Dark Light

[Actualidad] Mark Lanegan – “Gargoyle” (2017)

Superviviente de los excesos que forjaron su leyenda, siempre dentro del circuito underground, Mark Lanegan ha esquivado el éxito casi tantas veces como la muerte. Estaba ya allí, antes que casi todos, junto a sus Screaming Trees cuando empezó a coger forma eso que terminó conociéndose como grunge. Un movimiento que les proporcionó de refilón cierta notoriedad efímera antes de sepultarles en el olvido durante años. Los elegidos para abanderar todo aquello terminaron siendo otros. También estuvo por allí mientras unos aún primigenios Queens of the Stone Age levantaban esa catedral del rock contemporáneo bautizada como «Songs for the Deaf». A este monumento prestó su alma, a través de su inconfundible voz, para formar parte de los cimientos del imperio que construiría la banda a partir de entonces.

Arrastrando como un ancla su fama de artista maldito durante más de 30 años, la madurez y el tiempo han terminado por colocar a Lanegan en ese territorio que marca la difusa frontera entre la música de culto y los grandes incomprendidos. Y seguramente esas sean las lindes en las que mejor se ha desenvuelto siempre, haciendo lo que sus inquietudes le marcaban con independencia de todo lo demás. Así lo atestigua una discografía cargada de proyectos musicales, colaboraciones y una extensa carrera en solitario a la que ahora se suma «Gargoyle», un disco en el que para ser más precisos, y como ya hiciese en ocasiones anteriores, reúne a una banda de prestigio mayúsculo con la que comparte protagonismo. Forma tridente en el estudio con Alain Johannes y Rob Marshall, quienes aparte de ayudar en las composiciones aportan su toque como multinstrumentistas. No falta la presencia vocal de ilustres amigos como Greg Dulli y Josh Homme que ponen la guinda en algunos coros. A destacar especialmente los de ‘Emperor’, que se inicia con un aullido de guitarras que se amansa con el profundo timbre del inmenso Lanegan, que pone todo al servicio de su voz para facturar un tema con la potencia de un hit y un ritmo que bien hubieran podido firmar los primeros Dandy Warhols.

Despertando del dubitativo inicio de ‘Death’s Head Tattoo’ llega ‘Nocturne’, donde Lanegan vuelve a demostrar ser un animal noctámbulo para ofrecer una canción tan densa como magnética. En ella ya aparecen elementos electrónicos que adquirirán mayor importancia en ‘Blue Blue Sea’ o ‘Sister’, en la que los sintetizadores más luminosos crean suaves atmósferas que aumentan en intensidad y por las que flota su voz. Un punto de luz entre la oscuridad de los muros de sonido que levantan las guitarras de ‘Drunk on Destruction’ o ese relámpago en mitad de la tormenta que nos atraviesa de punta a punta en ‘Beehive’. Aunque esa descarga no es nada comparada con la desgarradora ‘Goodbye to Beaty’, una balada con reminiscencias al colosal Leonard Cohen en la que conviven lo eléctrico y lo acústico para dibujar un paisaje melancólico en el que irrumpe como una puñalada la voz del Lanegan más estremecedor. Triste y bella a partes iguales, supone el momento cumbre del disco y basta por sí misma para elevarle a la categoría de maestro. Finalmente y recuperando la cadencia tras lamerse las múltiples heridas, despacha una ‘Old Swan’ con la que redime sus demonios y abraza sin contemplaciones la esperanza. A estas alturas de la película difícilmente este «Gargoyle» será encumbrado por la crítica mayoritaria pero tal vez sí por todos aquellos que pensamos que se trata de uno de los mejores trabajos de Mark Lanegan hasta la fecha, y eso, señores, es mucho decir.

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