Qué mal acostumbrados nos tenían Monte del Oso. Aparecieron en escena en 2015 y en cuatro años nos habían brindado tres discos que nos zampamos con auténtica ansia y que celebramos como si nunca antes se hubiera hecho en nuestra país una música que bebiera tan directamente de aquellos gloriosos años 90. Aquel tridente ofensivo fue como darse una paseo por las páginas del imprescindible ‘Nuestro Grupo Podría Ser Tu Vida’, como celebrar puño en alto el sonido de bandas como Hüsker Dü, Dinosaur Jr., The Replacements y tantas otras bandas que amamos y añoramos.
Pero dejemos de lado la nostalgia y también las siempre odiosas comparaciones. Monte del Oso han vuelto cuatro años después para decirnos que ‘Son los Demás los que Están Equivocados’ y reafirmarse en lo que son: una de nuestras mejores bandas de rock. Puro y duro, seco y cortante, aguerrido y melódico. No nos habíamos olvidado de ellos pero joder, qué gusto da recordar que siguen aquí y que todavía tienen cosas que decir.
“Espero vaya fatal, que todo salga de pena y sea un día de mierda, una especie de fiesta de la adversidad. Si queréis llorar, puedo daros más. Sé que eres capaz de eso y mucho más, y poder vivir otro día gris, sin más”, nos suelta a la cara Ion Minde según arranca el disco en otro alarde lírico. Tonos grises, pesimismo existencial y un mensaje final esperanzador. Unas letras que seguro aprobaría Fernando Neira y que se deslizan por todo el trabajo dejándonos (otra vez) un buen puñado de frases para el recuerdo.
También por los mismos derroteros se mueven en los sonoro unas canciones que, podríamos decir, nos muestran a unos Monte del Oso un poco más ruidosos que nunca. Ahí está el puente instrumental de ‘Siempre’, la contundencia de las guitarras que arrancan ‘A la Carrera’ y que por momentos llegan a ocultar la voz tras un murote de distorsión, o la base rítmica de ‘Destrucción Mutua Asegurada’ para demostrarlo. Todo ello nos llega, cómo no, trufado de ramalazos de power pop ‘nuevaolero’ en canciones como ‘Escaso Premio’, o una ‘Suzko Bola’ en la que apuestan por el euskera y en la que cuentan con la colaboración de Gorka Urbizu, de Berri Txarrak (ay, Berri Txarrak), que funde su voz con la de Ion en un fantástico baile de tonos. Y no rompen la tradición tampoco aquí de cerrar sus discos con un tema diferente, apostando esta vez por el formato acústico y crudo en ‘La Fiesta de Nuestras Vidas’, canción con sabor a primera toma y que denota frescura.