[Actualidad] Salad Boys – «This Is Glue» (2018)


«This is Glue» es pegamento y del bueno. El segundo disco de Salad Boys era concebido en el estudio casero de su líder y guitarrista Joe Sampson y ese grano lo-fi se adueña completamente de la producción de un álbum donde se respiran de manera exquisita algunas de las mejores esencias del pop y el indie rock de los 90. La voz atmosférica y lejana de Sampson y unas guitarras agudas y afiladas marcan la pauta predominante en una serie de canciones en las que la banda neozelandesa maneja los tempos con maestría, ofreciendo una pasta perfectamente encolada en la que se distingue una gran mancha de melancolía que no desprecia en absoluto los enérgicos brochazos del power pop y una serie de arreglos que se adhieren a la suciedad del fondo.
Con un inicio denso y pegadizo, por momentos muy cercano a la psicodelia oscura de grupos como Wooden Shjips, ‘Blown Up’ juega al despiste iluminando la escena con brillantes zarpazos de guitarras en clave pop. Un sonido que explotará del todo con la pegada directa de ‘Psych Slasher’, donde las guitarras más agudas centellean combinadas con algunas líneas más gruesas para firmar el mejor pildorazo del disco. Un vigor que, cambiando de tono y añadiendo algo de distorsión, termina también por pintar una ‘Scenic Route to Nowhere’ que se aproxima al sonido de grupos punteros del rock indie como Car Seat Headrest o Parquet Courts. Mientras que algo más relajada y tintineante, y dando algún rodeo más, ‘Under the Bed’ nos brinda una intensidad más controlada.
De cadencia mesurada y con un arranque igualmente brutal, ‘Dogged Out’ nos disuelve en la remota voz de Sampson, sostenida por una base rítmica y unos violines que también aportan su dosis de amargura a cortes como la precisa ‘Going Down’. Unos medios tiempos que terminarán por conquistarnos cargados de nostalgia y melodías luminosas, como la que nos regala ‘In Heaven’, creciendo en intensidad y distorsión hasta romper al más puro estilo Dinosaur Jr. Una jugada que repiten con aún más acierto si cabe en otros tres temazos como son la melancólica ‘Hatred’, la ensoñadora ‘Exaltation’, donde las guitarras llevan el indiscutible toque de los Smiths a slides más espaciales, o esa ‘Rigth Time’ de letra desesperanzada y musicalidad onírica absolutamente imparable. En definitiva, una mezcla grumosa perfecta que nos deja enganchados al sonido de una banda con personalidad y con mucho que ofrecer en los próximos años.