No sé muy bien como empezar esta reseña. Un problema, el de arrancar, que no han tenido Camellos a la hora de abrir su nuevo disco, tercer largo ya en la carrera de la banda afincada en Madrid. Lo hacen con ‘Cambios de Humor’, un temarraco pausado, con empujón melódico y guitarrero en el estribillo y en el que cuentan con la colaboración del mismísimo Josele Santiago en lo que parece una declaración de intenciones rockeras. Menos punk, menos urgentes y menos crudos, pero igual de afilados y con mucha mayor riqueza instrumental suenan Camellos en este ‘Manual de Estilo’ que, sin ser rompedor, sí que les sitúa en otro lugar creativo.
Las guitarras acústicas y los teclados, que ya intuíamos en anteriores ejercicios, están aquí para quedarse y andan ahora tomando posiciones en unos temas que muestran la mejor cara instrumental del grupo (‘Compañera de Piso’, ‘Adicciones’) y unos tonos de voz, los de Fer Naval y Frankie Ríos, cada vez más diferenciados pero tan juguetones entre ellos como siempre. Y si bien es cierto que se les puede echar en cara que no sea un disco tan inmediato como los anteriores, o al menos sin singles tan claros como ‘Arroz con Cosas’ (aunque ‘Divorcio’ o la propia ‘Cambios de Humor’ fueron adelantos del disco por algo), la sensación final es de álbum sólido, variado y repleto de grandes canciones.
Entre ellas nos encontramos sorpresas como la de ‘La Hora Llorar’, trufada de teclados ochenteros y con la que nos hacen pensar que la versión castellanizada que hicieron del ‘Gold’ de Spandau Ballet no fue casualidad. También una ‘Manual de Estilo’ que se asoma al tropicalismo con gracia mientras dispara contra ese mal de males que es el capitalismo («si he pagado soy tu dueño, ahora ya puedo fumar en tu bar o dónde quiera«). Una constante esta, por cierto, en unas letras que les han llevado a crear ya un lenguaje propio y fácilmente reconocible, como hicieron anteriormente otras bandas como Perro o Pony Bravo. Lenguaje ácido e ironía, a veces fina, otra cruda y directa, pero con la que siempre nos dejan un buen puñado de frases para el recuerdo, de esas que sin darte cuenta incorporas a tu lenguaje en el día a día.
Y volviendo a las canciones, sin tantas sorpresas pero con el mojo de siempre suenan otros temas como ‘Blessed’, de mullidito colchón acústico, una ‘Peligrosamente’ con la que apetece arrancarse a gritar desde su primera frase, o la final ‘Suena Bien’, cierre perfecto, con mucho groove y otro estribillo de odio fraternal para el recuerdo. Tremendo estilo el suyo.