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[Actualidad] Toundra – “Vortex” (2018)
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[Actualidad] Toundra – “Vortex” (2018)

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toundra-vortex-criticas-discosTras sus cuatro discos episódicos («I», «II», «III» y «IV»), Toundra terminaban esta saga para adentrarse en una aventura con reminiscencias desérticas. Una temática que atraviesa este álbum desde la portada, donde se establece un resumen visual perfecto de lo que estamos a punto de escuchar a lo largo de las ocho pistas que componen esta nueva ficción instrumental. Un «Vortex» que se abre a modo de obertura con un remolino de arenisca que nos atrapa y nos traslada a ese paisaje repleto de dunas, sol y mucha sombra. Perdidos en medio de ese inhóspito paraje, recibimos por sorpresa la mordedura de ‘Cobra’, donde las guitarras de Esteban Girón y Macón nos inyectan el letal veneno de sus doce cuerdas, batiéndose en un duelo a vida o muerte con el latido de la batería de Álex Pérez, que acepta sin reparo el desafío del áspid. Después de la épica desbordada de la batalla, llega algo de calma con esa ‘Tuareg’ donde la suavidad nos acoge en sus brazos antes de desatarse otra furiosa ventisca. Como huyendo de ella, rápida sobre las enormes montañas de arena, cabalga a galope una vez más la batería para derivar en un sonido mucho más duro sin perder en ningún momento sus aromas arábigos. Todo ello con un final donde todo vuelve a calmarse y nos mecemos como motas de polvo en el aire.

Siguiendo este ritmo más pausado y necesario, primero la atmosférica ‘Cartavio’ y su aura piscodélica, y más tarde el comienzo de ‘Kingston Falls’, suponen un oasis en mitad del desierto en el que recuperar fuerzas para lo que está por venir. Algo así como un lugar donde poder disfrutar de un sueño apacible a cincuenta grados a la sombra y del que vuelven a despertarnos con un sobresalto. La cadencia milimétrica de ‘Mojave’ y su sonido espacial se va cargando de polvo a medida que avanza su sutil desarrollo instrumental. Predominando en los inicios de éste una base rítmica sobre la que tan bien podría haber rapeado la lírica andalusí de la tristemente fallecida Gata Cattana, y en la que también termina por cernirse la noche proclamando las más oscuras pesadillas y desatando una tormenta de arena que cubre todo a su paso.

Ya para terminar, los sintetizadores elevan el sonido de Toundra a órbitas más espaciales con la aridez melódica de ‘Roy Neary’, dejando aún lugar para la melancolía más vaporosa en ese temón titulado ‘Cruce Oeste’. Un cierre maravilloso donde nos invade la nostalgia a través de ese minutero que parece correr sin descanso en el reloj que marca la batería. Un desarrollo instrumental en el que vuelven a pintar los paisajes más oníricos, que una vez más se romperán en mil pedazos a golpe de distorsión y riffs de guitarra para culminar otra obra a la altura de una banda insuperable en su género.

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