Hace unos años Eddie Vedder llenó recintos del tamaño del Palacio de los Deportes de Madrid girando en solitario. Exactamente los mismos que había llenado años antes junto a sus Pearl Jam, y no es que las entradas para ver al cantante de los de Seattle en solitario fueran más baratas. Con esto vengo a decir que Vedder y la banda que le ha dado la fama son ya dos entes indisolubles para el público, por mucho que a veces nos lleguen de manera disuelta, como es el caso de este “Earthling” que nos ocupa. Tras la ya muy lejana banda sonora para la película “Into the Wild”, eminentemente acústica, y el más bien olvidable “Ukelele Songs”, Vedder publica su tercer disco en solitario, aunque, esta vez, bien rodeado de amigos. Músicos como Chad Smith, de Red Hot Chili Peppers, su ex guitarrista (y ahora miembro de directo de Pearl Jam) Josh Klinghoffer, el productor Andrew Watt o Glen Hansard se han puesto a su servicio para que esto suene más a banda que nunca. Y aquí llega el conflicto: ¿era necesario sacar un disco así al margen de Pearl Jam? Pues necesario no lo sé, pero disfrutable lo es un rato.
Inevitablemente, canciones como ‘Power of Right’ podrían firmarla los propios Pearl Jam, a pesar de la sobredosis de teclados y esas palmas que acompañan el tema subiendo varios niveles de comercialidad (¿suena un poco a Muse o me lo parece a mí?). También la más acertada ‘Brother the Cloud’, que traza a la perfección las clásicas subidas y bajadas de intensidad de los de Seattle y que no desmerecería para nada entre lo mejor de su repertorio. En otras, Vedder parece empeñado en rendir homenaje a músicos cercanos. Lo hace en ‘Long Way’, donde se acerca con descaro a Tom Petty y en la que, precisamente, cuenta con Benmont Tench, de los Heartbreakers, a los teclados. En ‘The Dark’ es a Springsteen a quién invoca, con un resultado que no puede ser más satisfactorio. Un tema ágil, elegante y pegadizo que apesta a hit para el directo. También se da el gustazo de compartir voces con el mismísimo Elton John en una ‘Picture’ que, en este caso, no pasa de simpática anécdota, al igual que tampoco lo hacen otras como ‘Fallout Today’, ligera tonadilla de rock clasicote.
Con todos los manuales bien estudiados, no le falta al disco un medio tiempo que separe caras, cometido que recae aquí en ‘The Haves’. Si bien la voz de Vedder hace que todo funcione en él, tal vez los más de cinco minutos de duración juegan en su contra. Más acertado está en la apertura con ‘Invincible’, en la que apuesta por la épica lanzando un mensaje tan positivo como naif, que viene a decir que somos invencibles cuando amamos y que, para qué negarlo, nos invita a entrar en el disco con buena cara. Pero si en algún punto del álbum termina por dar en el clavo es juntando ese tridente de ases que son ‘Good and Evil’, ‘Rose of Jericho’ y ‘Try’. Ninguna de ellas llega a los tres minutos y todas contienen una base rítmica muy punk, aplastante y acelerada sobre la que surfea desatada la voz del Vedder más salvaje. En la tercera de ellas, un blues hasta arriba de anfetaminas, cuenta además con la armónica de Stevie Wonder, que se suma a la lista de colaboradores de este «Eathling» en el que todo el mundo parece haber querido participar.