más mínimo. 

Es inevitable echar la vista atrás, hacia discos como “El Manifiesto Desastre” o “La Zona Sucia”, cuando escuchamos esta nueva colección de canciones. Sin alejarse excesivamente de sus últimos pasos, temas como la inicial ‘Belart’ o ‘El Mundo en Torno a Ti’, una de esas tonadas río que tan bien sabe escribir, remiten a aquellos momentos. También una ‘Ramón In’ puramente confesional, en la que habla sobre un amigo fallecido con nombre propio y que remata con una coda casi góspel. Inevitable pensar en ‘El Ángel Simón’ aquí. Y aunque no a este nivel, podríamos decir que Vegas se desnuda como nunca (o como siempre) también en el resto de canciones. Lo hace con cruda belleza en ‘El Don de la Ternura’ y en ‘Esta Noche no Acaba’, dulce vals de amor imposible. También en ‘La Séptima Ola’, llena de torbellinos vocales y dolorosos arreglos de cuerda.

Mucho más jovial se muestra en ‘Big Crunch’, precisamente la canción más política y rockera del disco, con un ritmo imparable y un estribillo monumental, o en esa ‘La Flor de la Manzana’ que nos descolocó como primer adelanto. Acercamiento a ritmos latinos consensuado con la banda puertorriqueña Mancha E’ Platano que le sientan como un guante y que en ningún momento le alejan de su esencia. Tampoco lo hace la final ‘Un Principiu de Crueldá’, en la que utiliza el bable (como hace también en una ‘Muerre’l Branu’, adaptación de un tema de John Prine y que solo puede escucharse en la versión física del disco) para cerrar el disco con la voz al frente y un tono algo Spiritualized en lo eclesiástico de sus teclados y el nervio distorsionado de las guitarras. 

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