[Actualidad] PAV – «More Than Human» (2020)


¿Podemos progresar todavía más de lo que lo estamos haciendo? ¿O quizás estamos haciendo un proceso de involución visto como esta funcionando nuestro mundo hoy en día? Estas dos preguntas retóricas aventuran unas respuestas inconcluyentes, sobre las que Theodore Sturgeon se atrevió a especular acerca de la evolución del hombre como especie. Capturando en negro sobre blanco en la que, al parecer, es una de las novelas más prestigiosas de ciencia ficción del siglo XX: «Mas Que Humano» (1953).
Comenzare diciendo que yo no la he leído, ni tan siquiera sabia que existía. Primero porque es la verdad y segundo porque detesto a la gente que cuando les hablas de un libro o una película con intención de recomendar, te responden con un: «Sí, sí, si lo conozco. ¿Cómo no? Lo que pasa que hace mucho tiempo que lo leí (o que la vi)». Nunca entendí muy bien esta actitud, fruto de la inseguridad o del miedo a parecer incultos. Ojalá yo tuviera la suerte de no haber visto nunca «Vértigo» y alguien me la recomendara a día de hoy. Así que, volviendo al tema, aunque no leí el libro, lo que sí tengo es mucha curiosidad por acercarme a esta obra. Y esa inquietud me la despertó, cómo no, la música. Medicina para el alma, y en esta ocasión, música y solo música porque aquí los textos brillan por su ausencia.
Me gustaría comenzar por el principio, por cómo me di de bruces con esta belleza sonora. Un día pasé por el estudio donde se ultimaban mezclas y recuerdo sobrecogerme al escuchar un pequeño fragmento de esta distopía musical. Cuál fue mi sorpresa al enterarme que detrás de ella se encontraba Juanmi Bosch. A Juanmi le tengo musicalmente muy controlado. ¿Qué se puede decir de él a estas alturas? Él ya estaba ahí cuando no había nada. Rockeando con los imprescindibles Cerebros Exprimidos y surfeando sobre la ola de punk rock anfetamínico que generaban Mostros. Después el futuro nos alcanzó y puso su guitarra y su alma en Los Serpientes, amén de marcarse un irrepetible en vivo, como deben ser estos actos, con Fuego en Castilla. Pero si existe un proyecto que lo represente en autoría y expresión, son los intensos y post-rockeros Orquídea. Quizás el proyecto que más le acerca al aquí y ahora de la obra que hoy nos ocupa, esta «More Than Human», editada bajo el seudónimo de PAV.
Este disco llega dividido en tres partes, tal como está planteada la novela a la que homenajea. Compuesto suponemos en la intimidad más pura, lo cierto es que Juanmi Bosch tampoco ha estado solo. En el desarrollo le acompañan sus queridos Orquídea, lo que garantiza que este viaje tenga sus sobresaltos. Ya de por sí, la apertura en el primer capítulo descoloca. ‘The Fabulous Idiot’ se abre paso mediante una preciosa melodía de piano, creando un paisaje musical de un clasicismo supremo, que no tarda mucho en enredarse con unas bases de post-rock contemplativo. Poco a poco nos va narcotizando y vuelve a las guitarras, retomando de nuevo a la calma, piano mediante, ofreciendo una música tan triste como bella e inquietante. Un viaje que en este lugar invita a la reflexión. Se cierra el primer capítulo tal como comienza, con la desnudez al piano de alguien que parece soñar con un Chopin psicodélico. 17 minutos que, como dijo Lapido, son «17 espejos rotos encima de un altar, reflejando esa parte de nosotros que intentamos ocultar».
En ‘Baby Is Three’, segundo capítulo, el inicio va de nuevo a las teclas pero enseguida aparece un magistral crybaby, que ya parecía desgraciadamente en desuso en el rock, pero que aquí nos mete de cabeza en la parte más psicodélica de la obra. Ahora sí, esto comienza a explosionar, ya sea de forma premeditada o por casualidad, aunque yo quiero intuir cierta magia y cierto deje a la improvisación. El rock frena en seco y volvemos al subconsciente de las tinieblas por fin. Las frecuencias llegan a saturar el oído creando una atmósfera de terror que atrae y da miedo a partes iguales.
Por último, ‘Morality’ cierra a modo de conclusión. Aquí la música camina lentamente hacia la introspección, aunque la ecuación tensión/relajo se hace más patente. Unos minimalistas acordes de guitarra chorreando placidez melódica se ven interrumpidos por esa inquietud que aparece perseguir nuestra alma vía sinte. Después calma, silencio religioso y se acabó. Hemos llegado al final. Y después de hacer unas cuantas escuchas uno cae en la cuenta de que esto una obra de larga duración y necesaria revisión. Esos llantos de bebé de los que al principio uno no se percata y que conectan con aquel clásico, maldito donde los haya, que fue «Berlin» de Lou Reed.
Esta es mi interpretación, realizada con mi corazón y mis oídos abiertos, pero la tuya no será igual que la mía y así hasta el infinito. Es esto una música que quiere crecer y producir sensaciones diferentes a cada oyente. Ahora sí, si existiera la justicia poética, alguna editorial dirigida por algún iluminado debería editar esta obra en conjunto con la novela. Por soñar que no sea…