Jùlia – «Casa» (2021)

Jùlia son Estela Tormo y Lidia Vila y “Casa” es su tercer disco. Uno que no ha nacido del confinamiento estricto que todos vivimos a mediados de 2020 pero sí de uno de otro tipo, el llevado a cabo durante tres meses en una residencia artística en su Alcoi natal. En él, y con la participación de otros músicos como Víctor Blanes, Adrià Sempere o el productor Javier Vicente (Tulsa, Alondra Bentley), han creado esta obra redonda, a ratos hogareña y en otras más expansiva. Sin la necesidad de utilizar demasiados elementos, Jùlia saben dejar respirar a las canciones moviéndose desde el post rock ambiental de grupos como Sigur Ros hacía el dream pop de otros como Beach House. Así lo hacen desde la apertura con ‘Tradicional’, tema de larga introducción instrumental y en el que se hacen valer de los sonidos reales de elementos cotidianos digitalizados para la ocasión. 

Con una bienvenida tan definitoria solo nos queda dejarnos llevar después por los surcos de un disco que por momentos basa su sonido en sintetizadores de corte ochentero (con ‘Voltors’ no es difícil imaginarnos bailando con los ojos cerrados entre unas luces de neón que nos rodean) y en otros pone las guitarras al frente, incluso pisando por momentos el pedal de distorsión. Lo hacen en la incisiva ‘Càmping’, de imparable rítmica, y también en una ‘Play!’ en la que las palmas y un riff de lo más juguetón nos acercan a la pista de baile, esta vez desde los sonidos más orgánicos. Pero lo que es común en todas ellas es el buen gusto por los ambientes sonoros, siempre protagonistas y llevados a la máxima expresión en una ‘L’ que es puro pop caleidoscópico (como si Animal Collective hubieran sido capaces por fin de desnudar su sonido) y en ‘Plom’. Es ésta última, junto con una ‘Ut’ de cierto sabor carioca y psicodélico, mi debilidad del disco gracias a una línea de bajo perfectamente dibujada y unas melodías vocales con las que dan en el clavo. Algo hay también de Caribou en ellas y nada les puede sentar mejor.