[Actualidad] David Bowie – «Blackstar» (2016)


Cuando el pasado 8 de enero se publicaba “Blackstar” y comenzaba mi escucha compulsiva del disco alentado por los dos tremendos adelantos que habíamos ya degustado, en mi cabeza estaba clara esta reseña. Unos días después Bowie se nos va y la percepción del disco, de las canciones y de la propia figura del músico cambia drásticamente haciendo difícil reseñar su nuevo álbum sin caer en tópicos, en sentimentalismos y en frases mil veces repetidas estos últimos días (de hecho seguramente ya esté haciéndolo con estas mismas palabras). Por lo tanto no queda otra que intentar hacer lo que iba a hacer desde el primer momento, reseñar este “Blackstar” como lo que es, otro brillante disco de un músico irrepetible. Y es que si en algo se diferencia Bowie de otros artistas que nos han dejado hace poco, como Lemmy o Scott Weiland, es que él todavía tenía mucho que aportar al mundo de la música y esta última obra es el más claro ejemplo de ello.
“Blackstar” es una obra oscura, por momentos incluso tétrica y en la que se acerca al jazz más experimental bañándolo en electrónica y esa voz que parece cantarnos desde las alturas. Tan osado como siempre, abre el disco con un tema de diez minutos en el que sus diferentes partes van fluyendo mágicamente, desde el oscuro y jazzístico inicio hasta el más amable estribillo pasando por esos coros casi hipnóticos, que nos repiten como un mantra la frase “I’m a Blackstar”, o unos sutiles vientos que terminan desmadrándose en el siguiente tema, ‘Tis a Pity She Was a Whore’. En la misma línea se encuentre ‘Sue (Or In a Season of Crime)’, en la que el caos más ordenado toma el control gracias a su imparable batería, y la final ‘I Can’t Give Everything Away’, donde la voz de Bowie vuelve a tomar el control para brindarnos el momento más melódico de todo el álbum a pesar de despedirnos con un ahora escalofriante “I’m dying to”. También en la parte más accesible del disco se encuentra “Dollar Days”, bañada de acústicas y un precioso saxofón y en la que escuchamos casi por primera vez en el disco una guitarra protagonista. Y sin ser “Blackstar” en general un álbum con canciones que destaquen individualmente y más una obra con un sentido completo, sí que hay que destacar por encima de todas las cosas ‘Lazarus’. El tercer tema del disco ya hizo su función como single de adelanto y en sus algo más de seis minutos consigue resumir de manera brillante el momento y el estado de un músico que se despide de nosotros con una obra sobrecogedora.
La enésima reinvención de Bowie ha sido la definitiva y sin duda se habrá marchado de aquí orgulloso, para observarnos eternamente desde Marte o desde las mismísimas estrellas.