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Kae Tempest – «The Line is a Curve» (2022)
Dark Light

Kae Tempest – «The Line is a Curve» (2022)

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Me atrevo a decir que cada paso discográfico que ha dado Kae Tempest desde que publicara en 2014 su debut ha sido para mejor, y superándose álbum a álbum llega a este 2022 para ofrecernos un “The Line is a Curve” con el que sigue haciendo válida mi teoría. Liberado del cariz temático (o conceptual) de trabajos como el anterior “Let Them Eat Chaos”, su nuevo disco fluye libre, entre canciones de rap clásico, sonidos modernos, ambientes orgánicos y una instrumentación a cargo de Dan Carey, su colaborador habitual, cuidadísima y siempre dando en el clavo, nunca sobrecargando y nunca siendo insuficiente. También esa liberación temática ha hecho que encajen tan bien las numerosas colaboraciones que pueblan el disco, con unas cuantas voces tan cercanas al universo de Kae como, en algunos casos, aparentemente alejadas de éste en lo musical. Todas ellas adaptadas al medio por el que desfilan y aportando a la vez sus marcadas personalidades. Mientras en ‘I Saw Light’ saca a Grian Chatten, de Fontaines D.C., de su zona de confort para acercarlo al spoken word más puro, en ‘Smoking’ es Confucious MC quién hace mutar un tema en el que Kae frasea sobre sonido ambiente para llevarlo hacia su terreno en una estrofa final de puro rap a bombo-caja. También destacable es la aportación de Lianne La Havas, que pone sedosa voz al estribillo de una ‘No Prizes’ de cálido piano sintetizado. O la de Kevin Abstract, de los recientemente finiquitados Brockhampton, que reparte flow en una ‘No Preassure’ con la que es imposible no moverse al son de sus beats y que forma, junto a la anterior ‘Move’, uno de los momentos más potentes del disco, ya en su tramo final.

Hablando de duplas magistrales, la que forman ‘Don’t You Ever’ y ‘These Are the Days’ tampoco se queda corta. En la primera, repetitiva y agónica, presenta una percusión cercana al jazz, que desemboca en la instrumentación de la segunda, en la que escuchamos vientos, guitarras y la batería más “real” del disco bajo la voz de Tempest. Un tema que bien podrían firmar en lo instrumental bandas como Karate, con esa melancolía sonora siempre tan presente. También bastante orgánica suena la final ‘Grace’, algo parecido a una bonita balada que nos despide con un optimista mensaje de amor. Y en el polo opuesto se encuentran temas como ‘Nothing to Prove’, de ritmo lento y una base electro sobre la que Tempest muestra una destreza vocal inconmensurable abrazando un rapeo de patrones más modernos. También ‘Salt Coast’, de letra proclamada, o la inicial ‘Priority Boredom’, en la que nos da la bienvenida con un tema agresivo y directo, de corte más noventero. 

Siempre magistral en lo lírico, las letras de “The Line is a Curve” dan para bucear en ellas y vuelven a ofrecernos un profundo análisis de la sociedad en la que vivimos. Capitalismo, consumismo, guerras, incomunicación, redes sociales o conciencia de clase son algunos de los muchos temas que aborda, de manera más o menos directa, aunque lo hace esta vez llevándose todos ellos a un terreno mucho más personal. Es en este sentido un trabajo que va más de fuera hacia dentro y en el que, como es lógico, no faltan algunas referencias a la transición a persona no binaria que Kae inició (o al menos hizo pública) en 2020, siendo ‘Water in my Rain’ el tema que lo aborda en mayor medida.

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