[Actualidad] Bon Iver – «i,i» (2019)


A lo largo de los últimos años Justin Vernon ha sido elevado a la categoría de cabeza de cartel en los festivales más multitudinarios, convirtiéndose en la punta de lanza más visible de las nuevas vidas que puede gestar el folk en su affaire con los sonidos más vanguardistas. La publicación, hace ahora tres años del experimental «22, A Million», terminaba por encumbrar a Bon Iver en el circuito de la música indie. Con la expectación natural que supone semejante bagaje, las maniobras de marketing hace tiempo que dejaron de ser un secreto para el afamado Vernon, quien haciendo valer todos sus conocimientos del mundillo adelantaba por sorpresa el lanzamiento de este álbum al pasado viernes.
No han hecho falta más que unos pocos días para encontrar la red plagada de reseñas de este nuevo trabajo, que al parecer ha resultado mucho menos unánime que su predecesor. Recibido con tibieza por quienes aseguran la perdida de la frescura y la experimentación de discos anteriores, la nueva colección de Bon Iver, como no, también ha encontrado sus adeptos más leales. Una entrega que tras repasarla con calma parece fusionar más que nunca todas las etapas pretéritas de la banda, aunque indudablemente edulcora su propuesta hasta acercarse peligrosamente a los sonidos más comerciales. Lo que en ocasiones se pasa por alto en las argumentaciones más críticas es que la experimentación, en ciertos ámbitos, es ya también algo comercial. Y mucho. La moda de lo raro y de perseguir una estética modernista no siempre garantizan un contenido verdaderamente innovador. Superada esa fase, parece que los intereses de Bon Iver han dejado ya de perseguir esta quimera del postureo indie. Tras un inicio donde el ruidismo y las interferencias amagan con acaparar el protagonismo de nuevo, la calidez de las voces corales toman el control en una ‘iMi’ en la que colabora James Blake. Una deriva de estilo donde el R&B se mezcla con un neofolk en el que brillarán los ecos de trompetas y violines bailando con sintetizadores. Unos caminos de ida y vuelta donde las fronteras se difuminan. Desde la naturalidad más orgánica de temas como ‘RABi’, el tono gospel de ‘Marion’ o la desnudez de ‘Faith’, hasta los artificios más electrónicos que ganan enteros en temas como ‘Holyfields’, la densa ‘We’ o esa ‘Salem’ que comienza en un barrio y termina en el otro.
Haciendo siempre uso de su característico falsete, Vernon se acerca a territorios santos como el soul y el jazz en cortes tan monumentales como la etérea ‘Sh’Diah’, en la que el saxo final termina por acentuar uno de los puntos álgidos de este álbum. O esa ‘U (Man Like)’ que se descubre magistral con un reparto coral a más no poder. Por contrapartida, en su lado más abiertamente pop encontramos canciones como ‘Hey, Ma’ (disfrazada de experimental), y otro tema de máscara soul y piano como ‘Naeem’, que a buen seguro serán carne de hit para el público más mayoritario. En total trece nuevas piezas que terminan por cerrar el círculo más conceptual de Bon Iver. Lo que vendrá después de este «i,i» es un auténtico misterio, pero desde luego supone un final altamente disfrutable, con esas atmósferas envolventes llenas de pureza y distorsión con las que Vernon consiguió fabricar su marca personal.