[Actualidad] Purple Mountains – «Purple Mountains» (2019)


Llevando el rol de maldito hasta sus últimas consecuencias, David Berman, tras haberlo intentando ya antes, se quitaba la vida el pasado verano tan solo unos días después del lanzamiento de este prodigioso álbum con el que decía hola y adiós a su último proyecto musical: Purple Mountains. Ampliamente conocido en el indie rock norteamericano, Berman destacó como compositor por haber sido el líder de Silver Jews, esa banda que formó junto a Stephen Malkmus y Bob Nastanovich antes de que la suerte musical sonriese a sus compañeros al frente de Pavement. Continuando su carrera como músico de culto, la trayectoria de Silver Jews dejaba una discografía notable que se frenaba en seco en 2009, cuando Berman decidía poner punto y final a todo aquello. Alejado de todo esto durante casi una década, el convulso universo del músico volvía a linearse para facturar junto a Jarvis Taveniere y Jeremy Earl de los Woods este disco maravilloso que hoy nos ocupa.
Es habitual realzar las obras de los difuntos, pero vaya por delante que la calidad de este disco es algo irrefutable desde la primera hasta la última canción, convirtiéndose en uno de los mejores álbumes que dejará este 2019. Sus letras dolientes y tristemente premonitorias hablan de un talento torturado por sus propias emociones. Temas como el grito retro soul de ‘All My Happiness is Gone’, el sabor americano de ‘Darkness and Cold’ o la solitaria y apoteósica ‘Maybe I’m the Only One For Me’ suenan ahora más dramáticas aún pensando en lo que sucedió poco después de que viesen la luz. Al escucharlas no puedo dejar de pensar que hemos perdido a unos de los crooners americanos más incomprendidos de la historia.
Lanzando las frases directas a la cara, Berman se mete en la piel de The Band para regalarnos la magistral ‘She’s Making Friends, I’m Turning Stranger’, y vuelve de nuevo a los clásicos con esas ‘That’s Just the Way That I Feel’ y ‘Margaritas at the Mall’ que bien podrían resumir el sonido de la música americana de aquí a las próximas generaciones. Más triste y melancólica suena ‘Nights That Won’t Happen’, y sacando provecho también a los medios tempos, ‘Snow is Fallen in Manhattan’, donde expande el imaginario de Lou Reed convirtiéndose en el mejor crooner que podría cantarle al invierno neoyorkino. Sencillamente sobrecogedor. Un registro que se amplía a tonos más coloridos dejando patente la colaboración con Taveniere y Earl en ese ritmo funk lleno de coros psicodélicos al más puro estilo Woods que nos trae ‘Storyline Fever’. Es imposible no emocionarse al escribir esta reseña, imaginando en el enorme potencial que ha perdido la música. No me tiembla el pulso al escribir que este es tal vez, e independientemente de su contexto, uno de esos discos que pasaran los años y seguiremos escuchando como auténticos clásicos. Descanse en paz maestro, sea como sea, gracias por esto.